QUERIDOS REYES MAGOS CHINOS

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Juan Carlos Escudier:  

Bastaba con ver la ilusión en las caras de los miembros del Gobierno que se deshacían en reverencias y agasajos para confirmar que aquella nutrida delegación de ojos rasgados no era la junta directiva de la patronal de los Todo a 100 sino el auténtico séquito de los Reyes Magos de Oriente. Todo esfuerzo tiene su recompensa. Como hemos sido buenos y hemos hecho muchas reformas, sus majestades chinas han traído en sus camellos contratos por varios miles de millones de euros para la flor y nata de nuestro empresariado, que aquí no crearán trabajo pero en China se van a salir de la tabla. Y lo más importante: han prometido que a esos títulos de deuda pública española tan bien remunerados no les faltará comprador al oeste de la Gran Muralla.

Decía Bernard Shaw que el dinero no es nada, pero mucho dinero ya es otra cosa. Es magia en estado puro. ¿Han escuchado a alguno de nuestros gobernantes o a esos miembros de la leal oposición de piel tan fina hablar de los derechos humanos en China? ¿Les han oído exigir a Zapatero que, ya que tenía enfrente al viceprimer ministro chino, le cantara las cuarenta sobre su régimen y le conminara a liberar de inmediato al reciente premio Nobel de la Paz Liu Xiaobo? ¿Habrá más libertades en China que en Cuba o en Venezuela y no nos habremos enterado por eso de la distancia?

Por lo visto, antes que Berlín, que nos tiene gato, es mejor que nos rescate China, donde se han dado cuenta de que hinchándose a comprar deuda de esos manirrotos occidentales pueden mantener sobrevalorado el dólar y el euro y conservar intacta su competitividad para seguir exportando a tutiplén. Si antes el ahorro de Pequín financió nuestras alegrías, ahora sufraga nuestras calamidades, y todo gracias a la explotación de millones de trabajadores chinos, por cuya suerte no hay que preguntar para no ofender a sus autoridades.

Los mismos que se muestran inflexibles con países cuyas carencias democráticas también podrían encontrar justificación se escudan en el realismo político y en la diplomacia pragmática para referirse a la relación de camaradería que estamos obligados a mantener con la dictadura China. Es el suyo un cinismo insoportable. Ni siquiera les disculpa esta revelación de que los Reyes Magos viven a orillas del río Yangtsé y no son los padres.

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