"LA POLÍTICA SIN ÉTICA ES ILEGÍTIMA" entrevista a Adela Cortina

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EXPLORADORA DEL SER HUMANO

Virginia Ródenas entrevista a Adela Cortina en "EL Confidencial"


Cortina (Valencia, 1947), catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia, dirige la Fundación Étnor para la Ética de los Negocios y de las Organizaciones. Su Ética de la razón cordial ganó el Premio Internacional de Ensayo Jovellanos 2007 y en 2008 fue la primera mujer en ingresar en la Academia de Ciencias Morales y Políticas. Su última obra es Neuroética y neuropolítica. Las bases cerebrales de la educación moral (Tecnos, 2011). Su gran propuesta: una ética capaz de aunar inteligencia, sentimientos y coraje, donde la compasión haga latir la justicia

-La corrupción parece haberse infiltrado en el alma de España. ¿Su diagnóstico?


-No tenemos ningún sentido de lo que nos debemos unos a otros. La gente se pregunta “si puedo, ¿por qué no?”.

-"El dinero público no es de nadie" (Carmen Calvo, ministra de Cultura, mayo 2004). ¿El síntoma del desastre?

-La causa del desastre. En otros países se cuida lo público con esmero, porque es de todos. En España se viene diciendo que lo que es de todos no es de nadie desde años sin cuento.

-Lo que no es de nadie es el patrimonio de la corrupción que afecta tanto a derechas como a izquierdas, ¿o hay ideologías más proclives?

-No. El problema no es de ideologías, sino de personas concretas, de determinadas tramas, de malos hábitos, de costumbres. Los males y los bienes suelen tener nombres y apellidos, no es cosa de ideologías políticas.

-¿La última idiotez que ha escuchado?

-Que lo bueno para una comunidad, situada en un Estado democrático, es independizarse de él. Como si no viviéramos en tiempos en que la interdependencia es vital. Habría que instituir un Día de la Interdependencia tanto para España como para la Unión Europea y tratar de llevarla a cabo.

-¿Ética y política (o cosa pública) son incompatibles?

-Todo lo contrario: se necesitan mutuamente. La ética sin proyección pública queda en escapismo, y la política sin ética es ilegítima.

-Y eso que la palabra ética nunca estuvo tanto en nuestra boca: que si ética de las finanzas, ética empresarial, ética de los negocios...

-Es una palabra que, más que de moda, está de actualidad. Eso significa que pertenece a la entraña de la humanidad, pero sólo en algunas épocas nos damos cuenta de que es necesaria y entonces se habla de ella constantemente. Algunos piensan: “dime de lo que alardeas y te diré de lo que careces”. Yo creo más bien que nos damos cuenta de que nos hace falta, aunque pocos estén por la labor de incorporarla.

-De la ética del consumo no le hablo porque ya no se compra.


-No se compra porque los bancos no prestan, las Administraciones no pagan, las empresas reducen puestos de trabajo o cierran y el desempleo aumenta hasta la desesperación. Pero de ética del consumo hay que hablar, porque seguimos convencidos de que en el consumo está la felicidad, y no en las relaciones humanas. Lo cual es un error craso.

-Honestidad, otra palabra para la memoria.

-Más que para la memoria, para construir un mejor presente y un buen futuro: gracias a que hay gente honesta siguen funcionando algunas cosas; si aumenta su número, tendremos un mundo más humano.

-Sigamos con el repertorio: igualdad, justicia...


-Andan muy dañadas por la actuación de jueces, funcionarios, políticos, banqueros. Pero también por una ciudadanía que sigue despreciando a los pobres, a los que parecen no tener nada que ofrecer a cambio.

-Sobre la fraternidad usted sustenta su ética de la razón cordial.

-Si no hay compasión, si los demás no nos importan ni forman parte de nuestro proyecto de vida feliz, las cosas no tienen arreglo. Aunque se promulgaran leyes espléndidas, no se cumplirían, porque no es el miedo al castigo lo que guarda la viña, como se echa de ver todos los días, sino la vivencia de la fraternidad

-¿El debate público-privado en sanidad y educación también pone en jaque el principio de igualdad?


-Sobre todo en sanidad. Se está desmantelando un sistema público razonablemente justo y facilitando las cosas al sector privado sin explicar hacia qué modelo vamos. La sospecha es que tendremos una sanidad para ricos y otra para pobres.

-Y en medio de esta tormenta perfecta, la clase media hace aguas. ¿Un salvavidas para ella?


-Exigir derechos, cumplir obligaciones, practicar la solidaridad.

-Pero dígame, ¿cuál es la conciencia moral de la época que vivimos?

-La de tratar de vivir lo mejor posible, incluyendo a los seres queridos, cooperar con los que pueden darme algo a cambio y olvidar al resto.

-Lo justo no siempre es bueno...

-Más bien al revés: por “bueno” se suele entender el bienestar individual, y entonces las exigencias de justicia molestan, entran en conflicto con el bienestar.

-La penúltima batalla de nuestra libertad se libra en las neurociencias.

-Como explico en Neuroética y neuropolítica, algunos aseguran que estamos determinados a actuar por nuestras neuronas, que la libertad es una ilusión. Pero lo tienen mal: la libertad es real y hay que conquistarla codo a codo con las demás personas.

-¿Su última reflexión sobre el mundo que nos rodea?

-Que podría ser un mundo cosmopolita, en el que todos se encontraran en su hogar, se sintieran ciudadanos de una patria común. Y que son dichosos los que trabajan para que ese ideal se convierta en realidad.

-Ya ve Ortega que decía “Los españoles. Ese pueblo que ha pasado de querer ser demasiado a demasiado no querer ser” y ahora intentando hacer marca-país...

-Pero seguimos “no queriendo ser”, por desgracia. Es difícil encontrar un país con mayor desprecio hacia sus propias potencialidades. Por eso urge cambiar la tendencia y querer ser lo mejor posible.

-¿Aprenderemos de la crisis, nos hará mejores?


-De momento no hemos aprendido nada. Pero todavía estamos a tiempo de cambiar de tercio y apostar por una ética pública que genere confianza. Eso es lo justo y de lo que hay que felicitarse.

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