en 'Más Público'
Fotos: Mónica Patxot / Fernando Sánchez. Textos: Ana Tudela/ Susana Hidalgo
- Ha vuelto. Acusado de desorganizado, de diluido, el 15-M, el pueblo, salió ayer a la calle a demostrar que, un año después de que prendiese el movimiento de los indignados, tiene más razones que nunca para decir basta.
- Salieron armados, como acostumbran. Un ejército de conciencias exhibiendo al mundo dónde reside el verdadero poder.
- Con la calle suya, de acera a acera, lanzaron una advertencia a sus enemigos, a aquellos que los han retado, cortado y recortado derechos y futuro.
- Y les dieron los motivos que han llevado a un pueblo a esto. Una razón como para que tiemble el asiento más mullido del despacho más blindado del político más aislado de la realidad social. “No es una crisis, es que ya no te quiero”.
- Esto es una guerra. Un pulso de poder y sociedad. Lo llevan pintado en la cara.
- Lo dicen sus armaduras.
- Y su forma de moverse.
- Lo dicen sacudiendo la cabeza a cualquier intento de control de su mente.
- Insisten, alardeando de infraestructura.
- Porque esta no es una guerra cualquiera.
- No hay partido, ni programa político, no hay una estructura encajable en el Tetrix conocido de la sociedad actual. Pero el mensaje es muy claro.
- Alto y claro.
- Al 15-M no parece importarle que creen fronteras, barreras y límites para que el mensaje no llegue, para que llegue distorsionado. Si el orden establecido dice “a las diez fuera”, esa es la hora de estar todos dentro. Si alerta contra los violentos, se da un nuevo ejemplo de marcha pacífica de miles de personas.
- Quieren que las cosas cambien y, si tienen algo, es tiempo. Tiempo para instalarse en las calles a esperar a que el poder reaccione.
Tiempo para volver a recorrer el camino que se recorrió hace ahora un año. Un camino que empieza con un lona para protegerse del sol y la lluvia.
- Con ideas claras sobre lo que no creen en absoluto necesario y lo que sí necesitan.
- Con sus medios.
- Y sus banderas.
El 15-M ha vuelto a Sol. Ayer llenó, abarrotó su enclave emblemático y lo desbordó por toda calle que se asomase a la celebración del aniversario. Cantó, bailó, se asambleó y levantó las manos para aplaudir el regreso. A las cinco menos cuarto de la mañana, cuando apenas quedaban 500 personas en Sol, y con tres tiendas de campaña desplegadas, decenas de furgones policiales se desplegaron por toda la plaza para desalojar el campamento de los indignados. La operación apenas duró 10 minutos y se saldó con 17 detenidos y varios contusionados. “¡Somos más, nosotros más!”, gritaba un policía de la Unidad de Intervención Policial (UIP) a unos jóvenes que intentaban acceder a la plaza. El cierre policial del centro obligó a cientos de personas a buscar alternativas para salir de los aledaños de Sol. La policía actuó con contundencia contra los indignados, que no opusieron resistencia. Los agentes arrastraron a los más remisos y sacaron también de malos modos a un chico que iba en silla de ruedas. En su movimiento centrífugo, empeñados en aislar Sol y llevar lejos a los indignados, salieron por Carretas a Jacinto Benavente y llegaron a empujar hacia la calle Concepción Jerónima a la gente que esperaba el autobús. Luego dieron marcha atrás. “Creíamos que nos iban a llevar hasta la cama”, comentaba minutos más tarde a @MasPublico Paul, un indignado que decidió sentarse con sus amigos en la entrada de Carretas a esperar a que se pudiera de nuevo circular libremente por Sol. La policía mantuvo el cierre hasta las 7.30 de la mañana. A esa hora, la gente ya pudo pasear por el centro sin la presencia de los antidisturbios. Apenas volvió el tránsito, también lo hicieron las pancartas. La primera de la mañana, una colgada en la cúpula del metro con la palabra: “Culpabl€$”. Esta tarde, a las 17.00 horas, el 15-M volvía a citarse en Sol.
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