DEUDA Y FUTURO DE ESPAÑA: EL DILEMA DE SÍSIFO EN EL INFIERNO DE EUROPA

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Jorge Fonseca, en 'Diario Crítico'

El largo calvario de España a cuenta de la deuda, se ha convertido en un círculo vicioso en el cual la especulación aumenta la prima de riesgo que eleva los intereses a pagar, ante lo cual el gobierno recorta el gasto público para compensar este aumento, pero a costa de acentuar la recesión; ésta reduce la recaudación tributaria y eleva el gasto en subsidio de desempleo, por lo que el déficit persiste y la deuda sube nuevamente en vez de bajar. El aumento de la deuda provoca más especulación, un nuevo aumento de la prima y los intereses, nuevos recortes y vuelta a empezar, en una noria de ajuste permanente que recuerda al mítico Sísifo condenado en el infierno a empujar incesantemente una inmensa roca hasta la cima de una montaña, de donde caía por su propio peso obligándole a empezar una y otra vez, haciendo su esfuerzo inútil y sin esperanza; el castigo más terrible que se pueda tener, decíaAlbert Camus.

El déficit

Desde 2008, un año después de iniciada la crisis bancaria- bursátil y económica (fuerte caída de la producción y la demanda), los gobiernos de EEUU y de Europa comenzaron a rescatar masivamente a entidades financieras al borde de la quiebra. El coste de estas ayudas fue de varios billones, por lo que los déficits públicos se dispararon: el de EEUU en 2008 duplicó el del año anterior (que provocó un posterior recorte de gastos por 4 billones de dólares) y en España el superávit del 2,2% del PIB de 2007 se convirtió en un déficit del 4% en 2008, por la combinación del impacto de las ayudas a la banca, la caída de la recaudación tributaria debido a la recesión, el aumento de los intereses, el aumento del gasto en seguro de desempleo provocado por los despidos masivos y en los ineficaces estímulos fiscales para atenuar la recesión. El círculo infernal comenzó con recortes de gasto (15 mil millones en 2010-2011, en salarios de funcionarios, congelamiento de pensiones, inversión y gasto en educación, sanidad y ayudas sociales), y la caída de la recaudación de impuestos respecto a 2007 (entre 2008 y 2010 se perdieron 125 mil millones de euros, por incapacidad de pago, oportunismo o simple aumento de la evasión por parte de las empresas). Le siguieron el incremento del gasto en subsidios de desempleo (de 16 mil millones en 2009 a 30 mil millones de euros en 2011), el aumento de intereses de la deuda (de 17 mil millones en 2008 a 30 mil millones en 2011) y las ayudas directas a la banca (20 mil millones de euros del FROB y FAAF). Todo ello generó un elevado déficit público (11% en 2009, más del 9% en 2010 y más del 8% en 2011, del Estado central, que suman unos 290.000 millones de euros a lo que se añade el de comunidades y ayuntamientos), a pesar de los brutales recortes de gasto público de estos dos últimos años. Lo dramático de la situación es que para cumplir con la promesa de volver en dos años al 3% de déficit, hacen falta recortes adicionales de gasto de unos 40 mil millones en 2012 y 50 mil millones en 2013, en relación al presupuesto actual, cifras que dependen de cuánto suba la prima de riesgo y lo que se regale a la banca.



Recesión, deuda y desempleo

El fracaso de esta política, que en vez de dar fuerte impulso a la demanda (ayudando a familias y pequeñas empresas en dificultades) se preocupó de salvar los intereses de los accionistas de la banca, se reflejó en la caída de la producción (España pasó de ser la 8ª mayor economía del mundo a la 12ª en tres años). El hundimiento de la economía disparó el desempleo hasta los cinco millones de parados, de los cuales 1,5 viven en hogares en los que ningún miembro percibe ingresos.

Esta política centrada en ayudar a la banca incrementó el ya elevado endeudamiento de familias (actualmente 900 mil millones de euros) y sobre todo de bancos y empresas (1,4 billones de euros), que asumían más endeudamiento para hacer frente a sus pagos, elevando la ya altísima deuda privada total hasta 2,3 billones de euros. Esta cifra equivale al 230% del PIB (50 puntos más que la media europea) y a más del triple de la deuda pública, que actualmente roza los 700 mil millones, (66% del PIB, 20 puntos menos que en Alemania, pero casi el doble que en 2007 que era 36% del PIB). Medida por habitante la deuda española -15 mil euros- también está muy por debajo de la alemana -23 mil euros.

En conjunto, los casi 3 billones de deuda total equivalen al 300% del PIB, y tres cuartas partes son deuda privada, que es la verdadera causante de la grave crisis financiera, y que, para peor, en un 75% fue contraída con el exterior para financiar la burbuja inmobiliaria y la especulación financiera. La deuda pública externa (en manos de extranjeros) está en torno al 50% del total de la misma, por lo que en conjunto sector privado y público deben unos 2 billones de euros a bancos y otros acreedores extranjeros (alemanes, franceses, principalmente), lo que explica la fuerte presión de los gobiernos de los países donde residen dichos acreedores, para que el Estado español haga asumir a los ciudadanos la elevada deuda de la banca y empresas inmobiliarias.

Esta gradual estatización de la deuda privada, mediante las transferencias de dinero público a la banca (unos 70 mil millones de euros, entre dinero y avales, de momento) a cambio de recibir papeles sin valor de créditos incobrables, ha provocado que en los últimos 3 años la deuda privada haya reducido su peso en el total de la deuda española, a costa del mayor peso de la pública. Esta estatización de la deuda de la banca, equivale a una acción inversa a la de Robin Hood: se les quita a los que menos tienen para dárselas a los ricos. Proceso que se da en toda Europa y que seguramente se acelerará con el famoso e incierto fondo de rescate europeo de un billón de euros, y con la gestión de los Goldman Sachs-boys del Banco Central Europeo y de los gobiernos de Grecia (Papademos) e Italia (Monti).

La estatización de la deuda privada tiene antecedentes en los regímenes de Pinochet y Videla y supone que hemos pasado de una democracia que elegía a sus gobernantes y una banca que al menos en parte financiaba la actividad económica, a una banca que elige los gobernantes y unos ciudadanos que financian a la banca.
El problema mayor es que este aumento forzado de la deuda pública genera una creciente especulación con los bonos, con el pretexto de la incertidumbre sobre su capacidad de pago, lo que eleva la prima de riesgo (el diferencial de interés con los bonos alemanes a 10 años) que en 2006 era casi cero y en 2007 se mantuvo por debajo de los 50 puntos básicos (es decir medio punto de interés), igual que Italia y Grecia. Fue a partir de la cadena de quiebras en EEUU y Europa en 2008 que la prima de los países del sur de Europa se disparó (a principios de 2009 la prima española llegó a los 120 puntos para reducirse a 50 en Agosto). Los masivos programas de rescate bancario y de ajuste fiscal la redujeron efímeramente pero no evitaron que la prima de la deuda griega llegase a 450 puntos en mayo de 2010, cuando se vio forzada al primer rescate financiero. En España, en junio llegaba a 200 puntos cuando el gobierno decidió los brutales recortes de salarios de funcionarios y congelación de pensiones, sin conseguir detener la escalada de la prima que rozó los 300 a final de ese año, alcanzó los 369 en agosto 2011, cuando PSOE y PP acordaron la reforma constitucional para prohibir constitucionalmente un déficit fiscal superior al 0,4%, hasta situarse por encima de los 500 puntos, lo que supone un interés de más del 7% para los bonos españoles, revelando que la inutilidad de la reforma constitucional para frenar la especulación con la deuda. La persistente tendencia a subir por parte de la prima a pesar de los recortes revela que en realidad el camino debería ser el contrario, aumentando la capacidad de compra de los ciudadanos.

La crítica situación actual, se da en un contexto de exigencia financiera del Estado y el sector privado, que en el próximo año deben renovar o emitir deuda por unos 450 mil millones de euros y, además, la banca debe aumentar su capital propio en 26 mil millones para enfrentarse a la creciente incobrabilidad, lo que hace imposible la afluencia de crédito a la economía, garantiza una nueva recesión y reinicia el círculo de Sísifo, que hace planear permanentemente la posibilidad de un "rescate".

Soberanía y exigencia a la Unión Europea

España parece enfrentada al mismo dilema que Sísifo, que cada vez que llegaba a la cima, destrozado por su esfuerzo, debía elegir entre arrojarse al vacío para acabar con su suplicio o aumentar su sufrimiento. En realidad cualquiera de los dos caminos en los que coinciden PP y PSOE, recortes para intentar evitar el rescate o rescate a cambio de más recortes, nos llevan al suicidio social. La alternativa es recuperar la soberanía (ahora lo único "soberano" es la deuda) y enfrentarse a los amos de Europa exigiendo que el BCE garantice la deuda española (y demás países de la zona euro) y favorezca una refinanciación de la deuda sin condiciones. También es necesario un cambio radical de política monetaria, que deje de mantener la sobrevaluación del euro que beneficia a las filiales alemanas que exportan a Europa desde China y de la banca alemana y francesa con créditos en euros y deudas en dólares (por lo que necesita un euro alto), mientras destroza la competitividad de las empresas españolas y del resto de países que no tienen una fuerte estructura industrial. La cacareada "mayor integración" sólo debe aceptarse si podemos exigir condiciones, que acabe con la sumisión a los intereses alemanes, que interpretan la cesión de soberanía de los países a favor de la Unión Europea como una cesión a Alemania. Establecer como objetivo central del Banco Central Europeo el mantenimiento del empleo y secundariamente el control de la inflación y subordinándolo a los gobiernos elegidos democráticamente, ya que se ha convertido en una institución autocrática que ha sido responsable de la profundidad de la crisis en Europa con su política monetarista en línea de los Chicago boys de la era deReagan. También que se establezca la posibilidad que el BCE preste directamente a los países, como la Reserva Federal hace con el gobierno de EEUU, a tasa mínima para evitar toda la especulación en torno a la deuda. Además se debe exigir que se adopten medidas rigurosas para intervenir, sí intervenir, los mercados de especulación, llamados eufemísticamente mercados financieros, restringir radicalmente los "derivados financieros" que el banquero Warren Buffet denominó "armas de destrucción masiva", prohibir, sí, prohibir radicalmente y perseguir la existencia de paraísos fiscales, en los que no sólo se evaden impuestos sino que se blanquea el dinero del crimen organizado y se fusiona con el dinero "legal". También hay que suprimir el sistema de agencias de especulación mal denominadas de calificación o rating, sustituyéndolas por una agencia europea pública única.

Cambio radical de política económica y financiera

En lo interno el cambio de política consiste en acabar con los recortes y renunciar a la privatización de los servicios sanitarios y educativos que como lo demuestra la experiencia de Pinochet en Chile, no sólo deterioran los servicios y generan una gran desigualdad, sino que además son pan para hoy y hambre para mañana. Hay que reactivar la economía para recuperar el empleo, lo que implica que el nuevo gobierno renuncie a su proyecto de crear empleo a base de abaratar salarios, para de un mileurista hacer dos quinientoseuristas. En cambio debe acometer una reforma laboral que restituya derechos y mejore el salario para estimular la demanda y a la vez una reforma "empresarial" para acabar con el parasitismo de "empresarios" acostumbrados a vivir del "bote" del Estado, sea por subsidios o por contratos asociados a políticos corruptos. También debe exigirse a las empresas un porcentaje suficiente de capital propio en relación con su endeudamiento y una transparencia de sus datos.

Además es imprescindible ayudar a las familias desahuciadas en vez de a la banca (lo que permitiría a esta cobrar y evitar la quiebra), y con los millones de viviendas vacías crear un parque de vivienda pública que resuelva el grave problema de millones de españoles jóvenes y mayores que no tienen acceso a una vivienda digna.

También es fundamental una reforma fiscal que sea justa, que elimine privilegios como las SICAV, y en la que los monopolios como Telefónica, o la banca y los cien mil residentes que poseen un billón de euros de riqueza paguen en función de su capacidad (un impuesto de 10% a estos privilegiados recaudaría más de 100 mil millones de euros), a la vez que se combate seriamente el fraude fiscal (lo que permitiría recaudar otros 100 mil millones de euros; la renuncia a hacerlo equivale a prevaricación). Esta reforma evitaría seguir hundiendo la economía a base de recortes del gasto público esencial que destruye la sanidad, la educación y deteriora las infraestructuras.

En definitiva, el l nuevo gobierno tendrá que elegir entre ser el flautista de Hamelin que situando a los ciudadanos al nivel de roedores les conduzca al precipicio por el probado mal camino de salvar a la banca aunque el pueblo perezca, o dar un giro radical y poner a la gente por encima del dinero. El riesgo de no hacerlo es que Sísifo renuncie al suicidio y a seguir empujando la piedra, y decida escapar del infierno a cualquier precio o, simplemente, tomar el infierno por asalto.

Jorge Fonseca es Profesor de Economía Internacional en la Facultad de CC. Económicas de la Universidad Complutense de Madrid (jorgefons@ccee.ucm.es)

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