LOS CRÉDITOS 'ÉTICOS' SÍ SE DEVUELVEN

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Pere Rusiñol, en eldiario.es
Cuando una cooperativa o una entidad sin ánimo de lucro acude a un banco convencional para pedir un préstamo tiene muchísimas posibilidades de irse con las manos vacías: en el circuito convencional, el crédito está seco salvo para los gigantes.Además, el mundo financiero oficial ha colocado un sambenito de sospecha adicional sobre la economía social que hace que a ésta le sea más difícil aún lograr financiación.

En los últimos años, el auge de la banca ética en España —en sus distintas caras, desde la banca con valores (Triodos) hasta la banca cooperativa (Fiare Banca Etica) pasando por la cooperativa de servicios financieros (Coop 57)— y la resistencia de las cooperativas de crédito han aliviado un poco esta situación y han servido para consolidar a la banca ética como “el aceite que ayuda al engranaje del mercado social para que pueda funcionar”, en palabras de Xavi Teis, de Coop57.



Y ahí viene la gran paradoja: la banca tradicional en España tiene una mora (porcentaje de créditos impagados) nada menos que del 13%, una cifra que la ortodoxia económica considera inasumible y un buen termómetro de la enfermedad del conjunto del sistema financiero. En cambio, la mora en las finanzas éticas oscila sólo entre el 2% y el 4%.

Es decir: los créditos de la economía social rechazados por inviables según los métodos de la banca convencional, resulta que se devuelven casi siempre.

No es ningún milagro, sino que la lógica funciona: las finanzas éticas se basan sobre todo en los lazos de confianza recíproca más que en las cláusulas enrevesadas y la letra pequeña, y se genera un marco ideal para que la empresa consiga el dinero y luego lo pueda devolver.

El caso de Coop57 es especialmente ilustrativo para entender la cadena de filtros de confianza que acaban asegurando la devolución del crédito y los mecanismos originales que está inventando la economía social para reducir al mismo tiempo el riesgo y los agobios de los deudores y facilitar así que fluya el crédito en las empresas de la economía social, a menudo rechazadas por la banca tradicional: Coop57, fundada en 1995, ha tenido un gran crecimiento desde 2008, coincidiendo con el estallido de la crisis: ahora cuenta con 3.000 socios individuales y 600 entidades socias en toda España y gestiona aportaciones por valor de 23 millones de euros. De las entidades socias, 350 tienen a Coop57 como única entidad financiera, y en las condiciones actuales es evidente que difícilmente podrían encontrar financiación en ningún banco convencional.
Evaluación social previa

La primera originalidad es que no cualquier empresa puede pedir financiación en Coop57 por muy saneados que tenga los balances: tiene que ser previamente socia de la entidad, y para ello tiene que superar la “evaluación social”. “Nuestra razón de ser es fomentar el cooperativismo y, por tanto, destinar nuestros recursos a ello”, subraya Teis.

Cualquier empresa candidata a ser socia debe responder a un cuestionario y recibir a una comisión de Coop57. No es ninguna exigencia ser formalmente una cooperativa ni el serlo garantiza la aceptación como socio: “Nos interesa qué hace la empresa y cómo lo hace y nos entenderemos si llegamos a la conclusión de que aporta algo positivo a la sociedad y no sólo a sus dueños”, destaca Teis, quien añade: “Más allá de evaluar, aquí empieza el proceso para conocernos, que es clave para la confianza”.

Superado el primer filtro de entrada, si una entidad socia pide luego financiación debe lograr un doble visto bueno: el del impacto social y el de la comisión técnica, que como cualquier banco estudiará la viabilidad económica del proyecto y la capacidad de devolver el crédito. En la comisión técnica no hay manga ancha: está formada por socios con conocimientos financieros.

En estos momentos, los préstamos para inversión de Coop57 rondan un tipo del 6,5%, pero ésta es ya la cifra definitiva porque no hay que añadir ningún otro gasto. Ni notario ni nada: si se ha llegado a conceder el crédito, es porque existe ya suficiente confianza y no hace falta notario. Es esta misma dinámica la que permite una de las mayores originalidades de todo el ciclo: el aval mancomunado personal.

En lugar de exigir un aval convencional, que también encarecería la petición de financiación, se opta por diseminar el riesgo de impago entre la masa social de la entidad que ha recibido el crédito. Imaginemos que una entidad ha recibido un préstamo de 20.000 euros y que tiene que buscar un aval por la misma cantidad por si no pudiera llegar a devolverlo. Pues busca un centenar de avalistas dentro de su propia gente, que asumen cantidades entre 50 euros y 1.000 euros, por ejemplo. Sólo tendrán que pagar estas cantidades en el caso de que su entidad no pueda devolver el préstamo y evidentemente van a implicarse a fondo para ayudar a que el proyecto sea un éxito.

”El mecanismo de aval acaba fortaleciendo el proyecto”, explica Teis, “y es ideal para entidades con base social potente y comprometida”. Con estas premisas, que un banco convencional no valora, lo raro es que el crédito no se devuelva. Si llega a ser este el caso, nadie se arruina por ello porque el aval se ha diseminado entre muchos y, además, Coop57 examina antes todas las posibilidades para evitar la ejecución, desde la refinanciación hasta la carencia, porque el deudor no es sólo cliente, sino que también es socio y, por tanto, de confianza. Siempre la confianza: la misma que explica por qué los avales mancomunados tampoco se llevan ante notario.

Si ni siquiera esto sirve para evitar el impago, entonces Coop57 detiene el proceso con el único objetivo de recuperar el capital sin hacer daño: en este momento se dejan de generar intereses y se buscan fórmulas para que los avalistas tengan flexibilidad para los pagos, sin sobrecargos e incluso en plazos. Por tanto, el capital casi siempre se acaba recuperando.
Fondo de garantía

Para este apenas 2% de mora que tiene Coop57, la entidad también ha inventado una solución original: ha constituido un Fondo de Garantía de Préstamos interno, un colchón al que destina un porcentaje de las aportaciones voluntarias de los socios de la entidad. El fondo recién nacido suma 90.000 euros, y a medida que vaya creciendo se convertirá en la mejor garantía para cubrir la morosidad sin tener que echar mano jamás de los fondos propios.

No hay magia en la bajísima morosidad de las finanzas éticas, sino más bien pura lógica, confianza y mucha imaginación. Y mente abierta para apartarse de los dogmas que siguen instalados en el sector financiero y el mundo económico oficial como si no hubiera habido ningún crash.

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