LA MANO INVISIBLE SE HACE VISIBLE

|




J. Enrique González, en Diagonal
El mercado de divisas es considerado por muchos el mercado “más perfecto del mundo”. En efecto es el mercado financiero más grande y fluido del mundo, llegando a manejar volúmenes diarios de dos trillones de dólares USA, convirtiéndolo en el mercado más líquido. En comparación, se estima que el volumen promedio operado por la Bolsa de Valores más grande del mundo, la Bolsa de Nueva York (NYSE) en un mes completo, es igual al volumen que, diariamente, se negocia en el mercado de divisas (Forex).
En este sentido es cierto que se ajusta a lo que la teoría económica nos dice que debería ser un mercado perfecto, con múltiples oferentes y demandantes, información casi perfecta y máxima fluidez; pero aquí cabría plantearse qué deberíamos considerar un mercado perfecto. Un buen mercado, un mercado que funcione a la perfección, debería ser aquel que consigue ofrecer un nivel de vida óptimo a aquellos que en él participen, movilizando una cantidad de recursos lo menor posible para minimizar su impacto en el entorno.

Si nos atenemos a esta última concepción, el mercado de divisas dista mucho, muchísimo de la perfección. Más bien debería ser catalogado ya no de imperfecto, sino más bien de “anti-perfecto”, puesto que beneficia en gran medida a quiénes implican una gran cantidad de recursos para producir nada, solamente especular; mientras que perjudica irremediablemente a quiénes ponen las divisas a merced del sistema productivo real.

Expliquemos esto. Por un lado tenemos la economía de un país pobre que funciona con una divisa cualquiera, y pongamos que ese país tiene una gran deuda externa formalizada en dólares (lo que es la tónica habitual en estos casos). Por otro lado tenemos a los especuladores de los países ricos que quieren dar salida a la gran cantidad de dinero que de otra manera estaría parado sin multiplicarse como si fueran panes y peces (pecado mortal en el actual capitalismo), y que deciden invertir arbitrariamente en divisas haciendo que sus valores fluctúen sin responder al desempeño real de la economía de sus respectivos países. Así, el país pobre se puede ver en la situación de que su moneda pase a tener un menor valor de mercado por el deseo arbitrario de especuladores internacionales, teniendo que hacer un mayor esfuerzo en términos de su moneda nacional para llegar a pagar la cuota de su deuda, detrayendo así recursos que podrían haber sido empleados en el desarrollo del país. Ahora, además de un país pobre sería un país empobrecido, para enriquecer a los que ya tienen demasiado.

Si éste es el mercado perfecto, el que la teoría nos dice que es el que mejor funciona, queda claro que es la teoría la que no funciona. Más que un mercado perfecto es un mercado perfeccionado para beneficiar a aquellos que lo han modelado. Deja descubierta la más oscura cara del mercado, y la mano invisible se hace claramente visible.

0 comentarios:

Publicar un comentario

 

©2009 ECONOMÍA PARA LAS PERSONAS | Template Blue by TNB