LOS VERDADEROS MOTIVOS DE POR QUÉ HAY ECONOMÍA SUMERGIDA

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Manuel Caraballo, en Gurus Blog

No hay que ir muy lejos para darse cuenta de los verdaderos motivos de la existencia de economía sumergida, si bien es cierto que la hay en todos los países europeos y a todos los niveles, desde la hostelería de barrio hasta las grandes corporaciones bancarias.

Los países del sur tenemos fama de ser más proclives a desarrollar nuestra economía informal en un porcentaje superior a los países del norte, y es seguro que el clima no tiene nada que ver en esa cuestión.

Desde hace décadas sabemos por nuestra propia experiencia diaria que la economía informal (sumergida) la hay y puede ser importante, desde el fontanero hasta el abogado, el electricista al dentista,… Desde el momento en el que no nos presentan una factura, sino un simple ticket o recibo, hay que pensar que ese dinero que pagamos no va a ser declarado al fisco con seguridad.

Como economistas sabemos que hacer el cálculo de esa economía informal (sumergida) es imposible por propia definición, así que nos tenemos que conformar con meras aproximaciones que no dejan de ser “sospechosas” de sufrir grandes imprecisiones. La última la que nos ofrece un informe de Visa Europa que calcula que la economía sumergida en España alcanza un valor de unos 195.600 millones de euros, el 18,6% del PIB, e indica igualmente que el peso de la misma no ha variado significativamente desde 2008 a pesar de las voces escandalizadas de algunos medios de comunicación, más preocupados por esta cuestión que por la gestión eficiente de nuestro dinero público.

La impresión que tenemos los economistas es que la experiencia de calle nos indica que la economía sumergida es muy superior que las cifras que indica ese informe.

Pero, ¿cuáles son los motivos de que tengamos unas tasas de economía sumergida superiores a los países del Norte?

Desde mi punto de vista habría que señalar principalmente tres:
La elevada presión fiscal.
La baja productividad general de nuestro tejido productivo.
El nefasto ejemplo que supone la elevada corrupción política.

Hay otros factores que influyen en esta tasa de economía sumergida como por ejemplo, una mentalidad “tolerante” e incluso justificante del fraude, falta de medios de control, legislación favorecedora de estos delitos, una alegre política de indultos que supone 1,6 cada día de media desde 1996, que abarca a grandes defraudadores.

Una fiscalidad elevada que origina uno de los esfuerzos fiscales más altos de la OCDE junto con unas cargas sociales desorbitadas hace que muchas empresas se vean obligadas a no declarar parte de sus ingresos como medio de subsistencia.

En relación al segundo de los motivos principales, indicar que nuestra economía en general adolece de una alta dosis de productividad. Eso significa que la competitividad se debe conseguir a base de precios reducidos.

En la actual crisis económica, y en nuestra función de consultores en cuestiones empresariales, reducción de costes, búsqueda de rentabilidades mayores, reducción de pasivos, puesta en rendimiento activos infrautilizados y cuestiones por el estilo, vemos como las empresas de todo tamaño y condición siguen el mismo camino:
Reducción de los costes en la medida de sus posibilidades.
Eliminación de todo lo superfluo.
Reducción de los efectivos de personal, incluso incurriendo en nuevos créditos para hacer frente a costes de despido.
Empezar a trabajar en la economía sumergida en porcentajes crecientes.
Si los problemas persisten, incluso llegar a trabajar exclusivamente en economía sumergida (hablamos en este caso de autónomos o muy pequeñas empresas).
Cierre.

Los empresarios, especialmente los de pequeñas empresas y autónomos siguen siempre el mismo camino antes de echar el cierre a su proyecto, que también significaría la pérdida del propio puesto de trabajo y posiblemente el de algunos miembros más de su familia. No es un plato de buen gusto, precisamente.

En nuestro trabajo diario vemos que a estas empresas pequeñas y autónomos llegan a esa situación por una simple cuestión de supervivencia. Los costes fiscales y sociales son tan elevados que la empresa simplemente no es competitiva. Para serlo debería tener más afluencia de clientes, de ventas, y unos márgenes mayores. Se encuentran con la siguiente tesitura: si sube los precios, los clientes se van a la competencia, y si los mantienen en esos niveles, debe finalmente cerrar. La solución pasa por reducir los costes fiscales y socialesdentro de la economía.

Por otro lado, y referente a la tercera cuestión importante de por qué tenemos tanta economía sumergida en España, y es propio de nuestro país y de algún otro del Mediterráneo, como Italia o Grecia, es la más que patente corrupción política a todos los niveles.

Muy frecuentemente nos encontramos con empresarios que nos indican que deben pagar a tal o cual político para que les haga un pedido de sus productos. A pesar de los escándalos que diariamente salpican los medios de comunicación, muchos políticos siguen con ese tipo de prácticas delictivas. Que no quepa duda, en los medios de comunicación sólo vemos la punta del iceberg.

Para las personas que minusvaloran este problema, indicarles que una comisión ilegal significa claramente que hay facturas “hinchadas” para hacer frente a esos pagos ilegales, y que ese dinero sale de los impuestos que pagamos los contribuyentes. No se trata de un mal menor, sino de un auténtico cáncer que ataca a lo que debería ser lo más sagrado: el dinero del contribuyente.

Si todos vemos constantemente esta situación, y muchos la padecemos en nuestras propias empresas, ¿qué motivo ético hay para que nuestro cumplimiento fiscal sea irreprochable?

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