INFLACIÓN, SALARIOS, DESEMPLEO

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Visto en 'La mirada del mendigo'

Lo que pide frau Merkel no es nada nuevo, la banca y la CEOE llevan pidiendo desconectar los salarios de la inflación desde hace años, sea directamente, sea a través de su departamento de comunicación, también llamada Banco de España. Merkel, como representante del empresariado alemán, defiende lo mismo que defendería cualquier empresario: rebaja salarial. Porque fuera de eufemismos, de eso se trata la propuesta, de bajar los costes salariales para obtener más beneficios. Estupendo para el empresario y terrible para el asalariado. Como bajar los salarios suena mal, se disfraza con un poco de estadística y legalismos, y como la población es ignorante y está embrutecida por los medios, le escuece menos. Es lo mismo que llamar reforma laboral al abaratamiento del despido, o reforma de las pensiones a la bajada en su cuantía. La madre del que se le ocurrieron todos esos eufemismos era una mujer de vida licenciosa.

- Entiendo que hay que romper por algún lado la espiral inflacionista: precios –> salarios –> costes de producción –> precios. Pero ¿por qué romperla por el lado del trabajador? ¿por qué no romper dicha espiral por el lado del capital? Es decir, que sea el empresario el que asuma la subida de los costes de producción sin poder aplicarla a los precios. De esta forma, las empresas españolas también ganarían en competitividad. A costa, claro, de la rentabilidad del capital. ¿No? ¿Y por qué se le va a pedir un esfuerzo al trabajador, que no se le pide al empresario? A fin de cuentas, de lo que se trata es pedir a los trabajadores que actúen de dique contra la inflación, empobreciéndose (ven subir el precio de los productos, pero no pueden trasladarlo al precio de su mercancía, el trabajo). ¿No sería más justo pedir que esa función la realizaran los que más tienen, y no siempre los mismos?

- Los salarios son sólo parte de los costes de producción, con lo cual la medida tendría unos efectos limitados si de contener la inflación se trata. Si por el contrario, lo que se quiere es abaratar los costes salariales, es una medida estupenda, especialmente en un escenario de hiperinflación (que muchos “expertos” pronostican, otros auguran deflación, y unos pocos son más sabios, o más honestos, y se callan). Claro que no se puede tensar mucho la cuerda, pues con la inflación descontrolada (nada extraño, pues el papel moneda cada vez es más abundante permaneciendo la riqueza sensiblemente constante) en unos años puede que el salario de un mileurista no llegue ni para comer. En ese momento, puede que el trabajador español se de cuenta que se están riendo de él, y a lo mejor se enfada un poquito. O no, quien sabe, a lo mejor le gusta.

- La inflación es un fenómeno global. Que suba el barril de crudo no tiene mucho que ver con que un currito de Villaverde gane más o menos. El precio de los cereales, la guerra de divisas, la ocupación del transporte marítimo…nada de esto tiene que ver con el salario del trabajador español. Si de aquí a unos días los mercados de futuros deciden que hemos llegado al peak oil, tenemos el barril por encima de $200, trasladando la carestía a todos los productos. Independientemente de nuestros sueldos. Las sequías en Rusia afectan al precio del trigo. Los salarios españoles no. Si la economía europea se detiene con tanta austeridad, y se hunde el euro, no serán el alto salario del currito español el responsable. Por lo tanto, es evidente: en el precio de los productos que consumimos cada vez importa menos el componente de la mano de obra local. La inflación no se controla, pues, por la vía de los salarios.

- Entiendo que la hiperinflación es un problema real. Especialmente para los bancos, y es por ello que el BCE se encarga de mantenerla controlada a toda costa. Y no es sólo una expresión al uso, quiere mantenerla a cualquier precio, el precio lo pagamos nosotros. Sin embargo, una sana inflacioncita del, pongamos, 5% vendría de perlas a los ahogados españolitos, hipotecados hasta las cejas (si vieran crecer sus salarios en proporción, evidentemente). También al gobierno para ir digiriendo, por ejemplo, la imbecilidad de comprometerse a pagar las primas de fotovoltaica a 10 veces el precio del pool. Pero está visto que en esta Europa del capital, los ciudadanos votamos y los poderosos gobiernan. No tan diferente al esperpento electoral del Irak de Sadam o de…el Egipto de Mubarak.

- MAFO pide moderación salarial. Moderación salarial pero ¿los salarios de quién hay que moderar? ¿Del mileurista (o menos) que lleva ganando lo mismo desde hace años mientras ve cómo los precios suben a su alrededor, especialmente la vivienda (que no entra en el cómputo del IPC)? En el lustro pasado, el poder adquisitivo de los trabajadores se redujo un 4%. Es decir, son un 4% más pobres.

Un dato: los directivos del sector financiero español se embolsaron un 53% más en 2008, en medio de una crisis que no sólo no supieron prever, sino que con su estupidez ayudaron a potenciar (insuflando más dinero y más dinero en la burbuja del barro cocido). De media, 5,5 millones de ouros por cabeza pensante.
Es el problema del que sólo conoce la media como medida estadística: que dos personas coman un pollo, no quiere decir que cada una comiera medio pollo. Luego vienen los de FEDEA y dicen que los salarios han aumentado. ¿En qué cohortes de población? A tanto no llegan.

- Como han comentado otros: no tengo ni puñetera idea de cómo medir la productividad de un trabajador (si alguien los sabe, que lo explique). Y mucho menos, suponer que ese valor que obtengamos, sea achacable a su mejor o peor desempeño. Por ejemplo, si el flujo de trabajo en una empresa es malo, ese trabajador será menos productivo. O si no dispone de las herramientas adecuadas. Sin embargo, esa pérdida de productividad, que frau Kartofel quiere echar en cara al trabajador de línea, es causada por negligencia de la dirección técnica o de la gerencia.

- Es difícil medir la productividad por trabajador, pero muy sencillo medir los beneficios empresariales. Bien, liguemos los salarios a estos. ¿Parece justo, verdad? Según datos de la OCDE, en el periodo 1999-2005 los costes salariales aumentaron un 3,7%. En el mismo periodo, los beneficios empresariales lo hicieron un 73%. Vaya, ya no parece tan buena idea. Y al final, de eso se trata. De reducir la parte del pastel de la riqueza nacional que corresponde a los que arriendan su trabajo, en beneficio de las rentas del capital. El trabajo cada vez vale menos, y el capital exige ser cada vez mejor retribuido, hasta convertirse en el factor de producción hegemónico, estando trabajo y recursos naturales a su disposición.

Nadie se debería asombrar:a tal sistema le conocemos por capitalismo.

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