¿NO QUIERES CALDO? ¡TOMA DOS TAZAS!

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Alberto Montero Soler

Francia y Alemania, a la cabeza del fundamentalismo ortodoxo con el que pretenden prolongar la crisis a base de ajustes fiscales, acaban de proponer endurecimiento de las sanciones para aquellos países que violen el Plan de Estabilidad y Crecimiento.

La noticia no sé si me da risa, miedo o ambas cosas a la vez.

Me da risa porque, precisamente, ambos países carecen de la legitimidad necesaria como para reclamar esa medida. Más allá de ser fundadores de la Unión Europea y las dos principales economías de la Eurozona son, también, dos países que se saltaron a la torera las sanciones del actual Pacto de Estabilidad cuando fueron ellos los que incurrieron en déficit excesivos. ¿Ahora vienen a pedir para los demás lo que no quieren para ellos mismos?

Basta con recordar -¡malditas hemerotecas!-, lo que Schröder y Chirac decían en 2003, después de tres años consecutivos de incumplimiento del Pacto por ambos países. Decía entonces el canciller alemán: “Algunos erróneamente ven que el espíritu del pacto es asegurar sólo la estabilidad, pero es también un pacto para el crecimiento. No debemos abandonar el objetivo de la consolidación presupuestaria, pero el objetivo del crecimiento es tan importante como el otro y a veces se le debe dar mayor prioridad. Esa es la situación en la que nos encontramos ahora”. Es más, continuaban afirmando que, “somos unánimes en el rechazo de cualquier dogmatismo en cualquiera de los dos objetivos y creemos que, en la actual fase de la evolución económica, el énfasis sobre el crecimiento debería ser mayor, sin incluir la consolidación presupuestaria”.

Ése era el espíritu del Pacto entonces, cuando los que estaban en recesión y agobiados tratando de estimular la economía eran ellos; ahora, como nadamos en la abundancia y pareciera que estamos en época de vacas gordas, pues debe primar el espíritu de la consolidación presupuestaria para todos. ¡Manda narices!

Y me da miedo porque la propuesta pone de manifiesto que la crisis se está enfrentando por la vía de profundizar en algunos de los elementos distorsionadores presentes en el diseño de la Unión Monetaria Europea en lugar de por la vía de su reforma y el avance hacia unos verdaderos Estados Unidos de Europa. Si no se apuesta por avanzar hacia una hacienda pública comunitaria y se sigue insistiendo en reformar la institucionalidad económica existente no sólo aparecerán nuevas crisis en el futuro sino que el papel de Europa en un contexto multipolar como el que se está configurando será de mera comparsa, es decir, no muy alejado del actual.

Así que creo que la risa que tengo debe de ser nerviosa.

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