Para la clase dominante no sólo hay que salvar materialmente el capitalismo sino también ideológicamente. La receta es sencilla: no estamos ante una crisis del capitalismo sino del capitalismo malo. Una muestra elocuente y descarada de cómo reinventar los términos lo tenemos en un artículo de Mario Soares, expresidente de Portugal, que publica hoy El País (8/10/08). En dicho artículo, titulado “El fin del 'capitalismo de casino'”, Soares culpa de la crisis a esa variedad de capitalismo. Así que si las cosas van mal no hay más que seguir la siguiente receta: 1. Sacarse de la manga que no existe un sólo tipo de capitalismo sino varios 2. Inventar alguna expresión llamativa para calificar a la variedad perversa del capitalismo 3. Echar todas las culpas de la crisis a esa variedad en concreto 4. Salvar al capitalismo a secas, que ahora nadie sabe lo que es pero que potencialmente debe ser algo estupendo a lo que hay que regresar lo más pronto posible ¿Pero qué es ese “capitalismo de casino”? Según Soares, es “esa clase de capitalismo que creía en una especie de mano invisible y en la autorregulación del mercado”. Disculpe, ¿no es ése el principio fundamental del “capitalismo a secas”, el de toda la vida? ¿es usted un ignorante o un sinvergüenza? Más adelante encontramos la siguiente vuelta de tuerca, cuando el socialismo se convierte en capitalismo. Según Soares, tras la Segunda Guerra Mundial surge, a raíz del New Deal y el modelo escandinavo, “un capitalismo de marcada dimensión social” que contrastaría con el actual, “sin reglas éticas ni la menor preocupación social ni ambiental”. Claro que hasta hace poco no se hablaba del “capitalismo sueco” sino de un “socialismo sueco” (1) que supuestamente se estaba derrumbando, como en su momento se acabó el “socialismo” en Estados Unidos (Milton Friedman llamó a Nixon “el presidente más socialista” que tuvo el país (2)). Y por cierto, ¿por qué nadie habló de un “socialismo malo” cuando cayó la Unión Soviética? Dejando al margen las etiquetas, el tema central radica en cuál debe ser el papel del estado en la economía. Y aquí es donde los capitalistas/neoliberales no querrán entrar a fondo, porque tendrían que reconocer que lo de la autorregulación del mercado, que es su principio fundamental, es un mito. Si existiera tal “mano invisible”, tal eficiencia del mercado, tales ajustes rápidos de oferta y demanda, etc., no tendríamos recesiones cada dos o tres lustros ni crisis financieras como las que vivimos. Y hablar aquí de “excesos” de ambición o de codicia es un mal chiste, ¿o es que no se basa el capitalismo en la obtención del máximo beneficio por parte de las empresas? ¿dónde está el componente ético en las ecuaciones de la teoría económica liberal? No existe tal cosa, tan sólo variables como el gasto, los impuestos, los tipos de interés, la productividad, etc. Ahora vemos en las noticias otros absurdos del tipo “el estado salva el mercado”. No, el estado no puede salvar el mercado porque es justamente su negación: más estado, menos mercado. Lo que hace el estado es gastar el dinero de los ciudadanos, los mismos que están sufriendo el sistema, para arreglar el desastre que dicho sistema ha causado y que, finalmente, el sistema pueda empezar un nuevo ciclo de depredación y latrocinio masivo. Es eso o la revolución. Javier Adler
CAPITALISMO BUENO... Y MALO
| author: jose luis ochoaPosts Relacionados:
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