Emili Ferrer Inglés en Economistas Frente a la Crisis
En las últimas décadas las políticas de privatización, de liberalización y de reducción de gasto social han recortado los sistemas públicos de salud. Han sido políticas eficaces para aumentar la riqueza de pocos y la desigualdad de muchos, sin embargo en cuanto a la eficiencia no es posible hallar evidencias. Son políticas que incumplen un principio científico incompatible con la economía como ciencia: la evidencia empírica las está refutando y son contrarias a los intereses generales[1].
Las tres políticas anunciadas han venido aplicadose mecánicamente en cualquier lugar y circunstancia, pero con distintas formas desde el programa económico de la Junta Militar en Chile, hasta lo que Ulrich Beck denomina el “Merkiavelismo”[2]. Resulta contradictorio que desde los ámbitos neoconservadores tachen de inmovilistas y de dogmáticos ideológicos a quienes reclaman nuevas políticas alternativas.
1) En 1970, el Departamento de Estado[3] actuaba en sintonía con economistas de la Universidad de Chicago, como Arnold Harberger y Milton Friedman (asesores de Augusto Pinochet), que difundían en Chile la trilogía del FMI: privatización, desregulación y reducción del gasto público social. Sergio de Castro, formado en esta doctrina, lideró la elaboración del programa económico de la Junta Militar en Chile. El documento, conocido como “El ladrillo”[4], fue distribuido a todos los oficiales del ejército el día siguiente al golpe militar, miércoles 12 de setiembre de 1973.
El programa: privatización de la mayor parte del SNS, descentralizar y gestión privada, ampliación del copago, asistencia sanitaria entendida como un seguro y no como un derecho, y para la población con menor ingreso sanidad de beneficencia. En el primer año se estableció una reducción del 10% del gasto social[5], reducción completada en años sucesivos. Plan de actuación documentado por André Gunder Frank[6] en su ““Carta Abierta en el Aniversario del Golpe Militar en Chile” y que se puede reconocer en las políticas aplicadas en España.
Los resultados económicos fueron devastadores: la inflación alcanzó el 375% en 1974 y la economía chilena retrocedió el 15%. En 1975 el gasto público se redujo un 27% y el paro creció hasta el 30% en 1982. Solo las grandes corporaciones y el sistema financiero salieron reforzados. La Asociación de Industriales de Chile calificó estos resultados como “uno de de los peores fracasos de nuestra historia económica”. El liberal The Economist, el 2 de febrero de 1980, calificaba los recortes de gasto público de “orgia de automutilación”.
Estas políticas y los mismos resultados siguieron en Brasil con Friedman (1973); en los regímenes militares de Uruguay, Argentina y Bolivia con Heberger (1973) y Thatcher ensayó el sistema en el Reino Unido. Finalmente, de Reagan a Bush, sin pausa hacia la Gran Recesión de 2008.
2) Paul Krugman[7] advierte que correlación no es lo mismo que causalidad. Sin pretender establecer estas categorías, es evidente la semejanza entre las Leyes Ómnibus[8] en Catalunya y el contenido y la forma de “El Ladrillo”. También es idéntica la propuesta de reducción del gasto social en un 10% el primer año, para seguir reduciendo en años siguientes. También el RDL 16/2012[9] del Gobierno de Rajoy sobre medidas urgentes para el SNS -que modifica la Ley 14/1986 General de Sanidad, como el plan de privatizaciones del Gobierno de la Comunidad Autónoma de Madrid son semejantes en las medidas y en la doctrina con “El Ladrillo” y a las medidas aplicadas posteriormente en diversos países. La referencia a Catalunya[10]responde a que su presupuesto sanitario entre 2012 y 2010 se ha reducido un 14,09% mientras que la media lo hacía en el 9,95%, y que su presupuesto sanitario en 2012 era 14,65% del total mientras que el recorte sanitario en Catalunya durante este período es el 21,75% del recorte total.
Las consecuencias en la sanidad pública son del mismo tipo: ampliación de copagos, incrementos de las listas de espera quirúrgicas en torno al 45% y reducción de prestaciones y servicios. Lo mismo con el aumento de la desigualdad: el 26,7 % de la población infantil está en riesgo de pobreza (tasa AROPE), 6,9 millones de parados, el 30% de los mayores de 65 años ayudan económicamente a alguien de su familia (EPA INE), durante el último año la diferencia entre el 20% más rico de la población y el 20% más pobre ha sido la más elevada de la UE[11].
Olivier Blanchard[12], economista jefe del FMI, ha admitido el fracaso de las políticas de recortes, en la medida en que para cada euro de recorte se estima que desciende la actividad en 1,5 euros y los efectos sociales, económicos y democráticos que ello implica son terribles. Sin embargo el Comisario para Asuntos Económicos Olli Rehn ha advertido que nada va a cambiar y que “los ciudadanos no verán mejora en su vida cotidiana en algún tiempo”.
Estas políticas de recortes están fomentando las privatizaciones y según Rafael Bengoa[13] convierten la sanidad pública en “un cliente de la sanidad privada y de los fondos financieros” con lo cual decisiones importantes sobre la gestión clínica de recursos sanitarios públicos podrían tomarse en el parquet de las bolsas de Londres o de Estocolmo y no en los órganos políticos responsables de la sanidad pública.
No es posible vincular los recortes y la privatización con la sostenibilidad del sistema público de salud, ya que esta depende básicamente:
De la mejora y transformación de la gestión del sistema público de salud y no de cambiar el modelo.
De establecer los instrumentos de participación de ciudadanos y de profesionales.
De resolver la infrafinanciación.
De eliminar rigideces innecesarias, establecer incentivos, dotar de capacidades y mejoras en la gestión para conseguir: más efectividad, más eficiencia y más equidad.
De una gobernabilidad económica democrática que incluya el sector productivo vinculado a la sanidad a través de políticas solventes.
No podemos olvidar que si no se reforma, solo queda privatizar y que la eficiencia en sanidad solo se mide con los resultados en salud.
3) Cuando con recortes de gasto social se cubre la gestión ineficiente del sistema financiero privado y la insolidaridad del fraude fiscal, y cuando con la reforma laboral se rompe de forma unilateral una parte básica del contrato que nos unía como ciudadanos, es que la democracia está en peligro. Ya no es suficiente saber qué medidas tomar para garantizar la sostenibilidad del sistema sanitario público, sino donde y como se acuerdan. Es necesaria una nueva gobernanza económica y un nuevo pacto social, en España y en Europa, en el que la salud se considere un derecho ciudadano esencial. De otro modo seria continuar avalando como aceptable lo que es inaceptable.
En palabras de Tony Judt[14]: “volvernos insensibles a los costes humanos de políticas en apariencia racionales”. Lo que Joaquín Estefanía denomina economía del miedo[15], Naomi Klein doctrina del shock y Ulrich Beck la utilización del miedo generado por el riesgo, en lo que define como “merkiavelismo”: mantener en Alemania incluso algún elemento de socialdemocracia, y al mismo tiempo utilizar el poder difuso de la duda para impulsar en el resto de países políticas neoconservadoras de duros recortes en gasto social. Convirtiendo a los ciudadanos de los países del sur de Europa en las victimas de la crisis financiera.
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[1] Economistas Frente a la Crisis: “No es economía, es ideología” Ediciones Deusto. Barcelona. Octubre 2012. Página 17
[2] Ulrich Beck. Conferencia en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, 13 de enero de 2013, y “Una Europa alemana (2012)”, Paidos Ibérica. Barcelona. 2012
[3] En 1970 Richard Helms, entonces director de la CIA, ordenó “hacer chirriar la economía de Chile”. El documento desclasificado puede hallarse en:http://www.gwu.edu/~nsarchiv/NSAEBB/NSAEBB8/docs/doc26.pdf . Citado por Naomi Klein (2007):”The Shock Doctrine: The Rise of Disaster Capitalism”. Edición en castellano: “La doctrina del schok” Editorial Paidós, Barcelona, octubre 2007. Página 89
[4] “Bases de la Política Económica del Gobierno Militar Chileno. El Ladrillo” (1973). Prólogo de Sergio de Castro. Centro de Estudios Públicos. Página 52: Objetivos del programa y Página 125: Sistema de Salud Pública. Santiago de Chile. Edición de octubre de 1992.
[5] Naomi Klein (2007): Op. cit. Pàg. 108 de la edición en catalán. Empúries Edicions 62, S.A. 2007
[6] André Gunder Franck (1974): “Carta Abierta en el Aniversario del Golpe Militar en Chile”. Alberto Corazón. Comunicación Serie B. 1974.
[7] Paul Krugman (2012): “¡Acabad ya con esta crisis!” Editorial Crítica, S.L. Barcelona. Página 95
[8] LLEI 10/2011, del 29 de desembre, de simplificació i millorament de la regulació normativa. LLEI 11/2011, del 29 de desembre, de reestructuració del sector públic per a agilitar l’activitat administrativa.
[9] Real Decreto-ley 16/2012, de 20 de abril, de medidas urgentes para garantizar la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud y mejorar la calidad y seguridad de sus prestaciones
[10] Federación de Asociaciones de Defensa de la Sanidad Pública. 21 de enero de 2013 e INE.
[11] Credit Suisse (2011): Global Wealth Repport 2011. Octubre 2011
[12] Olivier Blanchard and Daniel Leigh. “Growth Forecast Errors and Fiscal Multipliers” IMF Working Paper/13/1- January 2013 y Europa Press.
[13] Rafael Bengoa (2012): Entrevista. El País, 2 de enero de 2013
[14] Tony Judt (2010): “Algo va mal”. Santillana Ediciones Generales, S.L. Madrid, 2011. Página 36.
[15] Joaquín Estefanía (2011): “Economía del miedo” . Galaxia Gutemberg, S.L. Barcelona, 2011
EL RECORTE DE LA SANIDAD PÚBLICA: EL 'LADRILLO' Y MERKIAVELO
Etiquetas: crisis, economia, sanidad | author: jose luis ochoaPosts Relacionados:
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