ASÍ MANIPULA MONTORO EL DÉFICIT PÚBLICO

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Eduardo Garzón – Consejo Científico de ATTAC España

El déficit público es el resultado de restarle a los ingresos públicos unos gastos públicos de mayor cuantía. Pero este cálculo se puede hacer de varias formas y siempre existe margen para manipular un poco los datos y así ofrecer un resultado interesado. Vamos a ver cómo está manipulando el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, estos resultados para que el déficit público sea menor del que debiera ser.

Para empezar hay que entender cómo funciona la recaudación de los impuestos.

El Estado recauda dinero a través de una serie de impuestos (IVA, Impuesto de Sociedades, IRPF, etc) que se expresan como proporción de las rentas o riquezas a gravar. Por ejemplo, si una empresa obtiene 1.000 beneficios en un año, el Estado recauda el 30% de esos beneficios (300 euros). ¿Cuándo los recauda? En teoría debería ser a final de año (último día de diciembre), que es cuando se puede saber cuántos beneficios ha obtenido la empresa (o persona física, o el precio de un patrimonio, etc.) a lo largo de ese periodo. Pero esperar hasta final de año para recibir el dinero le viene muy mal al Estado porque durante todos los meses anteriores ha estado realizando pagos. Si sólo recaudara el dinero en diciembre, todos los pagos que realiza antes repercutirían muy negativamente sobre sus cuentas públicas. La forma de solventar este contratiempo es ir recaudando el dinero a lo largo de todo el año, no sólo en diciembre.

Pero si no se sabe cuánto va a ganar la empresa (o persona física, o cuánto va a ser el precio de un patrimonio, etc.) a final de año, ¿cómo va a saber el Estado cuánto debe recaudar esos meses anteriores? Es imposible que lo sepa, y por eso realiza un cálculo aproximativo basándose en lo que obtuvieron esos contribuyentes el año anterior. Por ejemplo, el Estado supone que una empresa va a tener 1.000 euros de beneficios (porque así le ocurrió el año anterior), así que debería recaudar a lo largo del año 300 euros. Lo que puede hacer en vez de obtener esos 300 euros de golpe a final de año es recaudar 100 euros en abril, 100 euros en agosto, y 100 euros en diciembre.

¿Pero y si se equivoca en su estimación? Si la empresa gana más al final del año, el Estado le exigirá que le pague la diferencia. Si en vez de 300 euros se comprueba que la empresa debería haber pagado 400 euros, pues tendrá que pagar esos 100 euros. Es lo que se llama “renta a ingresar” en la terminología fiscal. Y al contrario, si en vez de 300 euros la empresa gana 200 euros, el Estado tendrá que devolverle 100 euros. Es lo que se llama “renta a devolver”.

El Estado nunca quiere pillarse los dedos con las cuentas públicas: prefiere recaudar más de la cuenta a lo largo del año y luego devolver la diferencia a recaudar menos y tener que esperar a que le paguen la diferencia. Por lo tanto, normalmente el Estado siempre acaba el año debiendo dinero a los contribuyentes, y para que el cálculo del saldo público no se desvirtúe, Hacienda devuelve el dinero antes de que acabe el año. De esta forma el déficit público que se calcule para ese año recogerá lo más fielmente posible lo que ingresa y gasta el Estado.

Sin embargo, a finales de 2012 Montoro decidió no devolver ese dinero a los contribuyentes y esperarse a los primeros meses de 2013. La estrategia era evidente: si una vez terminado 2012 el Estado conservaba todavía el dinero que debía devolverle a los contribuyentes, el déficit público a calcular sería menor de lo que debiera (porque los ingresos contabilizados serían mayores). Era una forma de trasladar una parte del déficit público de 2012 a 2013.

Ahora bien, la oficina estadística de Comisión Europea, Eurostat, se dio cuenta de la artimaña contable y reprendió al Gobierno español. La legislación española contabiliza los gastos de las devoluciones sólo cuando éstas se materializan (criterio de caja), pero la contabilidad europea lo hace cuando estas devoluciones se comprometen (cuando el Estado reconoce que debe devolver el dinero; criterio de devengo). Montoro y su equipo han aprovechado la reprimenda para equiparar nuestro sistema contable con el europeo. De esta forma, las devoluciones correspondientes a 2012 y que deberían haberse registrado en 2013, ahora gracias a la modificación en el cálculo van a pasar a contabilizarse en diciembre de 2012 (cuando se comprometieron). Esto quiere decir que el déficit que se trasladó de 2012 a 2013 volverá a ser trasladado de vuelta a 2012.

Lo que se consigue así es que la tributación de 2013, que está engordada por las devoluciones atrasadas de 2012, no se vea desinflada hasta su nivel normal. Es decir, que gracias a un truco contable la recaudación de 2013 será mayor de lo que realmente debería ser. Este aumento ficticio de recaudación alcanza los 4.000 millones de euros, que no es poca cosa. Nos encontramos, por lo tanto, frente a una extraordinaria forma de falsear las cuentas públicas y ofrecer en 2013 un déficit público inferior al real.

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