LA ECONOMÍA DE LOS REGALOS EN FIESTAS

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Por Mark Thornton
[Scroogenomics: Why You Shouldn't Buy Presents for the Holidays • Joel Waldfogel • Princeton University Press, 2009 • 186 páginas]

Este librito podría ser un buen regalo de Navidad para muchos de nuestros amigos y parientes. Tiene una información nítida sobre la Navidad y comparto la opinión del autor de que la fiesta cristiana ha sido completamente comercializada.

Por desgracia, todo el planteamiento del libro se basa en un error económico básico. Esto acaba llevando a desarrollar el argumento de Waldfogel contra los regalos de Navidad. Sin embargo, el libro ejemplifica las importantes diferencias entre economistas austriacos y la corriente principal.

Los economistas de la corriente principal como Waldfogel adoptan la posición de Scrooge de que dar regalos es malo para la economía. Pero para los austriacos los regalos en fiestas están bien. La gente ha venido celebrando este tiempo desde hace mucho y tenemos multitud de opciones, incluyendo Jánuca, Navidades, Año Nuevo y más recientemente Kwanzaa y Festivus para el resto de nosotros. Todos los problemas de esos regalos son o bien insignificantes o sólo afectan a las personas implicadas.

El fundamento básico de Scroogenomics es que dar regalos crea un peso muerto perdido para la sociedad. Los compradores de regalos transfieren su dinero para comprar regalos que ofrecen poca utilidad a la gente que los recibe. De hecho, Walgfogel pregunta a sus estudiantes si los regalos que recibieron en vacaciones valían realmente lo que se pagó por ellos y descubrió al menos un valor inferior del 13%. ¡Sorpresa! Los estudiantes universitarios habrían preferido recibir el dinero.

Supongamos que este peso muerto perdido sea una realidad. ¿Cuál es el error? Bueno, es un problema de realizar comparaciones entre utilidades interpersonales. Waldfogel está comparando el coste para el comprador con el beneficio para el receptor. La comparación real es el coste de comprador con el beneficio del comprador. Sí, comprar regalos puede ser frustrante, ¿y qué? El valor real está en el reconocimiento del receptor. El propio regalo es sólo una parte del ritual general.

Si gasto 20$ para comprar un pastel de frutas para la Tía María, recibo más satisfacción que en gastar 20$ en alguna otra cosa para mí o para ella. Sí, los que hacen regalos pueden “sentirse obligados” a comprarlos y la utilidad que reciben podría considerarse más como un alivio que otra cosa, pero sigue siendo una utilidad. Además, el receptor obtiene utilidad tanto directa como indirecta al recibir el regalo.

A veces quienes hacen regalos dan intencionadamente cosas que no producen la máxima utilidad posible para el receptor. La gente regala libros a gente que no lee mucho esperando que desarrolle buenos hábitos. Los que regalan música que otros no conocen, lo hacen con la esperanza de aumentar sus experiencias musicales. Sí, puede que esos planes no funcionen, pero eso no cambia la utilidad en el momento de la compra.

Hacemos lo mismo en las donaciones de caridad. La caridad que intenta ayudar a los pobres no lo hace simplemente firmando cheques y entregando dinero. El dinero puede ser más importante en lo que respecta a la utilidad del receptor, pero a los donantes y su caridad les interesan otros resultados. Por eso tienden a ofrecer comida, ropa, alojamiento, medicinas y educación. De hecho, la caridad privada tiende a proveer esos servicios de forma que no puedan venderse a cambio de dinero. Así, comen, duermen y reciben medicinas bajo los parámetros de la caridad. La ropa probablemente sea usada y de la talla del donante, por lo que es difícil de revender.

Incluso el gobierno trata de actuar así. A nadie le interesa maximizar la utilidad del receptor, especialmente si el recipiente es joven, analfabeto o alcohólico.

La perspectiva austriaca hace menos probable caer en las trampas en las que tan a menudo incurren nuestros colegas de la corriente principal y los paternalistas libertarios. Sabemos que no podemos medir la utilidad. Sabemos que no podemos comparar la utilidad. Sabemos que hay aspectos en las transacciones que no entendemos ni podemos entender.

El resto del libro de Waldfogel confirma básicamente que dar regalos no es tan horrible como la economía de la corriente principal podría esperar. Incluso si aplicamos los resultados de las encuestas de los estudiantes universitarios al valor total de los regalos, resulta que el peso muerto perdido en Estados Unidos asciende a sólo 17.000 millones de dólares. Me apena decirlo, pero eso actualmente es una cantidad muy pequeña de dinero.

Asimismo resulta que la Navidad en Estados Unidos no está tan comercializada en comparación con otras naciones. Estamos en el puesto 21 más bajo en gasto de los 31 países de la OCDE y gastamos sólo 3 de cada millón de dólares del PIB, colocándonos los sextos más parecidos a Scrooge de las 26 principales economías mundiales. Desde 1935, el gasto en Navidades se ha reducido en un 50% (ajustado a la inflación y el PIB). Gastamos más, pero el gasto en Navidades está realmente haciéndose menos importante en el modelo general de cosas.

El autor demuestra que en lugar de la postura de ahorrar y gastar en compra de regalos, los estadounidenses han adoptado la postura de pedir prestado y gastar propia de nuestro gobierno. Como el punto de inflexión se produjo en 1980, podemos acusar de este problema a la política pública, no a Santa: el gobierno ha destruido virtualmente el incentivo para ahorrar.

Las Navidades como institución han evolucionado con el tiempo y los cambios en la sociedad. Sigue tratando de adaptarse a la prosperidad y a la naturaleza más dispersa de nuestras familias. Como sugiere el autor, una solución a este dilema son las tarjetas regalo, que permiten al vendedor evitar la decisión sobre el regalo, envolverlo y enviarlo y permite al receptor una gran variedad de regalos. Además, individuos, familias y grupos han cambiado sus tradiciones para pedir fiestas sin regalos, donaciones de caridad y limitaciones en los regalos (cantidad, precio o sólo a niños).

A mí este libro me parece como Freakonomics. Es divertido, fácil de leer, destaca las diferencias fundamentales entre economía austriaca y de la corriente principal. Los economistas de la corriente principal parecen empeñados en reformar todo lo que no hayan fastidiado ya. Entretanto los economistas austriacos se contentan con apuntar los errores de la corriente principal acerca de la Navidades pasadas y presentes.

Feliz Navidad.
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Mark Thornton es miembro residente senior en el Instituto Ludwig von Mises en Auburn, Alabama, y es editor de la crítica de libros del Quarterly Journal of Austrian Economics. Es autor de The Economics of Prohibition y coautor de Tariffs, Blockades, and Inflation: The Economics of the Civil War.

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