Hay que ser poco sabio para afirmar sin sonrojarse que el fraude fiscal se reduce rebajando los tipos más altos y la progresividad de los impuestos
Antón Losada, en eldiario.es
Justicia, igualdad y progresividad. Son los tres principios que deben guiar nuestro sistema fiscal según el artículo 31.1 de la Constitución de 1978. En el informe de los expertos sobre la reforma fiscal figuran dieciséis menciones a la igualdad, veintiuna a la justicia y cuarenta y una a la progresividad. A los expertos les preocupan más principios y valores no constitucionales como la neutralidad -61 menciones- o la eficiencia -89 menciones-. Al parecer, cuanto dicta la Constitución sobre la soberanía tiene fuerza de ley, pero aquello que prescribe en materia de impuestos resultaría más bien optativo. El Gobierno y los expertos lo respetan sólo si le gusta y si no, se lo saltan. De los productores de “El comité de sabios que legitimó el timo de la reforma de las pensiones” llega ahora “El comité de expertos que amparó el timo de la reforma fiscal”.
Cuando se monta un grupo de expertos con la sana intención de que sirva para algo, conviene que no sepan todos lo mismo y combinen sabidurías distintas e incluso opuestas. Cuando se crea para encubrir de palabrería pseudotécnica decisiones ya tomadas, se corre el riesgo de acabar convertido en una cuadrilla de amigotes empeñados en demostrar quien la suelta más gorda para dar la razón a quien manda. Hay que ser poco sabio para sostener que con más impuestos indirectos los defraudadores pagan más y quienes cumplan con Hacienda pagan menos. Hay que ser aún menos sabio aún para afirmar sin sonrojarse que el fraude fiscal se reduce rebajando los tipos más altos y la progresividad de los impuestos (p.30 Informe Expertos). En el año 2011, las empresas del IBEX declararon casi noventa mil millones de euros en beneficios y pagaron menos de cuatro mil millones en impuestos. En España, el fraude se concentra en los mismos grandes patrimonios y empresas que disfrutan de una fiscalidad que nos equipara a un paraíso fiscal. No defraudan porque soporten muchos impuestos. Esa es la mentira para justificar sus trampas. Defraudan porque no quieren pagar, así de sencillo.
El sistema fiscal español recauda poco -diez puntos menos que la media de la UE15-, recauda mal -penaliza las rentas del trabajo y el consumo y recompensa la propiedad y las rentas de capital- y recauda siempre entre los mismos -clases medias y bajas y rentas del trabajo pagan, mientras grandes patrimonios y rentas de capital desgravan-. Uno de los objetivos irrenunciables para un sistema fiscal democrático reside en la redistribución de la riqueza. Durante los últimos veinte años la redistribución ha funcionado al revés en España. El grueso de las reformas fiscales ha beneficiado al 1% de la población con rentas más altas. La renta del 20% de la población más pobre se ha reducido en una cuarta parte y la renta del 10% más rico ha crecido un 15%. Se han redistribuido riqueza y oportunidades, pero desde las clases medias y bajas a las clases más altas. Seguramente por eso, la redistribución solo ha merecido ocho menciones en las 460 páginas del informe de los expertos.
La reforma fiscal propuesta no resuelve estos problemas porque ni quiere, ni le importan. Su objetivo no es reducir la redistribución de la riqueza hacia las rentas más altas. Su objetivo es acelerarla. La propuesta de los expertos aumenta el peso de los impuestos indirectos, rebaja los tramos altos del IRPF, reduce en un tercio el impuesto de sociedades, elimina nuestro modesto impuesto de patrimonio, mantiene el trato privilegiado de las rentas de capital o fraudes clamorosos como las SICAV y multiplica las recomendaciones para que puedan desgravarse planes de pensiones o seguros privados.
Bajo artefactos retóricos como la “neutralidad”, la reforma conduce a un sistema fiscal muy poco neutral. Seguirá recaudando poco, mal y siempre a los mismos. Un sistema despreocupado de la justicia, la igualdad o la progresividad. Un sistema injusto, insostenible y solo preocupado porque quién pueda y no quiera estar en el sistema público pueda deducir su riqueza. Usted y yo pagaremos más impuestos y tendremos menos servicios. Emilio Botín o Amancio Ortega, pagarán menos impuestos y tendrán más ventajas fiscales. Pero claro, usted y yo nacimos para recaudar, ellos para aprovechar lo recaudado.
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