EN Y PARA EL DECRECIMIENTO

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Enrique Javier Díez Gutiérrez

El decrecimiento es un concepto político, una forma de entender la organización social, económica y política que se enfrenta radicalmente con el sistema capitalista en que nos movemos, planteando que este sistema no es ni el único ni el mejor.

“Las cosas no son así. Están así y podemos cambiarlas” (Paulo Freire). Hay otra manera de hacer las cosas, otra manera de vivir: supeditar el mercado a la sociedad, sustituir la competencia por la cooperación, acomodar la economía a la economía de la naturaleza y del sustento de las necesidades básicas. El decrecimiento nos lleva a vivir mejor con menos: menos comida basura, menos estrés, menos pleitesía al consumo.

El decrecimiento es un concepto paraguas en construcción, un espacio donde desarrollar experiencias alternativas. Y es tarea de todos y todas llenarlo de contenido, imaginar la sociedad futura. Ahora bien, es necesario no malinterpretar la palabra decrecimiento. No se trata de vivir todos en la miseria, ni renunciar a las conquistas de la ciencia y la técnica y volver a vivir alumbrándonos con velas y yendo en burro. Son caricaturas que nada tienen que ver con lo que significa el decrecimiento.

Tampoco se trata de orientarse hacia un consumo responsable, sino hacia un no consumo. No se trata de producir coches ecológicos, que gasten menos o que sean menos contaminantes; se trata de desmontar la gran industria del automóvil. No se trata de hacer lo mismo pero en menos cantidad. El decrecimiento es la opción deliberada por un nuevo estilo de vida, individual y colectivo, que ponga en el centro los valores humanistas: las relaciones cercanas, la cooperación, la participación democrática, la solidaridad, la educación crítica, el cultivo de las artes, etc. Es aquello que quizás hemos oído tantas veces: es más importante ser que tener.

Se trata de dar la vuelta a la tortilla del nefasto dicho popular “tanto tienes, tanto vales”, y reafirmar la confianza en que el auténtico bienestar, la felicidad de las personas, la igualdad entre los pueblos y la preservación del planeta, pasan por una nueva forma de vivir donde lo importante sea crecer en valores, los valores que han inspirado los mejores logros de la humanidad: fraternidad, justicia, igualdad, dignidad humana.

Extraído del artículo ‘Educar en y para el decrecimiento’ de Enrique Javier Díez Gutierrez en Cuadernos de Pedagogía nº 421. Marzo 2012

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