José Ignacio González Faus
Como todo el mundo sabe, la física y las matemáticas están llenas de leyes y axiomas: hay una ley de gravedad y una ecuación de Einstein, hay un principio de Arquímedes y un teorema de Pitágoras… Y así sucesivamente. Pues bien: lo mismo ocurre en la política, sobre todo en política económica. Para muestra, basten algunos botones.
1.- Principio de Cascos: en política económica las decisiones que se toman siempre tienen efectos a largo plazo y no suele recogerlos quien las tomó. Incluso puede suceder que, a corto plazo, tengan unos efectos contrarios a los que serán sus resultados verdaderos.
Se llama así a este principio en recuerdo de un ministro español que infló una burbuja inmobiliaria que, años más tarde, fue uno de los factores internos que llevaron a su país a una crisis descomunal. Y, cuando le criticaban porque en el país se estaba especulando desmesuradamente con la construcción, el ministro respondía que, si se construyen tantas casas, es porque “los españoles son suficientemente ricos para comprarlas”. Lo que ocurría en realidad es que unos pocos solos compraban muchas casas y otros “ninjas” compraban casas que nunca iban a poder pagar. Hasta que estalló la crisis. Pero entonces el ministro del ramo ya era otro.
También se conoce a este principio como la ecuación de Regan-Thatcher: quitar al estado todos sus fondos bajando impuestos a los amigos y privatizándolo todo, hasta convertir al estado en un “ninja” (iniciales de “no incomes job, non assets”) y luego, cuando llega la crisis provocada por sus amigos, reprenderlo públicamente con toda razón, si se endeuda para gastos sociales por encima de sus posibilidades que son ya nulas. Se le llama así por paralelismo con la otra ecuación de Gay-Lussac llamada “ecuación de los gases perfectos”: pues ésta es la ecuación de los millonarios perfectos…
2.- Ecuación de Wall Street: como consecuencia del anterior, en política económica la derecha siempre comete las injusticias (hasta que tanta injusticia acaba constándole el poder); y la izquierda siempre trata de arreglarlas. Hasta que tanto sacrificio acaba echándola del poder.
3.- Teorema del remendón: como los efectos son a largo plazo, los gobernantes siempre acaban pareciendo culpables de las injusticias cometidas por sus predecesores, o beneficiándose y atribuyéndose los resultados de terapias aplicadas por sus predecesores. Por ejemplo: supongamos que un país entra en profunda crisis en el 2009 por errores que comenzaron hacia el 2000, y va saliendo de la crisis hacia 2013; pues bien: el gobierno que heredó esa situación aparentemente boyante pero tóxica será declarado culpable de ella y perderá las elecciones siguientes. Mientras que el gobierno que le haya sucedido se atribuirá la cosecha de una siembra reparadora, hecha antes de llegar él al poder.
4.- Principio de D. Mariano: en política son mucho más eficaces las fotos retocadas y las palabras bien sonoras y vacías de contenido, que las imágenes reales y los contenidos de cualquier discurso. Este principio no necesita demostración porque la experiencia lo confirma constantemente.
5.- Principio de la DDR: los éxitos deportivos de un país son inversamente proporcionales a su nivel de madurez política y democrática. Porque inflan el ego y lo adormecen inyectando una total despreocupación por las cuestiones sociopolíticas. El nombre de este principio (al que otros llaman principio de la roja) viene de la antigua Alemania comunista que maravillaba siempre al mundo con sus triunfos en olimpíadas, y mantenía así una población suficientemente satisfecha en la dictadura.
6.- Ecuación de Victoria Kent: sólo una educación larga, paciente y de calidad construye un electorado realmente democrático. Victoria Kent, en contra de todos sus ideales y sus principios, se opuso al sufragio femenino porque adivinaba que, si votaban las mujeres, ganarían las derechas. Toda su vida se arrepintió de ello, y comprendió que la solución no era negar el voto a las mujeres sino educarlas aunque esto requiriera más tiempo y esfuerzo (no sé si sabía que lo mismo le había ocurrido a Proudhon respecto al sufragio universal que primero vindicó a rajatabla y al que luego se opuso porque “el pueblo estaba alienado”). Vaya usted a saber si esa es la razón por la que, en mi infancia, tarareábamos aquello de “se lo puedes pedir a Victoria Kent – que lo que es a mí – no ha nacido quién”…
7.- Axioma de Berlusconi: en un país con escasa educación democrática, la corrupción nunca implica pérdida de votos para quienes la practican. Incluso puede hacer ganar votos porque muchos votantes envidian a esos corruptos y quisieran poder lucrarse como ellos.
8.- Hipótesis del concejal: “Haga patria, mate un cura” decían antaño en El Salvador. Lo cual entre nosotros significa: cuando pintan bastos en las próximas elecciones, úselos Ud para golpear con ellos a la Iglesia, a los curas, o a los papas. Puede tacharlos de criminales, de genocidas de culpables de no sé cuántos miles de muertes. A ver.
NB. Parece que la exactitud de este principio no está aún confirmada del todo.
9.- Ley de la gravedad capitalista: para que los ricos salgan de las crisis que ellos crean es preciso que los pobres trabajen más y ganen menos. Ésta es una ley muy elemental que todo el mundo conocía. Algunos la atribuyen a Díaz Ferrá pero no fue él su descubridor: sólo tuvo la ingenuidad de proclamarla en voz alta, como el niño aquel que dijo que el rey iba desnudo.
10.- Y para terminar: principio de Lim-Piao: el nivel de reconocimiento del grado en que un país guarda los derechos humanos es directamente proporcional a la amplitud de sus reservas petrolíferas o a la extensión de sus posibilidades de mercado; no necesariamente al nivel de respeto a esos derechos. Porque, como ya enseñó Felipe González: lo importante es que el gato cace ratones, no que sea blanco o negro.
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