BASTARDOS

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La desigualdad entra en la agenda de Davos, a la vez que las felicitaciones por los duros ajustes

Josep Ramoneda, en El País

La Unión Europea constata que en España tener empleo no garantiza salir de la pobreza. España sale de la recesión como campeona europea de la desigualdad, en pugna con Letonia. Y sigue destruyendo empleo. La desigualdad entra en la agenda de Davos, y, sin embargo, en la misma reunión abundan las felicitaciones por los duros ajustes que han contribuido eficazmente a agrandar la brecha social. Dejemos de lado la dimensión costumbrista, el cinismo de los pirómanos que han provocado la crisis social y se felicitan, a la vez, de haberlo conseguido y se escandalizan de sus consecuencias. ¿Por qué preocupa súbitamente la desigualdad? Si se ha llegado a ella ha sido porque las políticas ante crisis sirvieron para conseguir unos objetivos que ya estaban definidos previamente: declarar obsoleto el modelo europeo de bienestar, debilitar y empobrecer a las clases trabajadoras e introducirnos en el paradigma de la competencia global.

Ahora descubren que la desigualdad es ineficiente y que puede socavar la credibilidad del sistema. Cuando, como ocurre en España, el nivel de devaluación de los salarios y de precariedad del empleo, gracias a la reforma laboral, es tan grande que tener trabajo ya ni siquiera es garantía para una vida digna, ¿cómo se legitima un sistema fundado sobre la promesa de la redención por el esfuerzo?

“No veo solo el futuro, sino también el presente con esperanza”, dice el presidente Rajoy. Y la vicepresidenta Sáenz de Santamaría ve incoherentes las movilizaciones sociales en un momento de recuperación. El triunfalismo del Gobierno en materia económica incentiva las manifestaciones de malestar. En la medida en que la presunta bonanza no llega a la vida cotidiana de la mayoría de los ciudadanos, la irritación crece. Si las cosas van bien, ¿por qué no me entero yo? ¿Quiénes son los beneficiarios? Dice una encuesta que los ciudadanos confían mucho más en las empresas que en el Gobierno. Es la constatación de la impotencia de la política.

¿Por qué Gamonal, un conflicto local, ha tenido tanta repercusión pública? Por su carácter indiciario: el malestar es tan grande que la mecha puede prender en cualquier momento, por la causa más inesperada. Y porque la crisis está poniendo en evidencia los manejos y complicidades entre política y dinero.

El problema no está en la ciudadanía que protesta en Gamonal o en cualquier otro sitio, el problema está en personajes como Méndez Pozo que mangonean a su aire con la complicidad de alcaldes y dirigentes del PP. Y este problema, si la derecha quisiera, podría atajarlo fácilmente. La gestión de la crisis ha hecho que esta evolucionara de económica a social. Rajoy diría que no adelantemos acontecimientos. ¿A qué hay que esperar? ¿A que la conflictividad se extienda por todo el país? Dice Peter Sloterdijk que la frase más importante de los tiempos modernos la pronuncia Edmundo en El rey Lear, de Shakespeare: “Y ahora, dioses, ¡asistid a los bastardos!”.

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