EL INSUFICIENTE DEBATE EN LA SOCIALDEMOCRACIA SOBRE LA POLÍTICA ECONÓMICA A SEGUIR

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Vicenç Navarro

El Periódico de Catalunya publicó recientemente (13.11.11) un debate a cuatro páginas entre dos de los economistas más conocidos en Catalunya, el Profesor Josep Oliver, Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona, y el Profesor Antón Costas, Catedrático de Política Económica de la Universidad de Barcelona. Ninguno de los dos pertenece a la sensibilidad neoliberal que domina gran parte del pensamiento económico en los círculos académicos y mediáticos en Catalunya. Y creo que ambos se considerarían neo-keynesianos, es decir, ambos son favorables a la intervención del Estado (sea central, autonómico o municipal) en los espacios económicos a favor de la regulación activa de lo que se ha venido llamando los mercados. Josep Oliver fue uno de los economistas más influyentes en el gobierno tripartito, y continúa siéndolo en el Partido Socialista de Catalunya. Y Antón Costas, algo más distante del mundo político, tiene claras simpatías socialdemócratas y tiene una gran presencia en los círculos de economía, siendo Vicepresidente del Círculo de Economía de Catalunya.

Puesto que el debate es una transcripción escrita de un intercambio oral, ocurrido en la sede de tal rotativo, incluye ciertas simplificaciones que, seguro que no fueron emitidas por los dos economistas, sino que son consecuencia de la transcripción. La síntesis y resumen de un debate que seguro que llevó más de media hora, lleva inevitablemente a esta situación. Pero, en general, es una buena transcripción del debate moderado por Josep María Ureta (máximo responsable de la sección económica de tal rotativo) y permite ver la postura de ambos economistas. Aconsejo su lectura.

El debate intenta presentar dos posturas distintas. Aparecen frecuentemente expresiones como “no estoy de acuerdo”, “lo veo distinto”, y otras, que muestran una diferencia clara de opiniones. Sorprende la semejanza casi idéntica del punto de vista expresado por Josep Oliver acerca de las causas de la crisis del euro con la postura expresada por el binomio Merkel-Sarkozy. Interpreta la situación de los países de la periferia de la Eurozona como resultado de la falta de disciplina y responsabilidad, tanto de los agentes privados como públicos, en tales países. Afirma que tanto el sector privado como el público se endeudaron excesivamente y de ahí deriva la crisis, que conlleva la necesidad de tomar medidas de austeridad que permitan pagar las deudas y recuperar la credibilidad a nivel internacional y la solvencia a nivel nacional. Y, también como Merkel y Sarkozy, cree necesaria una devaluación doméstica encaminada a aumentar la productividad y expandir las exportaciones, de las cuales depende la recuperación económica. Vaticina una situación de gran austeridad y dificultades para España en los próximos diez años. El futuro, pues, se presenta complicado pudiendo empeorar la ya difícil situación actual.

Antón Costas es menos pesimista y acentúa más le necesidad de estimular la economía, a base de aumentar el gasto público, aunque cree que las posibilidades de que el gasto público pueda aumentar son mínimas, debido a la situación fiscal del país, postura que también es compartida por Josep Oliver. En una declaración de este último, se afirma que la demanda interna “la tienes tocada” y poco se puede hacer. En una observación anterior, el mismo Josep Oliver indica que el mercado de trabajo no tirará de esta demanda debido al colapso de la burbuja inmobiliaria y gran destrucción de puestos de trabajo y consecuente crecimiento del desempleo, a lo cual añade como causa de dificultad para el crecimiento de la demanda, el escaso crecimiento demográfico que determinará un descenso de la población de 700.000 personas en el periodo hasta 2015. Es importante señalar que Josep Oliver no cree que la demanda que podría generarse con un aumento del gasto público sea la mejor opción para estimular la economía. Indica que “ya lo hicimos en el año 2009 y no sirvió de mucho”. De ahí su conclusión de que la única manera es el aumento de la demanda generada por el aumento de las exportaciones. De ello, Oliver deriva la gran urgencia e importancia de que se oriente la economía rápidamente hacia este sector, aunque, por muy rápido que esto pase, predice como anoté antes, un futuro malo para los próximos años. A lo cual, Antón Costas está de acuerdo, aún cuando cree que la recuperación puede ser más cercana que la que señala Josep Oliver.

Esta es la postura de lo que podríamos definir con todo respeto (e incluso estima personal) de dos de los economistas más influyentes en la socialdemocracia catalana. Creo que he resumido correctamente la postura de ambos. Ni que decir tiene que el debate contiene una gran riqueza de argumentos y posturas -algunas de las cuales comparto-. Pero en lo esencial estoy profundamente en desacuerdo, pues el análisis de las causas es limitado y sus soluciones insuficientes. Debido a que reflejan las posturas ampliamente sostenidas en los espacios socialistas españoles, merecen una discusión y crítica.

PORQUE LA POSTURA ACTUAL DE LA SOCIALDEMOCRACIA ESPAÑOLA ES ERRÓNEA

En primer lugar la génesis de la crisis no puede explicarse correctamente sin entender la polarización de las rentas que ha ocurrido en Catalunya, en España y en los dos lados del Atlántico Norte, es decir, EEUU y Europa. A diferencia de los economistas neoliberales, que son la mayoría en los medios de mayor difusión, Josep Oliver y Antón Costas explican el retraso en la recuperación como consecuencia de la falta de demanda, situándose en la sensibilidad keynesiana. En esto estoy de acuerdo. Pero esta falta de demanda se originó con el declive de las rentas del trabajo, acentuada todavía más con el aumento del desempleo. Por otra parte, la burbuja inmobiliaria se debe, no tanto al crecimiento de la demanda de vivienda y a la facilidad con que la población pudo conseguir crédito (por muy importantes que ambos factores hayan sido en la génesis de la crisis), sino a las prácticas especulativas de las rentas del capital, invertidas en las actividades inmobiliarias en lugar de las productivas. A no ser que haya una redistribución masiva de las rentas (hecho de mayor carácter político que económico) es improbable que se vaya en la dirección ajustada.

Lo cual lleva al segundo punto con el que estoy en desacuerdo: el desmerecer la experiencia española de estímulo de la economía, como base para favorecer la expansión del gasto público como medida de estímulo económico. El hecho de que la experiencia española con su estímulo no fuera suficiente no tiene en cuenta que hay muchas maneras de estimular la economía. No es suficiente, o incluso apropiado, bajar los impuestos como las medidas más acertadas para generar demanda. Depende de a quién se bajen los impuestos. Y tampoco es suficiente aumentar el gasto público. Depende en qué se invierta. La experiencia muestra claramente que la inversión directamente encaminada a crear empleo (y muy en especial en los sectores donde se requiere abundante mano de obra, como los sectores sociales) es la más estimulante. Y esto apenas se hizo en España o en la Eurozona. Y ahí está el problema. La socialdemocracia debería recuperar dos áreas o principios un tanto olvidados: uno es las políticas fiscales redistributivas (de las cuales hay un amplio campo de expansión) que permitan aumentar los ingresos al Estado (demasiado bajos en España); y el otro la inversión pública en la infraestructura social y física del país. Como también debería recuperar la creación de instituciones públicas que garantizaran la disponibilidad de crédito, incluyendo nacionalización de la banca.

LOS NECESARIOS CAMBIOS EN LA UNIÓN EUROPEA Y EN LA EUROZONA

A nivel de la UE, lo que se requiere es un cambio muy notable de modelo, distinto al alemán. Y ahí creo que Josep Oliver está profundamente equivocado. Como he escrito extensamente, el modelo alemán no es la solución ni para Europa ni para Alemania. Lo que el gobierno Merkel tenía que haber hecho es hacer lo que Oskar Lafontaine proponía cuando era Ministro de Economía del gobierno Schröder. Aumentar los salarios, para aumentar la demanda que estimulará la economía alemana y europea. Centrarse en la exportación es un profundo error (como, por cierto, lo está también demostrando China). Se necesita un estímulo generado por el incremento de la demanda interna a base de aumentar los salarios y el gasto público, incluyendo el social, políticas opuestas a las que Merkel, Sarkozy y Oliver están proponiendo. Ello requiere también que, como señala acertadamente Antón Costas, el Banco Central Europeo actúe más como el Federal Reserve Board de EEUU que como un lobby de la banca alemana. La configuración actual donde los centros álgidos del poder están en manos de ex dirigentes de la banca (a los cuales se les llama tecnócratas) es una receta para el desastre.

Por fin, recientemente, sectores de la socialdemocracia, incluyendo la alemana (que tiene que competir electoralmente con Die Linke, la Izquierda, de Oskar Lafontaine, que dejó el SPD), están aceptando muchas de las tesis de Lafontaine, incluyendo la propuesta de estímulo de la economía a base de aumento de la demanda interna, aumentando los salarios y el gasto público. Ello exige que el aumento de la productividad vaya al asalariado en lugar de, como ahora, al empresariado y a las rentas del capital. Otro requisito es que haya una reforma tributaria redistributiva que genere los recursos con los cuales pagar la necesaria expansión en inversiones sociales, físicas y energéticas que creen empleo rápido.

Y también reconocen tales sectores de la socialdemocracia alemana (que hace ya tiempo que han estado presionados por los partidos a su izquierda) de que hay que transformar el BCE en un banco central semejante al Federal Reserve Board de EEUU (con mayor dependencia y supervisión pública que tal Banco Central Estadounidense), creando una agencia del Tesoro Europeo que emita eurobonos, garantizados por las instituciones europeas, además de crear un Banco para el Desarrollo. Es decir, prácticas opuestas a las que están defendiendo las derechas en Europa. El hecho de que estas políticas se vean como utópicas o irrealizables en España, muestra el enorme dominio del pensamiento neo-liberal en nuestro entorno, que influencia también el pensamiento económico de la socialdemocracia.

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