¿A LAS PUERTAS DEL CAMBIO? ¿CUÁL?

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Rosa María Artal

Algo muy trascendental está ocurriendo. Pase que los árabes pobres se levanten contra sus dictadores, y que la evolución de algunos de los conflictos –no de todos por fortuna- esté llevando a los peores escenarios que cabía prever –léase Libia-. “Si puedes hacerlo mal ¿para qué te vas a molestar?” debe decirse la “comunidad internacional”. En esa guerra de cómodas opiniones que nos enfrenta aquí, por cierto, es tremendamente difícil mantener posturas unilaterales e inamovibles, porque la materialización de los acuerdos no depende de nosotros. Casi nada parece depender de nosotros, los europeos.

Pase que el África negra también cruja y Costa de Marfil arroje asimismo la cara más abominable que puede presentar un problema: el poder ganado en las urnas ha de dilucidarse a tiros, con centenares de víctimas, ensartados en codiciosos intereses económicos. Ramón Lobo helaba la sangre el otro día al escribir una terrible verdad: “África necesita desgracias grandes para lograr titulares pequeños”.Seguid leyendo para entender los entresijos de este conflicto, si no los sabéis.

¿Pase? Cada drama es un mundo y el de todos se convulsiona y apenas parecemos tener tiempo de engullir los acontecimientos. ¿Nada va con nosotros?

Ahora bien, lo que me hace pensar que nos encontramos ante los estadios finales de un sistema que traerá un cambio es… algo tan simple aparentemente como un artículo del Wall Street Journal. Sí, ése diario al que llaman “la Biblia neoliberal”, en liderazgo compartido con el “Financial Times” británico. El WSJ nos ha dictado doctrina sin cesar. A todos. A España en particular, dado que tienen a Aznar de asesor. Zapatero pasó a visitarles para “tranquilizarles” en su visita a EEUU en Septiembre de 2010. Mientras Salgado se iba al FT en Londres para lo mismo.

“O los ricos comienzan a pagar impuestos o se enfrentarán a una revolución”, ha escrito Paul B. Farell, uno de sus prestigiosos columnistas. El artículo del que informa El País no tiene desperdicio de principio a fin. Entresaco un párrafo, pero es digno de que no le sea perdida ni una coma.

“Sigan soñando”, apunta Farrell, que avisa de que el 93% de lo que se oye acerca de los mercados, las finanzas y la economía “son conjeturas, ilusiones y mentiras con el único fin de manipular en la toma de decisiones para sacar el dinero de los bolsillos” de la gente. “Ellos se enriquecen diciendo mentiras sobre los valores. Odian a las normas de la SEC [regulador de la Bolsa de EE UU] que les obligan a decir la verdad”. Y pone un dato como ejemplo: en los últimos 10 años, el 20% de los fondos de pensiones de los trabajadores -10 billones de dólares- se ha esfumado en Wall Street”, describe Ramón Muñoz.

Es decir, hasta los más recalcitrantes advierten que “los mercados” y los políticos que los sustentan –prácticamente todos- se han pasado, como se dice en España, tres pueblos. Y hasta en el EEUU, decepcionado por Obama, hay ya corrientes “revolucionarias” ¿o le quitamos las comillas?

En Europa, como vemos, lo que hay por el momento son movimientos… literarios. Rajoy sigue paseando su patético discurso neoliberal indeciso, o claro, pero indefinido en su concreción, mediocre hasta el sonrojo ajeno, y la ciudadanía continúa enzarzada en el dilema de los “galgos o podencos”. A todos los niveles. Desde Madrid o Barça, el uso manipulador del terrorismo, o las pugnas de candidatos.

En tanto se dedican horas a hablar de asuntos que deberían resolverse informativamente en 30 segundos (posibles candidatos políticos y el resto del dilema “canino” –galgos o podencos-), el mundo se está levantando. Si un neoliberal que trabajó para Morgan Stanley, Farell, alerta nada menos que desde el Wall Street Journal -estos chicos no dan puntada sin hilo-, que o cambian o la codicia les va a explotar en el gaznate -”¿Cuánto tiempo resta para que el resto de los países ricos estalle como Egipto?, pregunta- es que estamos ya en las puertas de un cambio.

No en Europa, parece. Ciego y sordo dormita el paquidermo azul de la UE. Peor en España que se dispone a profundizar en la barbarie neoliberal de la mano de políticos bien poco edificantes. No sé cuántos se salvan, de todos modos, de esa consideración. Alguno habrá. Que pida ayuda desde la cárcel de sus “aparatos”, igual deberíamos ayudarle. Empieza a urgir que alguien se mueva en la dirección correcta. O que se mueva al menos.

“La Historia no admite vacíos: imparable la Vida los llena. Todo ocaso ofrece una ocasión”. Lo dice José Luis Sampedro en Reacciona. Circunstancias similares se dieron tras el crack del 29, entonces el vacío lo llenaron los “itsmos”: fascismo, nazismo, y la revitalización del comunismo totalitario… y una guerra. No tiene por qué suceder lo mismo ahora. Algo o alguien llenará el vacío. Que sea la cordura, la justicia, la democracia.

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