Ramón Lobo
La foto que encabeza esta entrada la he robado del muro del feisbuk de Carlos de la Calle, fotógrafo de las cosas invisibles.
No me gusta la sociedad que hemos creado; tampoco la mayoría de sus actores. No me gustan la renuncia a las ideas, a los sentimientos y a las utopías. Entre tanta ley de la selva y tanto caníbal, suelto y en comandita, aun queda un espacio enorme para ser feliz, otra forma de radical rebeldía. Para ser feliz, o intentarlo, que tampoco hay que exagerar, es necesario encontrar un mundo paralelo. El mejor de los que conozco es el de los navegantes, gentes que carecen de miedo a las tormentas, aunque sean perfectas, porque ya se ahogaron en todas.
Termino este post que podríamos llamar de felicitación de año con una foto enviada por un amigo. Tanta inteligencia solo puede ser napolitana.
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