EL CAPITALISMO HUMANISTA

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JOSÉ MARÍA NOGUEIRA


"Las palabras sinceras no son agradables, las agradables no son sinceras. Las buenas personas no son discutidoras, las discutidoras no son buenas. Las personas sabias no son eruditas, las eruditas no son sabias. El sabio no toma nada para acaparar, cuanto más vive para los demás, más plena es su vida. Cuanto más da, más nada en la abundancia. La ley del cielo es beneficiar, no perjudicar. La ley del sabio es cumplir su deber, no luchar contra nadie".

Estas palabras de Lao Tse, escritas hace más de dos mil años, bien ilustran la tarea emprendida por Aldo Olcese con El capitalismo humanista, que afronta con valentía, profundidad y de una forma más sintética la línea argumental iniciada en sus dos trabajos previos: La responsabilidad social de la empresa. Propuesta para una nueva economía de la empresa responsable y sostenible y el Manual de la empresa responsable y sostenible. Digo con valentía porque, como reconoce Aldo, muchos han disertado sobre RSC y buen gobierno de manera oportunista o bien intencionada, pero con escasa formación o experiencia empresarial.

Resulta de agradecer una aproximación a la ética empresarial que, sin perderse en recursos estilísticos o lugares comunes, aborde de forma práctica y concreta el que se nos antoja como principal reto para las empresas del siglo XXI: ganar dinero y hacer el bien simultáneamente. He disfrutado mucho con la lectura de El capitalismo humanista, aunque no me resulta fácil describir el libro. No es un libro de ética, pero nos sugiere una conducta ante la vida empresarial. No es un libro filosófico, pero su densidad reflexiva es elevada.

Ricardo Díez Hochleitner, presidente de honor del Club de Roma, prologa el libro y pone el dedo en la llaga cuando habla de la empresa como portadora de la justicia y protección social, además de la humanización del trabajo, la solidaridad, la cooperación, el progreso tecnológico... Steve Jobs, fundador y primer ejecutivo de Apple, ofrece un buen ejemplo de emprendedor que ha sabido satisfacer las necesidades de los consumidores, mejorar sus comunicaciones e integración social, hacerles disfrutar de su ocio, generar miles de puestos de trabajo y, en definitiva, hacer perdurar a su empresa en un sector tan dinámico como competitivo, de acuerdo con la tesis de otro libro excelente cuya lectura es un buen complemento del que hoy comentamos: Built to Last: Successful Habits of Visionary Companies (1997).

El capitalismo humanista comienza con una síntesis de la responsabilidad social en la empresa para engarzar pronto con el gobierno corporativo, materia en la que el autor está particularmente versado, pues fue uno de los representantes del sector privado en el grupo especial de trabajo sobre buen gobierno de las sociedades cotizadas que, en mayo de 2006, elaboró el Código Unificado. En un cierto afán enciclopedista, dedica un capítulo a la empresa familiar y otro a los códigos de conducta. Son dignos de mención, por su oportunidad didáctica, los capítulos sobre escándalos corporativos y la medición y valoración de la RSE y el buen gobierno.

Decía Cristo que "es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el reino de Dios" (Mateo 19, 24). El "ojo de aguja" era esa puerta pequeña que se podía abrir si alguien llegaba a la ciudad amurallada después del atardecer, estando ya cerradas las puertas principales. No tratándose de la aguja de coser, como comúnmente se piensa, no parece imposible el paso del rico, y desde luego parece poco probable que se recrimine la recompensa económica para quien arriesgue su capital, facilita el acceso de las personas al trabajo, fabrica productos o servicios que satisfacen necesidades y, en definitiva, contribuye a que la sociedad sea más próspera, más justa y más feliz.

El autor nos propone adentrarnos en un nuevo paradigma empresarial, más próximo a nuestra condición de seres humanos que de agentes productivos. Más que una receta para superar la crisis económica actual, parece una recomendación sensata para evitar tropezar con la misma piedra en el futuro. ¿Tendremos la longitud de miras necesaria para llevar esto a efecto? Les propongo que para empezar seamos capaces de poner nuestro granito de arena en nuestro pequeño mundo.

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