DIEZ APUNTES (Y UNA POSTDATA) SOBRE EL CESE DE PEDRO J

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Jesús Maraña en infolibre.es

La destitución de Pedro J. Ramírez como director de El Mundo es una de las noticias más trascendentes de los últimos años en el ámbito periodístico, pero además tiene un calado político cuyas consecuencias exactas sólo podrán medirse con el paso del tiempo. Lo ya leído y escuchado estos días merece algunas consideraciones.

1.- Que el cese del fundador y director del segundo diario en papel de tirada nacional (y uno de los periodistas más influyentes de la democracia) fuera anticipado y analizado por medios digitales y en las redes sociales, no sólo antes sino más profundamente que por la prensa tradicional, lo dice todo acerca de la distancia entre los púlpitos periodísticos y la realidad de la comunicación con los ciudadanos.

2.- Argumentar que Pedro J. no habría sido destituido si El Mundoganase mil euros al año en lugar de perder 400 millones es una obviedad. También lo es recordar que otros diarios mantienen pérdidas millonarias sin que les cueste la cabeza a sus respectivos directores. Habrá otras prioridades.

3.- Sostener como excusa de este cese que El Mundo ha perdido ingresos por más de 15 millones de euros en publicidad institucionaldesde que empezó a publicar informaciones sobre los papeles de Bárcenas es complicado conociendo a Pedro J. Si ése fuera el único problema, El Mundo habría iniciado una campaña por tierra, mar, aire, radios, televisiones y juzgados denunciando la discriminación y hasta sacando provecho de la misma.

4.- Creer que la irritación del Gobierno de Rajoy con los palos recibidos por el mismo director que lo 'vendió' durante la agonía de la etapa Zapatero como solución a la crisis económica y al paro no tiene nada que ver con la destitución de Pedro J. sería igualmente una ingenuidad.

5.- Que el propio Pedro J. Ramírez afirme ante la Redacción de El Mundo que su cese se debe a motivos políticos y a presiones del Gobierno tras la publicación del SMS de Rajoy a Bárcenas o a su línea editorial sobre el caso Urdangarin hace un flaco favor a su propio equipo. Genera una duda sobre la credibilidad e independencia del periódico. O se es martir de la libertad de expresión o se es cómplice de su atropello. Sorber y soplar a la vez no es posible. Si Pedro J. reivindica un legado de independencia, lo que tiene que hacer es irse, y no condicionar su salida definitiva a futuros incumplimientos en la línea editorial o en las decisiones empresariales. Por más de diez millones de euros entre pensión y finiquito debe de resultar sencillo ejercer de héroe o vigilante de las esencias.

6.- Escribir (como han hecho algunos queridos colegas) que la caída de Pedro J. (61 años) es la del “último dinosaurio (periodístico) de la Transición” es simplemente falso. Se olvidan de Juan Luis Cebrián, que en octubre cumplirá 70 y sigue al mando del primer periódico nacional, con pérdidas multimillonarias, un endeudamiento imposible de pagar y una línea editorial que (teóricamente) desde el centro-izquierda pretende apuntalar y justificar las medidas económicas neoliberales del Gobierno Rajoy. Todo vale con tal de conseguir que los acreedores soporten el agujero y Rajoy ayude a encontrar un comprador generoso para algunas unidades de negocio del grupo Prisa.

7.- Que Pedro J. Ramírez ha sido más Hearst que Kapucinsky resulta innegable: ha puesto siempre el interés de vender periódicos por delante del servicio a una causa justa. Ha alimentado y defendido una ignominia sobre los atentados del 11-M (la persecución civil de Pilar Manjón es suficiente para ensuciar cualquier otro mérito). Que es uno de los más hábiles e inteligentes periodistas de la historia de España, indiscutible. Que siempre aspiró a ser algo más que periodista, a condicionar las decisiones políticas sin haber sido elegido para ello, sin duda. Probablemente su paso juvenil por EEUU, su obsesión con encontrar en España uno o cinco 'Watergates', le ha marcado siempre.

8.- Que Pedro J. supo ver los efectos de la revolución digital y ha tenido el coraje de reivindicar el valor del periodismo mientras otros alimentaban el disparate de dar gratis en Internet el contenido que pretenden cobrar en papel un día más tarde es una evidencia y un mérito.

9.- Que Rajoy, por acción o por omisión, ha conseguido otra muesca en su aparentemente inofensivo pero eficacísimo revólver, es meridiano. Sin ruido, sin alharacas, va despachando enemigos uno tras otro: Aznar, Aguirre, Gallardón (ahorcado políticamente en su propia soga de la reforma del aborto autorizada por el propio Rajoy)... y ahora Pedro J.

10.- La combinación de la presión política y el ahogo empresarialque ha sufrido El Mundo es un detonante más de la necesidad de nuevas fórmulas para ejercer el periodismo. Si no se quiere depender de grandes empresas, de grandes bancos o de poderes políticos, sólo cabe confiar en un pacto entre periodistas y lectores: en los contenidos y hasta en la propiedad de los medios.

P.D. Nadie es neutral ni equidistante, por más que se empeñe en autoproclamarse como tal. Disculpen que escriba en primera persona: trabajé en El Mundo más de cuatro años, y viví como responsable de la sección política la canallada del vídeo de contenido sexual con Pedro J. como protagonista. Algunos nos negamos a visionar aquella infamia. De aquella etapa me nació un insomnio que todavía dura, pero sobre todo una convicción ética: ni en el periodismo ni en la política ni en el ejercicio de la ciudadanía puede valer todo. Pedro J. Ramírez contiene quizás lo mejor y lo peor del periodismo. Otros también, pero se les perdona más.

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