CONCIENCIA SOCIAL Y COMPROMISO ECONÓMICO

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Andrés Esteban

Comienzo esta reflexión, realizando algunas constataciones sobre la situación actual: Si algo estamos aprendiendo en esta crisis sistémica y global (no hay que olvidar que una mayoría de la humanidad está en crisis desde hace tiempo) es que el poder financiero, siempre en la sombra, se ha hecho más visible, los focos mediáticos y sociales le han iluminado, pero su poder no ha mermado; al contrario, ha aumentado, se ha concentrado y se ha impuesto al poder político.

Otras de las evidencias es cómo ha calado la máxima capitalista de“ganar el máximo dinero en el menor tiempo posible” en el conjunto de la sociedad, llevándose por delante, cual tsunami, valores esenciales para la construcción de la sociedad.

También experimentamos cómo el dinero ha pasado de ser un instrumento al servicio de las personas y la comunidad a ser un fin en sí mismo; ayudado en gran medida, por otra condición que a veces olvidamos: a los bancos se les ha concedido el poder de crear dinero, dinero bancario, que ha sido el que se ha insuflado al sistema en los últimos años a gran escala, montando un auténtico casino de especulación financiera; desligando el dinero de la economía productiva.

Desde mi punto de vista, una de las máximas expresiones, en España, del poder financiero sobre el poder político la tenemos en la reforma de la constitución española, en 2011 con la modificación del artículo 135, estableciendo el concepto de "estabilidad presupuestaria" y la imposición de garantizar el déficit cero, con nefastas consecuencias.

Ni siquiera ha sido preciso “ser intervenidos” pues a partir de ese momento lo prioritario es lo que dicten los mercados, los lobbys de presión financiera: devolver el dinero a los bancos, no atender las necesidades de los españoles, y si para eso es preciso recortar derechos, se recortan, y a ello se ha aplicado el gobierno, con su plasmación en los presupuestos.

Ahí comenzó la dinámica de destrucción de derechos esenciales: sanidad, educación, servicios sociales, justicia, investigación…Con uno básico y transversal: los derechos laborales y sindicales; esencial para afrontar las regulaciones laborales y así ponerle en bandeja a la patronal los despidos de trabajadores y trabajadoras. Eso sí, realizados desde una aparente objetividad, como si fuese algo natural, cuando es algo calculado y promovido para facilitar los despidos en general, favoreciendo un mayor beneficio de los grupos industriales y financieros y de paso privatizar una parte de la administración pública

Ante esos recortes de derechos, sin precedentes en España, han ido surgiendo cada vez más voces de protesta y movilización, que se han ido plasmando en Huelgas generales, en la constitución de las mareas ciudadanas, blancas, verdes, naranja, azul, violeta; conformando un auténtico arcoiris de la indignación

Esas movilizaciones, manifiestan que no queremos participar en una democracia testimonial votando cada cuatro años. Se reivindica participar y hacer política todos los días desde la realidad social y económica; se pide ser protagonistas de unas políticas más centradas en las personas y el bienestar social. Y ello es posible, pero desde otras políticas económicas. La democracia real pasa por la economía.

Se puede afirmar que hay una conciencia social que actúa contra la desmesura del gobierno, contra los ataques a la dignidad de las personas. Tal vez el más visible es el movimiento stop desahucios, con sus acciones y su iniciativa legislativa popular para impulsar una legislación sobre la vivienda, que incluya la dación en pago, entre otras cuestiones. Hay una inquietud en la sociedad para dar respuesta a las agresiones estructurales que se están sufriendo y también por atender las necesidades básicas de las personas. Evidencia una conciencia social que sigue anhelando y alimentando una sociedad más justa e igualitaria.

Ahora bien, si vamos a la raíz de lo que motiva esas medidas contra las que nos movilizamos nos encontramos un elemento común: el dinero, el factor económico que recorre y atraviesa cada una de ellas.

Sin embargo no considero que haya el mismo grado de conciencia ciudadana sobre nuestro ser sujetos sociales que económicos. ¿Hemos pensado en nuestro impacto, nuestra huella económica de cada día? ¿Somos conscientes de cómo consumimos, e invertimos?,¿Qué opciones económicas tomamos?,¿Para quién trabaja mi dinero?. ¿Sabemos qué sobre la base de nuestro dinero se monta el tinglado financiero? ¿Qué los bancos crean dinero a partir de nuestros ahorros o hipoteca?

Nuestro dinero no es neutro, en este momento está actuando, por acción o por omisión, como decía Benedetti “ya no somos inocentes/ ni en la mala ni en la buena”

Es preciso conectar de una forma más nítida y coherente nuestro ser social con nuestro ser económico, recuperando nuestro protagonismo económico, para ponerlo en sintonía con los valores sociales por los que luchamos. De tal forma que nuestras luchas sociales vayan acompañadas de nuestra intervención económica; se trata de hacer un USO ETICO DEL DINERO. De lo contrario, si no intervenimos económicamente puede ser que desde la movilización atendamos a las víctimas y nuestro dinero esté generando otras nuevas.

Desde esa perspectiva se lleva tiempo trabajando, para poner la economía al servicio de las personas. Como referente están las experiencias de la economía solidaria, que cada día llegan a más sectores: instrumentos financieros éticos, seguros, energía, consumo agro ecológico y comercio justo, entre otros.

Centrándonos en la experiencia de finanzas éticas, considero que es preciso conectar las movilizaciones desde la conciencia social con un modelo económico diferente, alternativo, puesto que de fondo se persiguen los mismos objetivos.

Los principios en los que se basan los instrumentos de finanzas éticos son: Equidad, Trabajo, Sostenibilidad ambiental, Cooperación, Sin ánimo de lucro, Compromiso con el entorno, Propiedad colectiva, Participación y democracia directa.

Esos principios son el hilo conductor de la economía solidaria, con su apuesta por la transformación social. Es desde las personas y entidades desde donde debemos ir dando pasos. Para ello es preciso ser conscientes de nuestro protagonismo económico, sintonizar y ser coherentes entre los valores sociales y humanos por los que luchamos, el modelo social al que aspiramos, y nuestras inversiones o gestos económicos.

Estamos convocados a participar en la construcción de las alternativas económicas que están poniendo la economía al servicio de las personas, de una sociedad más justa y medioambientalmente sostenible.

Dentro de las Finanzas Éticas destaco dos: COOP57, una cooperativa de servicios financieros, surgida de la crisis del 85 desde la lucha de movimiento obrero para evitar la pérdida de puestos de trabajo; formada por cooperativas, entidades, asociaciones y personas, que permite hacer un uso ético del dinero con participación y transparencia.

La otra es FIARE, que surgió para construir una herramienta de intervención financiera; hoy aliado con la cooperativa de banca popular ética italiana, en lo que ya es una realidad: la creación de una cooperativa de banca ética europea. Supone la creación de un banco en manos de la ciudadanía, para dirigir el ahorro hacia proyectos que suponen una transformación de nuestra sociedad, rescatando el valor social del dinero y la actividad económica.

La apuesta por la transformación social mediante el crédito se plasma en que los ámbitos prioritarios de trabajo son: la cooperación al desarrollo y comercio justo, la inserción social de personas en situación o riesgo de exclusión, la sostenibilidad medioambiental, la agroecología, el cooperativismo, los valores sociales, la educación y la cultura.

Sus valores son: crédito al servicio de la justicia, un proyecto en red con los movimientos sociales, ahorro responsable con la transparencia y la participación como señas de identidad y sin ánimo de lucro

Son herramienta financieras que nos permiten intervenir desde lo local, muy pegadas al terreno y a las personas, pero con una proyección global. Se están construyendo desde abajo y como tal su evolución dependerá del grado de implicación de personas y entidades que trabajamos por la transformación social.

Está claro que ante la situación actual no caben salidas individuales sino colectivas, y estas lo son y te invito a que la experimentes y participes, pasando de ser consumidor a constructor de banca…para las personas.

Soy consciente de que es algo pequeño, y es bueno que así sea en este momento, pero también estoy convencido, de que MUCHA GENTE PEQUEÑA, EN MUCHOS LUGARES PEQUEÑOS, HARAN COSAS PEQUEÑAS QUE TRANSFORMARAN EL MUNDO….y esas cosas pequeñas irán convergiendo y teniendo más cohesión en medida que personas y entidades también vayamos siendo más coherentes entre nuestra conciencia social y nuestro compromiso económico.

Dedicado a José Luis Sampedro


aestebanpo@gmail.com



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