PRISA, LA CAÍDA DEL IMPERIO

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“El País” fue hasta no hace muchos años un referente en el periodismo mundial y un buen síntoma en relación a la salud de la democracia en España. Nacido en la Transición, fue el más claro exponente del importante papel (nunca mejor dicho, porque hablamos sobre todo de periódicos y revistas) que jugaron los medios de comunicación en favor de las libertades durante los últimos años del franquismo y los primeros de la democracia. Por eso la crisis de “El País” y de la empresa que lo sustenta, Prisa, es también la del sistema democrático en España, que adolece ahora de los contrapoderes mediáticos imprescindibles en una sociedad libre. La pérdida de independencia, en relación a los poderes económico y político, y también de calidad, parece una evidencia en las empresas periodísticas en España durante los últimos años, un proceso en el que han ido acumulando descrédito y deudas en una proporción muy similar. El caso de Prisa, por la gran importancia de esta empresa multinacional, es el más significativo. Pascual Serrano, un valiente periodista que se ha especializado en sus artículos y en sus libros en la disección de la propiedad y los negocios de las empresas mediáticas españolas, firma un artículo sobre la crisis de Prisa en el número 23 de ATLÁNTICA XXII, que apareció en el último mes de noviembre. Lo reproducimos a continuación.

Pascual Serrano

Cuando en marzo de 2009 publiqué un reportaje en Le Monde Diplomatique con el antetítulo “El Grupo Prisa se tambalea”, los directivos del diario El País se negaron a aceptar la publicidad que todos los meses contrataba la revista en el suplemento Babelia anunciando sus contenidos. Ahora, en octubre de 2012, el director del diario, Javier Moreno, ha afirmado ante los trabajadores que “el Grupo Prisa está arruinado”. En realidad tanto la primera decisión como la segunda afirmación, aunque contradictorias, son coherentes con el estilo de Prisa: presentar la realidad según sus intereses. En 2009 necesitaba inversores para tapar la deuda millonaria que tenía con los bancos y no aceptaba que nadie difundiera su desastrosa situación económica. En otoño de 2012 debe justificar el despido de un tercio de su plantilla y le interesa decir que el grupo está arruinado. Ese comportamiento, intentar presentar la realidad conforme a tus intereses, es muy común y humano. Pero, cuando es el estilo constante de quien se presenta como el primer grupo de información y comunicación hispano en el mundo, nos podemos hacer idea de la falta de escrúpulos de quienes dicen estar al servicio de la verdad y la libertad de expresión.

La desesperada situación económica del Grupo Prisa es una constante informativa durante los últimos años, el reciente capítulo es el anuncio de un ERE que supone 128 despidos bajo las peores condiciones económicas que permite la ley, 21 prejubilaciones y una disminución del 15% del sueldo para el resto de una plantilla que ahora es de 464 trabajadores. Todo ello con la indignación que despierta en los trabajadores que el consejero delegado, Juan Luis Cebrián, se embolse en torno a 13 millones de euros en 2011, una cantidad que viene a ser todo lo que ingresa el diario por publicidad en dos meses o lo que costaría contratar a 400 nuevos redactores.

El País ha sufrido una pérdida del 25% de su difusión desde 2008: de 459.000 a 343.000 ejemplares de media. Y sigue bajando. Al resto de diarios del grupo no le ha ido mejor, el deportivo As ha caído un 23% y el económico Cinco Días casi un 30%. Han perdido un 43,4% de su negocio en los últimos cinco años -en la media de la prensa española- y la publicidad se ha reducido a la mitad.

Historia: de Polanco a los bancos

Nacido en 1972, Promotora de Informaciones S.A. (Prisa) fue el primer grupo de medios de comunicación en los mercados de habla española y portuguesa. Está presente en 22 países, principalmente en América Latina, Brasil, Portugal y Estados Unidos. Para hacernos una idea de su envergadura diremos que en prensa cuenta con los tres diarios ya citados; y participa en más de 30 cabeceras de revistas en el mercado español. Entre sus editoriales de libros, destacan Santillana en educación y Alfaguara en literatura. Es el accionista mayoritario de Unión Radio, el mayor grupo radiofónico de habla española con más de 1.250 emisoras entre propias y asociadas distribuidas por España, Estados Unidos, México, Colombia, Costa Rica, Panamá, Argentina y Chile. Prisa es el accionista mayoritario de la plataforma por satélite Digital + y minoritario de Cuatro. En cuanto a cine tiene la productora Sogecine y la comercializadora Sogepaq. También opera en la promoción y producción de eventos musicales, en el seguimiento de carreras artísticas, así como en derechos editoriales musicales. Posee cuatro empresas de publicidad y marketing y el 40 % de las acciones de la imprenta con la que trabajan. En Francia es dueña del 15,01% de Le Monde y, aunque Sarkozy les apoyó para aumentar su participación, los redactores lo impidieron.


Policías protegiendo la entrada al rotativo en un conflicto

Hasta que entró en crisis, el accionista de control de Prisa era el Grupo Timón, fundado en 1972 por Jesús Polanco (fallecido en julio de 2007). Tras una enloquecida expansión empresarial en la península ibérica, América Latina y Estados Unidos, Prisa inicia el año 2009 en una situación económica desesperante[4]. El año anterior el valor en Bolsa de sus acciones se desplomó en torno a un 80%. El principal problema de Prisa entonces era una deuda de alrededor de 5.000 millones de euros, que debía ir renegociando periódicamente con el grupo de bancos acreedores. Prisa y su proyecto de televisión de pago comenzaron su declive en su enfrentamiento con el Gobierno de José María Aznar, la “guerra del fútbol” y la de las plataformas digitales. El desarrollo de Internet, las nuevas licencias de Televisión Digital Terrestre (TDT) de pago y el fin del privilegio para los derechos de la emisión del fútbol por imperativo de la Comisión Nacional de la Competencia despojó a Digital + de su principal razón de existencia. Pero, sin duda, fue la OPA sobre Sogecable (la empresa con la que opera Digital +) para lograr el 100% de las acciones lo que dejó noqueadas las cuentas del grupo. Las ventas de propiedades comenzaron en 2007 deshaciéndose de algunos periódicos regionales. En mayo de 2008 Prisa tuvo que dejar su casa en propiedad e irse a vivir de alquiler. Seis meses después cerraba Localia, una red de 80 emisoras locales de televisión que funcionaba desde el año 2000, y dejaba sin trabajo a 300 profesionales. En enero de 2009, anunciaba la venta de sus propiedades en televisión y prensa en Bolivia. Sin embargo, toda esa entrada de dinero no era suficiente. Para lograr calmar al consorcio de bancos acreedores, el grupo debe iniciar un proceso urgente de desinversiones. Durante 2009 se suceden las ventas en Prisa a grupos extranjeros. Por ejemplo, el 4,5% de sus acciones a Talos, filial financiera de la sociedad estadounidense InStore Broadcasting Network, LLC (IBN), y la venta del 25% de Santillana al fondo de capital privado DLJ South American Partners,participado por Credit Suisse. En noviembre de 2009 Telefónica adquiere el 21% del negocio de televisión de pago de Sogecable.

En diciembre se anuncia la fusión de Telecinco (Mediaset) y Cuatro (Prisa) en una empresa común. Creaban un holding para gestionar las dos cadenas, si bien el grupo italiano controlará el 81,7% de la empresa resultante, lo que sugiere más una absorción de Cuatro por los italianos. Prisa solo controlaría el 18% de la empresa. Los dueños de Telecinco adquieren además el 22% de Digital+.

En marzo de 2010 se confirma la gran venta, un acuerdo con la estadounidense Liberty Acquisition Holdings. Como resultado, la familia Polanco deja de ser el accionista de referencia de Prisa, para ser controlada por el grupo estadounidense. Fundada por Nicolas Berggruen y Martin E. Franklin, Liberty es una compañía que cotiza en el mercado norteamericano, se trata de una sociedad instrumental clasificada como Special Purpose Adquisition Company (SPAC). Su traducción sería Empresa con una Intención Especial de Compra. Para entenderlo mejor, Liberty es solo un mediador a través del cual la banca se queda con Prisa.

El acuerdo con Liberty supone que el fondo americano se hará definitivamente con el 57,7% del capital de Prisa. Liberty logró un compromiso de otros inversores para inyectar un mínimo de 500 millones de dólares en su capital. Se trata de los peces gordos de la banca española y mundial. Ahí se encuentra el banco británico HSBC, el Santander y los fondos Centaurus, Tyrus y Pentwater Growth, quienes negociaron con Liberty la compra de diversos paquetes de acciones de nueva emisión. El resultado es una empresa despedazada y repartida entre bancos y fondos de inversión estadounidenses, banca suiza,grupos de comunicación italianos (Mediaset), y empresa de telecomunicaciones (Telefónica).

La grave situación económica de Prisa ha tenido su reflejo en una alta conflictividad laboral. En 2008 El País abordó una profunda reestructuración que supuso su división en tres empresas (contenidos, impresión y servicios), además de la externalización del departamento comercial. Todo ello con el objetivo de debilitar al colectivo laboral y hacerle perder derechos y garantías laborales. Otro elemento de conflicto fue el contrato firmado en enero de 2010 con Indra, una empresa tecnológica que, entre otras actividades, da soporte electrónico a los cazas estadounidenses F-18 y a los misiles que fabrica MBDA, la segunda compañía de misiles más grande del mundo. Se estableció que Prisa externalizaba a los 300 trabajadores de su departamento de informática, que dejaban de pertenecer a la plantilla de la empresa de comunicación para estar en la nómina de esta compañía de Tecnologías de la Información y desplazarse a la sede de Indra en la localidad madrileña de Alcobendas. Finalmente, la entrada de los inversores estadounidenses mediante un acuerdo comercial tan complejo también creó la alarma en los profesionales. Todos esos temores se han confirmado.

Capitalismo de casino

Las conclusiones que se pueden sacar de la grave situación a la que se enfrenta el mayor grupo de comunicación español son muchas y variadas. Uno de los errores de Prisa podría haber sido buscar a toda costa un fuerte crecimiento que le garantizase ser un agente de poder político en España y América Latina, algo que sin duda logró, pero a costa de perder solidez empresarial. Ahora, sin muchos de los favoritismos que logró en España bajo el Gobierno de Felipe González -en especial los derechos exclusivos de emisión de los partidos de fútbol y el casi monopolio de la televisión de pago- y con una línea editorial en América Latina de agresividad contra los Gobiernos progresistas que ha superado a los medios tradicionalmente de derechas, su futuro se encuentra más en peligro que nunca. Los directivos del Grupo Prisa pretendieron algo más que crear un gran grupo empresarial de comunicación, quisieron -y necesitaban para continuar sus negocios- gobernar en muchos lugares y ámbitos sin presentarse a las elecciones y ahí es donde han fracasado. Sus cuentas de resultados terminaron dependiendo demasiado de unos poderes políticos a los que no se pudieron imponer. El emporio necesitaba para seguir avanzando concesiones de radio y televisión, exclusividades millonarias para la emisión de fútbol, contratos editoriales privilegiados… Al final no fueron tan poderosos para garantizarse todo ello.

El periodista Pere Rusiñol ha explicado en eldiario.es el desenlace de Prisa en términos empresariales. El grupo se incorporó al ‘capitalismo de casino’ que buscaba pelotazos sin relación con su negocio original; se apuntaron al crédito barato con decisiones tomadas por un reducido grupo de directivos que pensaban solo en el corto plazo y en su propia retribución, a costa de los intereses generales de la compañía, de sus accionistas y de sus trabajadores. Finalmente, cuando la burbuja pinchó, los bancos se hicieron con el control de la empresa, los ejecutivos se aseguraron retiros dorados y los trabajadores pagaron la fiesta con su despido.

La llegada de los americanos resolvió los bolsillos de los de siempre. El asesor jurídico Matías Cortés (miembro del Consejo de Administración), que llevaba contabilizados hace dos años 22 millones de euros en honorarios para su bufete. Juan Luis Cebrián, que se blinda con un salario multimillonario a pesar de ser el responsable de la ruina. Los directivos de Liberty, que facturan una suculenta comisión por conseguir inversores y se aseguraron una retribución del 7% de sus acciones durante tres años, mientras que los accionistas de Prisa de toda la vida hace más de un lustro que no perciben dividendo y sus viejas acciones valen apenas el 2% del valor que tenían cuando empezaron a cotizar.

Prisa ahora es de los bancos y sigue debiendo 3.500 millones de euros. El grupo que durante años ha estado intentado dar lecciones a Gobiernos progresistas latinoamericanos, partidos de izquierda europeos, sindicatos e intelectuales sobre cómo gestionar la política y la economía está probando su medicina. Le acompañan en su hundimiento los políticos y partidos que convirtieron sus lecciones en sagradas verdades. El problema es que Prisa arrastra trabajadores. Y políticos y partidos, a ciudadanos y países enteros.

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