Rajoy y el PP tienen dos palabras que no se les caen de la boca: “clase media”. Para ellos es como un bálsamo para ocultar sus verdaderas intenciones: bajar los tiempos a los que más tienen y reducir las prestaciones sociales a los que menos tienen.
El problema viene, y el PP lo aprovecha, de que en España casi todo el mundo en nada que tiene un sueldo, por escaso que sea, se considera miembro de la “clase media” y en consecuencia puede llegar a pensar que es el PP el que está defiendo su intereses, cuando realmente los intereses que defienden son los de unos asalariados y empresarios que ganan mucho más.
El hecho de considerarse miembro de la clase media hace que muchos ciudadanos empaticen con planteamientos que son contrarios a sus intereses convencidos de que esos planteamientos les conviene. ¿Tienen los mismos intereses dos parejas, una con un ingreso mensual de 1500 euros y otra de 4500? ¿Entonces por qué las dos se consideran de clase media?
La pérdida de la conciencia de donde uno se halla, de donde se encuentran sus intereses y de donde están los defensores de esos intereses reales es un terreno abonado al triunfo de la derecha. Uno puede votar desde donde está, desde piensa que está o desde donde le gustaría estar y el mundo de los deseos es tan libérrimo como, en ocasiones, estúpido.
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