BOLIVIA SÍ CRECE

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FERNANDO CANO

Contra todo pronóstico, Bolivia -uno de los países más pobres del continente americano- es el que mejor está sorteando la fuerte crisis económica mundial. Los últimos datos difundidos por el Fondo Monetario Internacional (FMI) indican que el país andino crecerá un 3,2% durante este año, comparado con la caída del 2,5% que presentará la media de Latinoamérica para este mismo periodo. La clave de este buen desempeño se encuentra en el elevado nivel de inversión pública y en el alza de los precios de las materias primas que exporta el país andino.


El propio FMI ha previsto que en 2010 Bolivia crezca un 3,4%, principalmente gracias al fuerte esfuerzo fiscal del Gobierno de Evo Morales. Los presupuestos para el próximo curso alcanzan los 15.135 millones de dólares, dentro de los cuales se destinarán 1.860 millones sólo a inversión pública. En 2009 la inversión estatal presupuestada ha llegado a los 1.871 millones, un 33,5% más que durante 2008. Estas cifras son criticadas desde la oposición, que considera que favorecen la corrupción y que se destinarán principalmente a pagar funcionarios e instituciones públicas.

En el caso de las exportaciones, éstas se han visto particularmente favorecidas por el incremento del precio del gas y de la soja y al mayor volumen exportado de minerales. Los envíos al exterior han crecido un 3,2% en 2008 y ya representan el 40% del PIB boliviano, que roza los 15.000 millones de dólares. La inversión extranjera ha crecido en los últimos años hasta alcanzar los 508 millones de dólares en 2008. Es la cifra más alta del Gobierno de Evo Morales, pero no llega todavía a los 734 millones de comienzos de la década.

Esto nos lleva a uno de los mayores debates que han dominado la vida económica boliviana en los últimos cinco años: las privatizaciones y la supuesta salida de los inversores extranjeros. Desde la crisis de 2004, cuando salieron del país unos 250 millones de capital, la inversión extranjera directa se ha ido recuperando, ya que el Ejecutivo ha renegociado los contratos en gas, electricidad y servicios básicos, mejorando la recaudación estatal, pero impidiendo la fuga de capitales. La oposición, que se enfrentará al partido gobernante, Movimiento al Socialismo (MAS), en las elecciones del próximo 6 de diciembre, ha anunciado que su idea es continuar y acentuar las privatizaciones.

Con todo, el Ejecutivo boliviano ha logrado gastar por debajo de sus elevados ingresos, lo que le ha permitido mantener una disciplina fiscal alabada desde el FMI. Según el Fondo, "Bolivia ha aplicado una política económica acertada, aunque hacia el futuro será importante proteger esa capacidad de reaccionar a shocks externos adversos, incluyendo el mantenimiento de una política fiscal sostenible". No obstante, frente a estas advertencias de controlar el gasto, el Ejecutivo de Morales ya ha avisado -quizá con algunos tintes de populismo de cara a las elecciones- que gastará cuanto sea necesario para dinamizar la economía.

Bolivia ha sido históricamente la cenicienta de Suramérica, con niveles de pobreza que a comienzos de la década alcanzaban el 70% de la población y con una renta per cápita cercana a los 50 dólares. Sus diez millones de habitantes viven con problemas de suministro en los servicios básicos, con elevados niveles de empleo informal y bajas cotas de formación universitaria y profesional. No obstante, la reciente bonanza ha mejorado estas condiciones, principalmente gracias a las ayudas gubernamentales, lo que, entre otras cosas, ha permitido aumentar en un 50% el PIB en la última década.

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