Juan Hernández Vigueras
En número de Febrero 2011 de la revista TEMAS para el debate se plantean cinco preguntas sobre el asunto del título a las que responden seis “acreditados analistas”, advirtiendo en la entradilla de su sección Temas Candentes que “otros conocidos economistas de perfil *más ortodoxo* declinaron responder a nuestras preguntas”. Reproducimos las respuestas del autor de este blog junto a las preguntas de la citada revista.
1.- Cuando se habla de los “mercados” y sus exigencias ¿a qué o quiénes se están refiriendo algunos exactamente? ¿Existe alguna concreción o alguna visibilidad posible de tales “mercados”?
Cualquier lector sabe que existen los mercados de la vivienda, de las verduras y muchos otros; pero cuando oye o lee “los mercados” intuye que hablan de banca financiera, de fondos de inversión, de los fondos soberanos (de Estados productores de petróleo o con grandes reservas de divisas) y de los especuladores de toda ralea. Son los “prestamistas” de los que dependen los gobiernos que consideran que bajar impuestos es de izquierdas, que se han endeudado fuertemente o que avalan a sus bancos en apuros en vez de nacionalizarlos o dejarlos que quiebren.
2.- Las referencias actuales a los “mercados” ¿esconden algún tipo de pugna de poder? ¿Quiénes son los sectores o núcleos concernidos, en su caso?
Ante todo, tras “los mercados” se esconde el entramado financiero mundial que busca rentabilidad para su dinero; todo un poder global que sufren, en especial, los gobiernos más débiles políticamente o más necesitados de financiación para el logro de sus objetivos. Es el caso de muchos de los Estados de la UE, a los que las privatizaciones del patrimonio estatal les han hecho dependientes en un 90 % de sus ingresos fiscales, sujetos al albur de la coyuntura económica, y de la financiación internacional por la insuficiencia del ahorro nacional.
3.- ¿Por qué se habla actualmente de los “mercados” y no del “mercado” como hacían los economistas clásicos? ¿Se está hablando actualmente de lo mismo que tenían en mente los analistas que estudiaban los mecanismos de asignación de recursos?
“Los mercados” tiene una clara connotación política que va más allá del concepto de “mercado” de que habla la teoría económica clásica. La expresión traslada la idea de la globalización de la banca, de los mercados financieros que dominan la economía productiva y de la supeditación de las políticas gubernamentales a la rentabilidad de la banca y de los fondos especulativos sin fronteras.
4.- ¿Son necesarios algunos de los sacrificios que se reclaman por supuestas “exigencias de los mercados”, como la congelación de pensiones o la supresión de ayudas a los desempleados? ¿Para qué sirven tales sacrificios? ¿Cuál es la racionalidad económica que subyace a la noción actual de “los mercados”?
“Los mercados” o, mejor dicho, “los vigilantes de los bonos” – apelativo anglosajón de los especuladores en deuda soberana - piden rentabilidad máxima para sus inversiones sin demandas políticas precisas, que es tarea de las organizaciones públicas internacionales convertidas en sus portavoces. A los gestores de los fondos de inversión les preocupan los gobiernos “derrochadores” (dicen) y los riesgos de su insolvencia previsible o hipotética. Las medidas concretas para saldar déficits, son responsabilidad de los gobiernos y de su signo político real. La apelación a “los mercados” para aplicar recortes sociales y medidas que ignoran a las rentas altas es una estrategia propia de la Doctrina del shock como relata Naomi Klein, que profundiza en un modelo de economía más abierta al dominio financiero con Estado mínimo.
5.- ¿Cómo puede afectar al funcionamiento de la democracia, a su credibilidad y a la confianza política de los ciudadanos, la actual lógica de “supeditación” a “los mercados”? ¿Existen recelos y desconfianza entre los ciudadanos y los consumidores? ¿Cómo superar, en su caso, tales actitudes?
La reciente historia de los países llamados emergentes nos enseña que la apelación a “los mercados” es un recurso de los gobiernos que aplican recetas neoliberales, con descrédito de la democracia cuando son gobiernos de izquierdas. Porque, como ha escrito la autora citada antes, “las ideas del socialismo en democracia nunca fueron derrotadas en una gran batalla de ideas… sino que fueron expulsadas con terapias de choque en coyunturas políticas decisivas”.
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