"LOS QUE CRITICARON AL SISTEMA FUERON APARTADOS"

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Sandro Pozzi, en 'El País'

John Cassidy, economista y periodista, es una de las plumas más elegantes de la revistaThe New Yorker. Siempre creyó que la economía que estudió en los libros estaba divorciada de la realidad. La crisis financiera fue la oportunidad para unir ideas que le rondaban por la cabeza desde que, hace 25 años, empezó a cubrir la información sobre Wall Street. En Por qué quiebran los mercados, editado por RBA y considerado uno de los libros de referencia sobre la crisis, repasa los grandes dogmas del capitalismo. La autorregulación, dice, era una utopía que acabó en 2007. Desde Adam Smith hasta Ben Bernanke, el autor traza nexos entre la economía real, la historia, la sociología y la psicología de consumo, para explicar cómo se crean y por qué estallan las burbujas.

Pregunta. ¿Funciona el capitalismo?

Respuesta. Es, como dijo Churchill al referirse a una democracia, el mejor de los dos mundos. Si tienes una tienda, un negocio de exportación o una aerolínea, un mercado debidamente regulado facilita los bienes y servicios que necesita la gente. Pero debemos ser escépticos. Si algo es demasiado bonito, quizás algo vaya mal.

P. ¿No piensa que los políticos y economistas están demasiado vinculados a dogmas?

R. En gran medida se envuelven en una serie de teorías sobre cómo funcionan la economía y los mercados. La mayoría de las veces tienen sentido en los libros, pero nada que ver con la realidad. Eso puede dar lugar a posiciones extremas. Las reglas deben adaptarse. Hay que ser pragmático, ver lo que funciona y lo que no.

P. A partir de su libro, parece que usted se anticipó al desastre sin esa miopía tan general...

R. Desde el colapso de 1987, hemos tenido un periodo de prosperidad hasta 2007. Hubo recesiones, pero fueron relativamente pequeñas y el mercado se recuperó pronto. Por eso se creyó que el capitalismo tenía los instrumentos para resolver los problemas. Pero no era así. Los que cuestionaron esas reglas [entre los que estuvo Cassidy] fueron lentamente apartados.

P. Carga especialmente contra Alan Greenspan por dejar que la bestia se desbocara desde la Reserva Federal...

R. La de Greenspan es una especie de tragedia griega. Personificó el triunfalismo estadounidense. Era intocable, a pesar de ser en parte responsable del estallido de la burbuja tecnológica. Actuaba para proteger los intereses del mercado y eso creó incentivos para que se asumiera riesgos excesivos. Cuando estalló la crisis, se convirtió en la figura a la que echar las culpas.

P. ¿Es el único responsable?

R. Greenspan personificó muchas de las ideas que llevaron a la crisis, por eso es de los principales culpables. Aunque es cierto que aquí es responsable todo el mundo. Desde los propietarios que se hicieron con préstamos que no podían pagar, los bancos que dieron las hipotecas, los que las empaquetaron, los reguladores, las agencias de calificación, los economistas y los periodistas que lo ignoraron. Todos actuaban en el propio interés.

P.- También se dice que el origen está en de la mano invisible de Adam Smith...

R.- No fue un economista del libre mercado en el sentido actual. Y de hecho era sospechoso para los bancos. Según él, era necesario algún tipo de regulación.

P. Hace referencia al título de su blog: Racionalidad irracional.

R. En el ámbito individual, todo era lógico. Si eres una persona con pocos recursos y un banco te ofrece un préstamo asequible, es racional firmarlo. También lo era para el que emitía la hipoteca, porque pasaba la deuda a otra entidad. El problema surge cuando se combinan acciones individuales. Ahí empieza la locura.

P. Todo está conectado.

R. Sí. Y hay algo a lo que no se le da importancia. El aumento de la brecha social en EE UU y la congelación de los salarios durante las tres últimas décadas, hizo que las familias se endeudaran para mantener su estilo de vida.

P. Si la riqueza era una ilusión, ¿por qué nadie dijo basta?

R. Cuando las cosas van bien, y la gente piensa que se enriquece, los Gobiernos son populares. Y de la forma en la que está estructurado el sistema, la economía es muy dependiente de los bancos centrales. Son los que deben poner el fin a la fiesta antes de que las cosas se pongan feas. El problema es que la especulación es un incentivo para que la burbuja siga creciendo si se hace dinero.

P. Otro de los problemas fue la desregulación ejecutada por Bill Clinton en los noventa...

R. Lo que hay que ver son las ideas que llevaron a ambos partidos a adoptarla. Pudo ser consecuencia de que estaban comprados por Wall Street. No soy tan cínico. Pienso que creían que la desregulación es casi siempre buena. Eso se acabó en 2007.

P. La memoria es corta. ¿Se volverá a las andadas?

R. Va a ser muy difícil sostener lo que se ha venido diciendo durante las últimas décadas. La sospecha hacia Wall Street es muy profunda. Tras la Gran Depresión, costó casi un siglo que la ortodoxia del libre mercado volviera tomar cuerpo. La ironía es que la reacción a la última crisis fue bastante efectiva.

P. ¿Habrá giro al modelo socialista?

R. No creo. Habrá una vía de en medio. Se necesitan mercados, pero también un Gobierno efectivo. Es una visión centrista.

P. ¿Cómo ve la reforma financiera?

R. Habrá restricciones en algunas actividades, pero se queda corta. Hay menos endeudamiento en el sistema porque la banca ya no presta tanto. Sin embargo, la estructura básica va a ser prácticamente la misma, por eso emergerán nuevos problemas.

P. ¿Y de la reforma sanitaria?

R. Es un escándalo que en el país más rico del planeta haya 51 millones de personas sin protección sanitaria a un precio asequible. Es un fallo del mercado. Pero también de un sistema político muy complicado. Va a ser muy cara, y los seguros ya están subiendo como consecuencia de las nuevas disposiciones.

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