¿ES EL GOBIERNO DE ZAPATERO SOCIALDEMÓCRATA?

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Vicenç Navarro

En la entrevista que Ana Pastor le hizo al presidente del gobierno, el Sr. Jose Luís Rodríguez Zapatero, en el programa Los desayunos de la 1 de TVE (lunes 31 de enero de 2011), éste negó que su gobierno pudiera definirse como neoliberal (tal como Ana Pastor le indicaba que muchos críticos lo definían), mostrando como prueba del error de tal diagnóstico el hecho de que el gasto público social en España había aumentado durante su período de gobierno (2004-2010) de una manera muy notable, muy por encima, de los gobiernos conservadores presididos por el Sr. Jose María Aznar. El Presidente Zapatero tomó este crecimiento del gasto público social como indicador de su identidad socialdemócrata.

Los datos que tenemos confirman que el gobierno Zapatero ha incrementado el gasto público social de una manera muy significativa, mucho más de lo que hizo el gobierno del PP. En sanidad, por ejemplo, el gasto sanitario público por habitante pasó de ser 1.264 euros estandarizados (euros modificados para homologar su capacidad de compra en países de distinto nivel de desarrollo económico) en 2004 a 1.675 en 2008, el último año del primer mandato del Presidente Zapatero y último año también que EUROSTAT (la agencia de recolección de datos de la Unión Europea, UE) ha publicado datos comparables para toda la UE. 
Durante tal período (2004-2008) el gasto público sanitario creció un 32%, un porcentaje más elevado que el período comparable anterior del gobierno del Partido Popular (2000-2004). Este crecimiento de gasto público sanitario que ocurrió en prácticamente todas las áreas del estado de bienestar español, fue facilitado por la alianza que el gobierno socialista estableció durante su primer mandato con los partidos a su izquierda. Debido a este notable crecimiento, el déficit de gasto público sanitario per cápita entre España y el promedio de la UE-15 (el grupo de países de semejante nivel de desarrollo que España) fue disminuyendo, aunque debido al enorme retraso de gasto público social heredado por el gobierno Zapatero, este déficit continuó siendo muy acentuado, permaneciendo España en la cola de los países de la UE-15 en gasto público sanitario.

Desde 2008 la situación se ha revertido como resultado de la crisis, habiendo descendido el gasto público sanitario (y social) per cápita. No es pues cierto lo que el Presidente Zapatero indicó en su respuesta a Ana Pastor cuando afirmó que el gasto público sanitario español es ya casi el mismo que el promedio de la UE-15. En realidad, continuamos muy por detrás, situación que no se conoce o percibe por las clases dirigentes del país. En realidad, no existe plena consciencia de los enormes déficits del estado del bienestar español por parte de los establishments políticos y mediáticos de nuestro país, pues en su mayoría utilizan los servicios privados (envían a sus hijos a las escuelas privadas concertadas y van a la sanidad privada o reciben trato preferencial cuando van a la sanidad pública).

Dicho todo esto, hay que reconocer (y aplaudir) que el gobierno Zapatero mostró una sensibilidad social en la mayoría de su mandato, traducida en un mayor gasto social que su antecesor, el gobierno Aznar. Pero ello, en sí, no justifica que se defina como socialdemócrata. Después de todo, ha habido gobiernos de la UE-15 de otras tradiciones políticas distintas a la socialdemocracia que han aumentado su gasto sanitario público incluso en porcentajes mayores que España.

CÓMO SE CONFIRMA SI UN GOBIERNO ES SOCIALDEMÓCRATA
Para definir a un gobierno como socialdemócrata hay que evaluar el grado de cumplimiento en sus políticas públicas del principio básico en toda tradición socialista (no debe olvidarse que socialdemocracia significa socialismo en democracia) que indica que el objetivo del socialismo es construir una sociedad en la que rija el principio de “a cada uno según su necesidad y de cada uno según su capacidad y habilidad”. 

Y esta sociedad se construye o destruye en bases diarias como consecuencia de las políticas públicas que toman los gobiernos (centrales, autonómicos y locales). El gasto público social, tal como el sanitario, cumple la segunda condición (a cada uno según su necesidad), pues suele asignarse y utilizarse según la necesidad de la población. Pero lo que ha caracterizado a la socialdemocracia es la primera parte del principio, es decir, “de cada uno según su capacidad y habilidad”, es decir su énfasis en la financiación progresiva del estado y, muy en especial, de su estado del bienestar. Y es ahí donde el gobierno Zapatero suspende, pues no sólo la carga fiscal del Estado Central se ha hecho más regresiva durante su mandato, sino que los equipos económicos de su gobierno han rechazado explícitamente que la política fiscal debiera tener funciones redistributivas. Podría citar declaraciones de responsables de las políticas económicas (e industriales) del gobierno Zapatero, subrayando tal postura. (Véase mi libro El Subdesarrollo social de España: Causas y consecuencias. Editorial Anagrama. 2006).

Resultado de esta mentalidad, compartida por los equipos económicos del gobierno Aznar, España es uno de los países de la UE-15 con un tipo máximo del impuesto sobre la renta más bajo, con un 43% (que subirá a partir de 2011 al 45%). Sólo, Portugal y Luxemburgo, tienen tipos inferiores y la disminución del tipo máximo ha sido la más acentuada en la UE-15 (13 puntos entre 1995 y 2010). Con las reformas del Gobierno Zapatero, los tipos efectivos de recaudación del IRPF, la figura fiscal más redistributiva, se redujeron en 2009 hasta los niveles de 2003. Este mismo gobierno ha bajado a su vez el impuesto de Sociedades, pasando del 35% establecido durante el período 1995-2006, al actual 30%, justificándolo bajo el lema de hacer más competitivas a las empresas, a costa de disminuir los ingresos del estado.

Otros indicadores de regresividad fiscal incluyen la tolerancia, hasta hace muy poco, hacia el fraude fiscal (80.000 millones de euros, que es aproximadamente la misma cantidad que el déficit de gasto público social de España, es decir, la cantidad de euros que debieran añadirse a la financiación del estado del bienestar para alcanzar el nivel de gasto público social que nos corresponde por el nivel de desarrollo económico que tenemos), las subvenciones a las rentas superiores (desgravaciones por propiedad de vivienda, por planes de pensiones y por aseguramientos privados), además de subvenciones a empresas, con un abanico de “fondos de beneficio” a las rentas elevadas y a grandes empresas, así como eliminación del impuesto de patrimonio y un largo etcétera, que explica que el sistema fiscal español sea uno de los que dependen más en la UE-15 del consumo y de las rentas del trabajo. Ello explica que cuando el desempleo aumenta y con ello disminuyen las rentas del trabajo, los ingresos del estado caigan en picado en España, habiendo sido el país en el que tales ingresos han bajado más en estos años de crisis. Los ingresos del 

Estado en impuestos sobre la renta disminuyeron desde 2007, del 12.9% del PIB al 9.6% en el 2009, con una disminución de más de 3 puntos, porcentaje superior a la disminución que se dio en la UE-15, que pasó del 13.8% al 12.6% del PIB de 2007 a 2009. Y si consideramos los ingresos totales al Estado a cargo de impuestos, éstos bajaron muy marcadamente durante su mandato, pasando de representar el 38.5% del PIB en 2004 al 34.7% en 2009, mientras que el promedio de la UE-15, mucho más alto que España, subió durante el mismo período, pasando de 44.2% del PIB al 44.5%. Es sorprendente que el Presidente Zapatero se enorgullezca de esta situación, pues en su respuesta al Sr. Rajoy (que quiere reducir tal porcentaje incluso más) el Presidente le contestó (las Cortes españolas, 9 de febrero de 2011) que “estaba muy satisfecho, pues sus políticas habían hecho posible que la presión fiscal en España sea ahora más baja que hace 6 años…hemos suprimido el impuesto sobre el patrimonio, hemos bajado el impuesto de sociedades y bajado el impuesto de la renta”, y podría haber añadido otros impuestos. Pero bajar los impuestos no es de izquierdas cuando ello representa que España continúe a la cola de la UE-15 en gasto público social. En realidad, el crecimiento de gasto público social (que fue insuficiente para alcanzar el nivel de gasto que debiéramos tener por el nivel de desarrollo económico que tenemos) del cual el Sr. Zapatero está legítimamente orgulloso, se consiguió primordialmente como consecuencia del crecimiento económico (muy notable en los últimos años, resultado de la burbuja inmobiliaria) y no de la redistribución de recursos, tal como hubiera hecho un gobierno socialdemócrata. De ahí se explica que cuando el crecimiento colapsó el aumento del gasto social (excepto el seguro público de desempleo) también bajó.

LA RESPUESTA A LA CRISIS
Consecuentemente con estas políticas que han mermado los ingresos al Estado (que según el Fondo Monetario Internacional explica el 40% del déficit estructural del Estado) y han aumentado su regresividad, hemos visto la respuesta del equipo económico de Zapatero a la crisis, respuesta que ha sido típicamente neoliberal. En lugar de reducir el déficit del estado a base de aumentar los ingresos mediante reformas fiscales progresivas y progresistas (de nuevo, tal como hubiera hecho un gobierno que siguiera principios socialdemócratas) el equipo económico ha escogido hacerlo mediante recortes del gasto público (incluyendo el social) y aumentando incluso más la regresividad fiscal, medidas todas ellas que dañan a sus bases electorales, de donde procede su descenso electoral desde que tales medidas se han ido implementando.

Todo el debate mediático sobre personalidades (que si Zapatero, que si Rubalcaba, que si Carme Chacón, etc) es totalmente irrelevante y refleja una visión muy generalizada en los medios que constantemente subestiman la inteligencia del electorado. No son las personas sino las políticas neoliberales las que son profundamente impopulares. No es socialista intentar salir de la crisis a costa de los derechos sociales y laborales (tal como hacen los conservadores y neoliberales en otros países de la UE-15) y sin haber afectado los intereses de aquellos que causaron la crisis (tales como el capital financiero), ni haber hecho una reforma fiscal que debería tener como objetivo la aplicación del principio redistributivo de “de cada uno según su habilidad y capacidad”. En realidad, el declive tan notable de apoyo popular al gobierno y al partido gobernante se debe a su distanciamiento del proyecto socialista (reflejado, en parte en, su programa) y a su sustitución, en las áreas económicas, por la versión “light” del neoliberalismo. No es de extrañar que los grupos más desafectados sean sus bases electorales entre las clases populares.

Ni que decir tiene, que algunas de las áreas sociales en el gobierno Zapatero siguen una trayectoria claramente socialdemócrata. Pero la trayectoria que establece el tono y condiciona las posibilidades de las áreas sociales es su política económica llevada a cabo por su equipo económico, claramente neoliberal, responsable de la percepción popular de que el gobierno Zapatero es neoliberal.

EXISTEN POLÍTICAS ALTERNATIVAS POSIBLES
Una última observación. A la pregunta de Ana Pastor sobre si había alternativas a sus políticas económicas, el Presidente indicó que no las había. Estoy seguro de que está plenamente convencido de ello pues toda la información que le llega de su equipo económico y sus asesores confirma tal supuesto. 

En realidad, la uniformidad ideológica de sus asesores y colaboradores económicos es preocupante. Es más, la información que le llega por parte de los mayores medios de difusión y persuasión del país acentúan la certeza de su diagnóstico y la necesidad de sus recetas. Un ejemplo de ello es el apoyo casi unánime, por parte de los mayores medios de información, a su propuesta de retrasar la edad de jubilación obligatoria de 65 a 67 años. El consenso del establishment mediático y político a favor de tal medida es abrumador y preocupante en un país democrático y seguro que ejerce una enorme presión sobre el gobierno.

Pero el Presidente debiera haber oído también la opinión de las clases populares, donde nada menos que un 82% están en desacuerdo con tal medida. Y ello no se debe –como seguramente le dirán sus consejeros económicos- a que la población es ignorante y no puede comprender la necesidad de tales medidas de austeridad, sino que la gente normal y corriente de este país (que conoce, palpa y sufre la realidad mejor que sus consejeros económicos y los establishments mediáticos y políticos) sabe que el gobierno no se atreve a “enfrentarse a los poderosos y se atreve en cambio con los débiles”. Esta percepción ampliamente sostenida entre las clases populares está basada en la realidad y ejemplos de ello hay muchos. El descenso del déficit se está haciendo a base de recortar el gasto público social, en lugar de aumentar los impuestos de los que no contribuyen según su capacidad. Las ayudas, en la crisis, se están centrando en ayudas a la banca, sin apenas atención a los desahuciados por parte de la banca (ver mi artículo “El excesivo poder de la banca en España: la ley hipotecaria”, en www.vnavarro.org). Y así un largo etcétera.

El Presidente debiera escuchar la opinión popular y a los expertos críticos de la sabiduría convencional neoliberal que han documentado que otras políticas alternativas a las que el gobierno está haciendo son posibles (ver sección Economía Política en www.vnavarro.org). A la luz de estas realidades centrar el debate sobre el futuro del PSOE en personas es de una enorme frivolidad. A no ser que estas políticas cambien, veremos el enorme declive del PSOE lo cual será un hecho sumamente negativo para el país, pues su acentuado declive debilitará a todas las izquierdas durante mucho tiempo.

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