Lo primero que salta a la vista cuando se observan las reacciones actuales ante el derrumbe económico es que nadie sabe lo que hay que hacer. Esto surge debido al hecho de que la incertidumbre es parte del juego económico; la manera en cómo reaccionará el mercado depende no solamente de la confianza que los principales actores otorguen a las intervenciones gubernamentales, sino también, y es esto aún más importante, dependerá del grado de confianza que ellos estén dispuestos a otorgar a los otros actores implicados; es decir, no se puede tener en cuenta, con certeza, los efectos de sus propias intervenciones. Estamos así obligados a hacer elecciones sin disponer del conocimiento necesario que nos permita elegir claramente, o, como dice John Gray: “Estamos obligados a vivir como si fuésemos libres”. Pero, puesto que no cesamos de repetir que la confianza y la credibilidad son determinantes, nos deberíamos de preguntar en qué medida el hecho de que la administración americana esté, justo en medio del pánico, aumentando el riesgo de sus apuestas, no ha agravado el peligro que ella misma intenta conjurar. Es fácil señalar la similitud entre el lenguaje utilizado por el presidente Bush en sus discursos tras los ataques del 11-S y aquel utilizado ante el colapso financiero: se podría decir que son dos versiones de un mismo discurso.
LA LUCHA DE CLASES EN WALL STREET
| author: jose luis ochoaLe Monde
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