LA FIFA ES UN ESPEJO CASI PERFECTO DEL SISTEMA

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Félix Soria
Ha sido sin querer... Y el árbitro sonrió Desde hace ya decenios, lo que ocurre en el mundo del fútbol profesional es mediática y popularmente más importante que las guerras y que las hambrunas; más que los descubrimientos científicos y que los avances tecnológicos, más imporante que etcétera y etcétera...     

Resumiendo, para la mayoría de los gobiernos y para millones de aborregados, el fútbol profesional es más importante que lo más importante de cuanto afecta a la colectividad y a las personas. 

Ante los errores de juicio deportivo como los habidos ayer en los partidos Argentina-México y Alemania-Inglaterra --la lista de errores es irresumible--, la reacción de la FIFA ha sido prohibir en los estadios la retransmisión de los lances de juego para, así, evitar que el público sea consciente de que los jueces se equivocan, incluidos los errores que no son tales, sino que probablemente merecerían otra descripción y otros calificativos (incompetencia, desidia, favoritismo, corrupción...) 

Sin embargo, la FIFA es radicalmente sincera consigo mismo y con lo que representa. 

El fútbol profesional es altamente representativo de dos fenómenos: primero, el dinero es lo más sustancial y, segundo, el fútbol profesional es por encima de todo unnegociazo. 

NOTA: Conste que, aunque el espectáculo deportivo que más me satisface es el baloncesto, soy espectador aficionado al fútbol. Eso sí, procuro no ser otro idiota --a veces hasta lo consigo... 

Pero si hay algo que llama poderosamente la atención en este asunto no es la FIFA, sino el empeño de algunos --en especial los ¿periodistas? que animan el circo-- en organizar debates y referendos sobre si es conveniente o no utilizar la tecnología para evitar errores de juicio. Quienes plantean ese tipo de polémicas son los que mejor alimentan la tesis de que las decisiones del deporte profesional deben estar al margen de la equidad y de la justa competencia deportiva para, entre otras cosas, mantener activa la desvergüenza de que el espectáculo y la estupidez estén por encima del deporte y de la sensatez. Esta es una forma más de garantizar los ingresos y de hacer negocio. 

Hay que agradecer, pues, a la FIFA las lecciones de ignominia que ofrece; ignominias que son amorosamente protegidas o perdonadas por los gobiernos estatales, autonómicos y municipales de las Españas --amén de otros Estados--, que tanto y tan eficientemente subvencionan ese negocio, perdonan sus deudas con la Administración, o las consienten. Si un trabajador autónomo o un vulgar empresario debe dos meses al fisco o a la seguridad social le embargan hasta la camiseta, pero a un club de fútbol... ¡Por favor! 

Señores rectores de la FIFA, gracias porque prohibir las imágenes, ¡la realidad!; esa actitud muestra blanco sobre negro el funcionamiento del sistema.

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