LA VUELTA DE TUERCA NEOLIBERAL EN CIERNES

 Consejo de Redacción ECCE

En anteriores editoriales de ECCE (Economía Crítica y Crítica de la Economía) hemos venido insistiendo una y otra vez en la importancia de una izquierda social y política fuerte que fuera capaz de enfrentar de forma popular las medidas liberales que estaban por llegar. La salida de la crisis, decíamos, dependía -y depende- de la relación de fuerzas entre lo que desde una perspectiva clásica se ha llamado capital y trabajo.

En las últimas décadas la izquierda social y política ha sufrido un fuerte declive que ha permitido, por el consecuente ascenso de la derecha, un crecimiento espectacular de la riqueza y el poder de las grandes corporaciones y de los grandes patrimonios, a la vez que se ha producido un progresivo pero importante deterioro en la cantidad y calidad de los servicios públicos ofrecidos por el Estado. Quizás el efecto más evidente de dicha regresión sea el importante deterioro de los salarios en la participación en la renta, que sigue una evolución similar en todo el mundo. Desde la crisis estructural de los años setenta una verdadera hegemonía capitalista, cobijada bajo el paraguas del neoliberalismo, ha dirigido la economía y la sociedad.

Ahora, tras la reciente crisis financiera y económica, se ha abierto una oportunidad para establecer un punto de inflexión en la tendencia regresiva provocada por tantos años de dominio neoliberal. Sin embargo, la izquierda se ha topado con la crisis en un momento de demasiada debilidad como para plantear alternativas que contaran con suficiente apoyo social. Y esta es una circunstancia que la derecha política y económica está aprovechando para mantener su control absoluto sobre la economía, radicalizando aún más sus propuestas regresivas y acentuando de esa forma la tendencia de los últimos años.

En esta labor no están solos, les apoyan (y les guían) desde think tanks, hasta teóricamente prestigiosas publicaciones internacionales, pasando por los consabidos mercados internacionales, que en realidad no son sino grandes inversores con estrategias bien pensadas para lograr mantener incólumes sus altas rentabilidades. Gracias a su presión han logrado hacer volver el adulterado debate sobre la supuesta insostenibilidad del sistema público de pensiones, sobre la completamente innecesaria reforma laboral y, en un sentido más amplio, sobre los planes de ajuste. La economía española, como ya está sucediendo con la griega, será el escenario de una nueva vuelta de tuerca neoliberal más. Presenciaremos así un intento de superar la crisis mediante reformas cuyos costes correrán a cargo de los mismos de siempre, esto es, de los trabajadores.

Estos debates que ahora emergen de nuevo están desde el primer momento absolutamente contaminados. Como ocurre en el caso de las pensiones, los medios de comunicación sirven de altavoces extraordinarios para difundir lo que a veces son medias verdades y otras directamente falsedades. La ofensiva está siendo muy dura y lo será aún más. Y la principal estrategia de todos esos poderosos actores (de carne y hueso, no nos olvidemos) a los que nos referimos será la de hacer pasar por inevitables e inaplazables sus propuestas económicas, cuando por el contrario existen centenares de voces perfectamente legitimadas que postulan precisamente lo contrario.

En este contexto, la reacción de los sindicatos, partidos políticos de izquierdas y el resto de colectivos sociales será crucial a partir de ahora. Sólo oponiéndose radicalmente y sin medias tintas a esta nueva estrategia neoliberal se podrá reconstruir la izquierda, algo que es un requisito indispensable para la consecución de una nueva forma de entender la economía. Sólo así, por otra parte, podrán ser escuchadas aquellas otras propuestas de reformas económicas necesarias para enfrentarse a la crisis y, de paso, tratar de transformar nuestra sociedad para que deje de estar guiada por la pura y simple búsqueda de una cada vez mayor rentabilidad.