LA GUERRA PERDIDA DEL PETRÓLEO

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Ernesto Ekaizer, en ´La voz de Asturias'

Desde el comienzo de la ola revolucionaria en el mundo árabe, los precios del crudo han subido alrededor de 20 dólares/barril. Y aunque no hay una justificación técnica para ello, pueden seguir todavía su curso ascendente o, simplemente, mantenerse por encima de los 100 dólares/barril.

Si Hillary Clinton admitió el miércoles que la revolución en marcha está suponiendo "perder la guerra de la información que está ganando Al Yazira", no es menos cierto que EEUU y la UE, entre otros, están perdiendo también en otro frente estratégico: la guerra del petróleo, en la que habían apostado durante años por el respaldo a los regímenes autoritarios en Oriente Próximo y el Magreb. Una región que produce casi 30 millones de barriles al día, el 36% de la producción mundial, cifra que según el Departamento de Energía de EEUU se elevará al 43% en 2035.

El encarecimiento del crudo agrava las tendencias recesivas previas

Lo relevante es que los productores de Oriente Próximo forman parte de la liga más dinámica de exportadores regionales o individuales, con ventas de 20 millones de barriles diarios. Y en esa zona están localizadas dos terceras partes de las reservas existentes de crudo sin explotar en el mundo.

La apuesta de Occidente por la "estabilidad autoritaria" era, pues, estratégica. La revolución árabe en curso, con la amenaza potencial de llegar a La Meca, supone una derrota en toda la línea de la estrategia occidental. De ahí, la ambigüedad y los movimientos contradictorios de EEUU y la UE.

Lo que aquí está en juego, por tanto, es mucho más que el peligro de un nuevo shock petrolero o la amenaza de una recesión. La subida de 20 dólares/barril desde el comienzo de la revolución carece de fundamentos técnicos. No hay amenaza real a los abastecimientos mundiales. Y ahí está la subida de la producción saudí para probarlo.

Las operaciones con derivados han movido billones sin vender un barril

Pero si esta subida carece de justificación, ¿qué decir de los 147,25 dólares alcanzados por el barril de crudo el 11 de julio de 2008 en Nueva York y los 145,98 dólares en Londres ese mismo día? A menudo, la crónica de la Gran Recesión, de tanto enfatizar el carácter financiero de la crisis, pasa por alto que la colosal subida del precio del crudo ayudóa generalizar y agravar unas tendencias recesivas que ya estaban en marcha. Y así estábamos, ante una crisis. Pero no había una amenaza para el abastecimiento. No se incendiaba Oriente Próximo. La crisis que se incubaba era el hundimiento del Titanic financiero.

¿Acaso los 74 dólares/barril pagados desde fines de 2009 hasta el valor medio de 80 dólares/barril de lo abonada en 2010 han respondido a la oferta y demanda?

Ni la demanda ni las existencias de la OPEP han justificado dichos precios. En cambio, los precios spot (día a día) han sufrido la tracción de los mercados sin regulación alguna, donde se han movido operaciones con derivados por valor de billones de dólares sin que se moviera un barril de petróleo real.

Es previsible que la revolución árabe sea un proceso muy largo, y que sus efectos sean más devastadores que un shock pasajero. En este sentido también es verdad que ya nada volverá a ser lo mismo en Oriente Próximo y el Norte de África

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