Nunca he entendido por qué un militar tiene que incumplir la ley por contentar a un ministro y, de paso, deshonrar a su uniforme y a sus compañeros de armas. Puedo entender que prefiera abstenerse de opinar por miedo a que su carrera sufra un revés.
Cada día les ocurre a decenas de miles de seres humanos: dicen amén a sus jefes para evitar represalias.
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