'INSIDE JOB', LA CLANDESTINA DENUNCIA DE LA CRISIS

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José Antonio Zarzalejos 

El pasado sábado a las 16 horas sólo un puñado de espectadores -quizás no llegásemos al centenar- asistíamos en una de las salas Renoir de la madrileña Plaza de España a la emisión de Inside Job, el documental oscarizado de Charles Ferguson que relata con rigor y un ritmo vivo los distintos hitos de la crisis financiera que estalló en 2008. Y antes de entrar en alguna consideración acerca de su contenido, permítanme que me declare perplejo: algo ocurre cuando tan premiado y esclarecedor documental se estrena en la capital de España y se emite sólo en una sala de la ciudad (en versión original subtitulada), dado que la cinta se ha convertido en referencia mundial del cine de denuncia e investigación. ¿Carece de recorrido comercial un film de estas características? ¿No hay interés en la opinión pública española en conocer los avatares de la crisis, quiénes fueron sus responsables y cómo se fraguó la recesión impunemente para los que la provocaron? ¿Han mediado intereses ocultos para reducir al máximo la publicidad y el número de salas dispuestas a proyectar este documental? No tengo respuestas a ninguno de estos interrogantes, pero, insisto, no dejo de preguntarme cómo es posible que en una ciudad como Madrid sólo una sala de dimensiones reducidas emita esta versión dura, combativa, pero rigurosa y seria, sobre el colapso financiero cuyas consecuencias aún estamos padeciendo.

El documental, relatado por la grave voz del actor Matt Damon, arranca de la presidencia de Ronald Reagan y termina en la deBarack Obama y diagnostica el origen de la crisis y su estallido en una política determinada y en una actitud moral. La política consistió en la desregulación progresiva -a veces vertiginosa- de la actividad financiera y de los bancos de inversiónamericanos y británicos; la actitud moral fue, claramente, la codicia desbocada de sus directivos. La desregulación llevó a la impunidad de gestores y políticos -que hicieron desde los noventa una auténtica sociedad recíproca de intereses- y la codicia les condujo, a los unos y a los otros, a la depredación de sus compañías hasta en los gastos en casas de lenocinio, como se acredita con un impactante testimonio de una madame de burdel cuyos clientes procedían de Wall Street y de la gran banca de inversión. El “descubrimiento” de los productos financieros derivados y su aseguramiento fraudulento, propiciaron beneficios adicionales desorbitados que provocaron el colapso.

La desregulación llevó a la impunidad de gestores y políticos y la codicia les condujo a la depredación de sus compañías hasta en los gastos en casas de lenocinio, como se acredita con el testimonio de una madame de burdel cuyos clientes procedían de Wall Street

Como Ferguson sostiene en su documental, ninguna de las personalidades responsables de esas decisiones absolutamente críticas fueron llevados ante los tribunales; muchos de ellos siguieron cobrando bonus escandalosos y, lo que es peor, ni uno solo de los financieros y académicos que accedieron a ser entrevistados en el documental mostraron rastro alguno de arrepentimiento; ni siquiera ningún tipo de duda ética sobre cómo se condujeron. Evidentemente, los protagonistas más culpables del colapso no aceptaron enfrentarse a las cámaras, pero Ferguson los denuncia por ello con sosiego y contundencia.

El director del documental tiene la sospecha de que este género fílmico podría sustituir al demediado periodismo de estos tiempos (en Madrid, no, desde luego), pero acierta a plantearlo desde una perspectiva correcta: la actual “era una crisis totalmente evitable; de hecho, en los 40 años posteriores a las reformas que se llevaron a cabo tras la Gran Depresión, Estados Unidos no tuvo ni una sola crisis financiera. Sin embargo, la progresiva desregulación del sector de las finanzas desde finales de los ochenta, ha dado paso a una industria cada vez más delictiva, cuyas ‘innovaciones’ han generado una sucesión de crisis financieras. Cada crisis ha sido peor que la anterior, y sin embargo, gracias al creciente poder y a la riqueza de la industria, muy pocas personas han sido encarceladas. En el caso de esta crisis, nadie ha ido a prisión, a pesar de que el fraude ha causado pérdidas de billones de dólares”.

Existe una razón adicional para contemplar este documental: el reciente destape de los escándalos de las agencias de calificación (Moody’s, S&P y Fitch) a las que el Congreso de los Estados Unidos ha calificado como piezas esenciales de “la maquinaria de destrucción financiera” y a las que atribuye “fallos abismales”. Escuchar en Inside Job a Jerome Fons, ex director de política crediticia de Moody’s Investor Services, resulta un espectáculo impagable de cinismo. Claro que al público de Madrid se lo han puesto difícil. Por lo visto es más importante hacer taquilla con Torrente IV que un poco de pedagogía con Inside Job.

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