ACCIONISTAS DE S&P Y MOODY'S SE PREPARAN PARA COMPRAR BARATO EN LAS PRIVATIZACIONES

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Pere Rusiñol

En mayo de 2010, inmediatamente después de la decisión de la UE de emprender un duro ajuste coordinado en todos los países, el jefe de deuda soberana de Moody's, Pierre Cailleteau, dejaba su puesto en la agencia que, con sus rebajas de calificación, había desempeñado un papel clave en la crisis de la zona euro. Y en septiembre, Cailleteau estaba ya en Lazard, uno de los grandes bancos de inversión estadounidenses.

Un año después de aquella dramática decisión, que puso contra las cuerdas al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, la privatización de las cajas una de las consecuencias imperativas del giro de mayo de 2010, está a punto de iniciar una nueva fase con la salida a Bolsa de Bankia, prevista para julio y que marcará el tono del proceso de privatización de las cajas de ahorros en España. Y el principal asesor de la operación será precisamente Lazard, el banco donde recaló Rodrigo Rato tras salir del FMI y que en septiembre fichó a Cailleteau, el hombre que año tras año colocaba a España como el peor país en su "índice de miseria".

Lazard no es la única conexión con Moody's de la OPV: los cuatro bancos elegidos para colocar el tramo institucional Bank of America, Deutsche Bank, JP Morgan y UBS también controlan fondos que tienen acciones de la agencia, entre el 0,22% y el 0,43%. Y todos participan del accionariado de su principal competidor, Standard & Poor's, que se reparte con Moody's más del 80% de la cuota de mercado mundial. Si se agregaFitch Ratings, acaparan el 95% de la torta.

Ola de privatizaciones

Pero si el foco se coloca en los compradores potenciales de acciones, las vinculaciones con las agencias aún son mayores. Ante la ola de privatizaciones en marcha Bankia, Banca Cívica, Loterías, Aena y las cajas compitiendo a la desesperada por capital todos los analistas sitúan en la parrilla de salida a los grandes fondos estadounidenses, que llevan meses catando el sector y estudiando comprar acciones de cajas, cuanto más baratas, mejor: BlackRock, que mueve una cantidad que dobla y supera el PIB español, y sus mayores rivales, Capital Group y Fidelity.


Los fondos extranjeros han ganado ocho puntos de cuota de la deuda

Tanto BlackRock como Capital son accionistas importantes de Moody's, con el 6,3% y el 16,3%, respectivamente. Y también de S&P, de la que controlan el 5,3% y el 12,3%. Fidelity llegó a controlar en 2010 el 8% de Moody's.

La importancia que para el proceso de privatización tienen estos fondos de inversión accionistas de las agencias de rating que han forzado precisamente ese proceso es tal que el pasado octubre el rey recibió en la Zarzuela al consejero delegado de BlackRock, Lawrence Fink.

En realidad, estos fondos ya hace tiempo que son muy activos en España. También en los sectores donde se obtienen ganancias gracias a la crisis.

BlackRock, por ejemplo, es uno de los actores más importantes de la Bolsa española, pero también le saca partido cuando cae: es de las entidades que apuesta a corto; es decir, que gana si la acción baja. Y es el dueño de iShares, una de las principales herramientas de ETFs, el vehículo de moda precisamente para hacer apuestas a la baja.

Estos fondos con acciones significativas en Moody's y S&P tienen también participaciones en los principales bancos españoles, clientes todos de las agencias de rating y también víctimas cuando les rebajan la calificación: tanto BlackRock como Vanguard tienen más del 1% de los cuatro grandes Santander,BBVA, Popular y Sabadell y Capital Group suma hasta el 7% del Santander. El sector bancario lleva años exigiendo la privatización de las cajas, ahora encarrilada en parte por la presión de las calificadoras.

BlackRock, Vanguard yT. Rowe Price tienen asimismo inversiones significativas en deuda pública: en este momento, suman un mínimo de 7.500 millones se euros. Y en este mercado, las calificadoras desempeñan igualmente un papel clave: si rebajan la nota de la deuda soberana, el Estado se ve obligado a pagar un interés mayor para poder colocar sus bonos.

En 2010, España tuvo que pagar más por su deuda. Según el último Informe Anual del Mercado de Deuda Pública, el bono español a 10 años pasó del 4% al 5,45%. Y los grandes beneficiarios fueron los inversores extranjeros, que ya acaparan el 55% del saldo total tras ganar este año tan rentable 8,6 puntos.

Aunque las entidades de crédito perdieron globalmente peso, los mayores fondos individuales con deuda pública española pertenecen al Banco Santander y al BBVA, grandes clientes de las agencias de rating: los ingresos de estas proceden de las entidades cuyos productos califican.

"El conflicto de intereses de las calificadoras es múltiple e increíble y uno de los más descarnados es que los fondos participen de su accionariado", afirma el economista Alejandro Inurrieta, profesor del Instituto de Estudios Bursátiles. Y añade: "El problema es que son demasiado poderosas y el que trate de limitar su poder tiene muchos números para salir chamuscado".
Cautela del Gobierno

El último que lo ha pedido, la semana pasada, es la Eurocámara, que exige la creación de una euroagencia pública. Pero ningún gobierno de la UE los que deben lidiar con el encarecimiento de la deuda lo apoya: "Nos guste o no, necesitamos a las calificadoras porque una agencia pública no tendría credibilidad en los mercados", afirma un portavoz de Economía.

La Eurocámara también ha advertido contra el "conflicto de intereses", al igual que el Congreso y la SEC en EEUU, el G-20, la Comisión Europea, el FMI, y, el pasado viernes, el mismo presidente de la CNMV, Julio Segura. Pero el marco general sigue siendo la autorregulación, como antes de la crisis. Ante este escenario de bloqueo han empezado a surgir iniciativas para que sean los tribunales los que examinen el "conflicto de intereses": en España, se presentó a finales de febrero una querella contra Moody's, S&P y Fitch.

Ninguna de las tres grandes agencias ha contestado a las preguntas de Público sobre el supuesto "conflicto de intereses", ni sobre la querella presentada en España. Pero las agencias siempre los niegan con el argumento de las "murallas chinas" que supuestamente se levantan alrededor del área de rating.

"En las agencias hay unas murallas chinas muy estrictas entre el departamento de rating y las otras divisiones, puesto que el primero trabaja con información privada de las empresas que califica y el resto únicamente con información disponible públicamente", explica un exdirectivo en España de una de las grandes agencias de rating.

Pero incluso si las "murallas chinas" funcionaran dentro, no está tan claro que se perciban fuera: todas las calificadoras tienen también otros negocios de consultoría, que ofrecen servicios alternativos a las mismas entidades cuyos productos luego evalúan.

Este negocio es cada vez más importante y también ha crecido con la crisis: Algorithmics, la firma de soluciones financieras vinculada a Fitch Ratings, ingresó 121 millones en 2010, un 10% más que en 2009. En el mismo año, Fitch Ratings facturó 487,5 millones, con un crecimiento inferior: del 6,3%.

El pasado 21 de diciembre, la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA) renovó su contrato con Algorithmics. Y la nota de prensa de Algorithmics lo justificaba porque sus herramientas, insistía, iban a ayudar a los miembros de laCECA "en un periodo de consolidación en el mercado español motivado por la crisis financiera".
Golpe al Banco de España

Sin embargo, uno de los mayores golpes a las cajas en dificultades lo propinó apenas dos meses después Moody's. El 10 de marzo, sólo unas horas antes de que el Banco de España cifrara en 15.152 millones las necesidades extra del sistema financiero español, Moody's rebajó la calificación de deuda española y cifró las necesidaes del sistema financiero en 120.000 millones, casi 10 veces más. La comparecencia en el Banco de España estaba prevista de antemano. Pero la nota de Moody's, difundida al abrir la Bolsa, la reventó.

Dos semanas después, Moody's degradó a todas las cajas, salvo La Caixa. Fuentes del sector explican que cada degradación agrava los problemas financieros en una doble vía: encarece la financiación y acorta el plazo para pagar la deuda ya existente.

La suerte estaba echada: todas las cajas deben acelerar su privatización y probablemente a precios más baratos del que aspiraban, en beneficio de los fondos interesados en comprar, casi todos accionistas o clientes de Moody's.

En ocasiones, esta frontera tan difusa con potencial polémico, donde supuestamente se levantan "murallas chinas", trasciende incluso al propio grupo de la firma de rating y se extiende a sus trabajadores o consejeros. En España, Jesús Betrian, secretario no consejero de Fitch Ratings desde 1996, es al mismo tiempo consejero de siete empresas de sectores que van de la consultoría a la publicidad, pasando por la auditoría. Una de ellas, la multinacional Ketchum Pleon ha realizado campañas en España para ING.

Otro ejemplo, entre muchos posibles: el currículum del ejecutivo del sector Matias Torrellas incluye el paso de Lehman Brothers (1994-2000) a Merril Lynch (2000-2003), luego a Fitch Ratings (2003-2007), donde fue director senior, y desde 2007, Caixa Catalunya. Es decir, de los bancos de inversión que lanzaron los complejos productos estructurados que llevaron a la crisis a las agencias de rating que dieron la máxima calificación a estos productos y, finalmente, a las entidades que pagan a las agencias de rating para que les evalúe y que aspiran a obtener la mejor calificación posible.

Como el sector se autorregula, el tránsito es legal. Como también el del jefe de Moody's, que en tres meses ya estaba en Lazard.

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