SISTEMAS MONETARIOS ALTERNATIVOS

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Los sistemas monetarios alternativos, un estímulo para las economías locales pobres


§ Comunidades de países del Sur utilizan vales para el intercambio de bienes y servicios
§ Al productor que le compran debe comprar a su vez a otro asociado
§ En España existen unos 60 bancos de tiempo de intercambio de favores

Beneficiarios de los vales comunitarios. (Foto: Stro)
Los sistemas monetarios complementarios se han convertido en una herramienta muy útil y eficaz para fomentar las economías locales. Varios expertos mundiales sobre el tema se han reunido en Madrid para analizar los beneficios de estas iniciativas en los países más pobres.
Se trata de dinero de papel o virtual que sirve para el intercambio de bienes y servicios entre los afiliados a una determinada red de comercio. Además, se utiliza para ofrecer créditos e incluso se paga con ellos a los empleados de dicha red, quienes a su vez pueden comprar con ellos en las tiendas asociadas.
En Centroamérica funcionan varios sistemas de este tipo, adaptados a las necesidades de la zona. En las áreas rurales es frecuente el uso de vales comunitarios o Unidades de Intercambio (denominados Udis en Honduras, Rudis en Brasil...), similares a los billetes de curso legal, que funcionan como moneda de cambio.
Este dinero de papel sirve para el intercambio de bienes y servicios entre los afiliados a la red de comercio. Además, se utiliza para ofrecer créditos e incluso se paga con ellos a los empleados de dicha red, quienes a su vez pueden comprar con ellos en las tiendas asociadas.
En comunidades con acceso a las nuevas tecnologías se recurre más los llamados C3: Circuitos de Comercio y Consumidores, organizaciones administrativas que se encargan de la gestión comercial en Internet.
Los usuarios de este sistema ofertan sus bienes a través de una web y utilizan unidades electrónicas para pagar 'on line'. Cuando un productor adquiere mercancía de otro, este último se queda con un saldo negativo y debe comprar a un tercero para recuperar su crédito.
"Estas prácticas favorecen el comercio local y estimulan la economía", afirma Jaap Vink, asistentes de proyectos tecnológicos de la Fundación STRO, (Organización de comercio Social), dedicada a relanzar económicamente regiones pobres utilizando monedas que se emiten para la comunidad en cuestión.
Implantación en España
En España, esta fundación trabaja desde hace un año para fomentar la apertura de Bancos de Tiempo, grupos de gente que se conocen e intercambian favores en un círculo de confianza.
"Nuestra intención es hacer crecer el capital social de las comunidades, pero de una forma recíproca. Queremos pasar del asistencialismo actual, yo te doy y no quiero nada de ti a, por ejemplo, yo le llevo la comida a casa a un anciana y ella me cose el bajo de un pantalón. Es una forma de que recupere la autoestima, de que se sienta parte de la comunidad", afirma Rafael Gonzalez Hernández-Mora, coordinador en España de Stro.
La red de soportes de bancos de tiempo tiene su sede en Murcia y ofrece asesoramiento a través de Internet. "cada banco tiene que ser iniciado y mantenido por gente de la zona. Nosotros les damos software y documentos, pero ellos son los responsables de la gestión", afirma Gonzalez Hernández-Mora.
En la actualidad funcionan en España unos 60 bancos de este tipo, con una media de unos 200 usuarios en cada uno, por lo que el número de personas implicadas en esta iniciativa se caerca a las 12.000.
Entre su oferta está el cuidar niños y pasear perros a acompañamiento a eventos o clases particulares. Cada vez que alguien realiza un servicio recibe como pago el mismo tiempo que ha tardado en efectuarlo y el beneficiario ha de ofrecer un servicio de duración similar a otro miembro del grupo.
Los usuarios de estos bancos son mayoritariamente mujeres y personas mayores de 60 años, aunque se busca la implicación de cualquier grupo o colectivo. Expertos de diversos países han defendido en Madrid las ventajas de estos sistemas, así como de las redes de trueque que están proliferando en muchos países europeos.
Marta Arroyo en El Mundo

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