¿POR QUÉ HABLAMOS MAL DE LOS SINDICATOS?

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"Los liberados son unos vagos", "nos piden ir a la huelga, demasiado sacrificio que ellos no asumen"... Responsables sindicales responden a las críticas habituales y hablan de la crisis de imagen que sufren

Isabel Ibáñez, en elcorreo.com

Cada vez con más frecuencia se oyen frases como "los liberados son unos vagos", "los del comité de empresa solo buscan su beneficio personal", "nos piden ir a la huelga, pero solo ellos están protegidos contra el despido"... Críticas que en estos momentos coindiden con el huracán en el que están metidos dos de los grandes sindicatos, UGT y CC OO por el fraude de los ERE andaluces, con lo que ahora se suma otra acusación: “se llevan el dinero”. Pero antes de que los españoles conocieran esta 'mancha' en el expediente, la opinión pública ya emitía juicios de valor como los citados. Y muchos más. No deja de ser una paradoja que este pensamiento crítico se entienda en medio de una terrible crisis, con una reforma laboral que ha echado abajo algunas de las conquistas de los trabajadores logradas gracias al trabajo sindical. Cuando la situación es más precaria, cuando, por lógica, la sociedad más necesitaría a los sindicatos, cuando más imprescindibles deberían ser, menos se confía en ellos.

Justo acaban de conocerse los resultados de la Encuesta Europea de Empresas, realizada por el Instituto Gallup para la agencia Eurofound de la Unión Europea. En ella se pone de manifiesto que los sindicatos españoles dan "una cobertura en la representación sindical que los sitúa a la cabeza europea, alcanzando el 57,1% de las empresas (la media es del 32%), sólo superados por Finlandia (80%) y Dinamarca (70%)", y con nivel de recursos materiales, formativos y de tiempo "muy inferior a la media europea". La encuesta sirve de base para un estudio realizado por Pere J. Beneyto, profesor de Sociología del Trabajo de la Universidad de Valencia y director de Estudios e Investigaciones Sociológicas de la Fundación 1 de Mayo, centro sindical de estudios vinculado a CC OO. En él se recoge esta frase: "Por más que se repitan las campañas de hostigamiento antisindical, los sindicatos españoles son representativos y demuestran cada día que con menos medios que sus homólogos europeos, consigue dar protección y defender a más trabajadores. La campaña de desprestigio contra el sindicalismo español no se corresponde con los datos reales".

En este artículo se lanzan cinco de las afirmaciones 'antisindicatos' que pueden escucharse en la calle. Se pidió a cinco de estas organizaciones que dieran su visión sobre cada uno de los temas. Tres de ellas, CC OO, UGT y CNT, accedieron a participar entendiendo que la corriente antisindicalista es una realidad que avanza en los últimos tiempos y creen que es mejor explicar a la gente en qué consiste su trabajo. LAB por su parte, rehusó colaborar porque, a su juicio, responder a algo así sería ponerse “a la defensiva”. Por su parte, ELA se negó porque el reportaje le parecía "frívolo", considerando que la idea del odio o desconfianza hacia los sindicatos está alejada de la realidad de Euskadi, su ámbito de actuación (aunque concedían que quizá sí tuviera que ver con la española).

El Euskobarómetro de 2013, sin embargo, en su lista de confianza de los vascos hacia las intituciones, otorgaba a los sindicatos una puntuación de un 2,9, en un ranking liderado por los movimientos ciudadanos de protesta (6,7) y las ONGs (5,6), en una escala de 0 a 10 puntos. Por encima de los sindicatos colocaban al Gobierno vasco (4,6), el Parlamento vasco (4,5), los medios de comunicación (4,4), la Ertzaintza (4,2), las diputaciones forales (4,1), la Unión Europea (3,1) y la Policía Nacional y la Guardia Civil (3). Y tras estos, los sindicatos. Inmediatamente detrás, la Iglesia (2,6), el Tribunal Constitucional (2,6), las Fuerzas Armadas (2,6), las organizaciones empresariales (2,5), la Administración de Justicia (2,4) y la OTAN (2,4). Cerrando el ranking, el Rey (2,3), el Congreso de los Diputados (2,2), los partidos políticos (2,2), el Senado (1,9) y el Gobierno español (1,7).

En España, el año pasado, el barómetro del CIS colocaba a las organizaciones sindicales cuartas por la cola en una lista de 16 instituciones 'mejor valoradas', consiguiendo solo un 2,45 de nota. (curiosamente la encabeza la Monarquía con un 3,68) y justo por debajo de las organizaciones empresariales (2,87). Un 37,3% de los españoles dejaron de estar afiliados a un sindicato porque "no defendía sus intereses" y "no servía para nada".

Aquí está la visión de los sindicatos sobre las ideas que cada vez más circulan contra ellos por su funcionamiento habitual (no por los casos de fraude). Contestaron a la entrevista Unai Sordo, secretario general de CC OO-Euskadi; Raúl Arza, secretario general de UGT-Euskadi, y Juan Gómez Perín, secretario general de la Regional Norte de CNT.

1. Los liberados (delegados sindicales que acumulan horas del resto de los compañeros del comité abandonando temporalmente su puesto de trabajo para defender al resto de trabajadores) están mal vistos, son unos vagos.

CC OO: Cualquier persona que recurre a un sindicalista para que le informe de algún derecho, que le solucione un problema de impago, de nómina o de incumplimiento del convenio, quiere que ese sindicalista tenga una formación, unos recursos de conocimiento o una instancia solvente a la que recurrir. ¿Cómo se adquiere esa formación sin horas para poder formarse? ¿Cómo se garantiza un sindicalismo solvente y con libertad si no es garantizando unos mínimos recursos materiales, humanos y de tiempo? ¿Alguien cree que se pueden defender derechos con cierta garantía si todos los sindicalistas tuvieran que ejercer su tarea sin ningún tipo de disposición de horas? ¿Después de trabajar, atender sus obligaciones familiares o sociales?

UGT: Dan mucho y reciben poco. Renuncian a su carrera profesional, a su formación y, en muchas ocasiones, tienen un horario peor que en su puesto de trabajo. Somos unos pocos que trabajamos para el conjunto de trabajadores y, como en toda actividad organizativa, siempre hay quien encuentra motivos para la crítica. El destacado reconocimiento constitucional que se ha otorgado a los sindicatos y a las funciones que desempeñan no se ha visto nunca completado, sin embargo, con una preocupación real por los medios económicos de los que disponen para hacer frente a tareas de una magnitud formidable. En este sentido, el ordenamiento jurídico y buena parte de la sociedad española han adoptado una actitud pasiva o negativa, muchas veces por desinformación, que es tiempo de corregir y superar. No es realista pretender que una exigua minoría de trabajadores organizados con sus propios y únicos medios tenga que asumir la defensa de los intereses, la negociación de todos los convenios colectivos y expedientes de regulación de empleo, y la mejora de las condiciones de trabajo de los millones de trabajadores de este país.

CNT: Los liberados llevan años ganándose esa mala fama. La CNT denuncia sistemáticamente su existencia por entender que son nocivos para el sindicalismo. La CNT se rige por la máxima ‘sin liberados, sin subvenciones’. Unos sindicatos plagados de liberados y enfangados en la subvención no son sindicatos. Los profesionales que viven del sindicalismo tienen sus propios intereses, que en la mayoría de los casos no coinciden con los intereses de los que pagan la cuota.

2. Los sindicalistas piden a los demás sacrificios que ellos no afrontan al estar protegidos.

CC OO: No es una cuestión de protección. Tienen unas garantías en el ejercicio de su labor sindical que no son absolutas. Un sindicalista puede ser despedido como cualquier persona por motivos económicos, organizativos, etc. Lo que la ley vigila es que no lo sea por el ejercicio de su labor sindical. ¿Cómo se puede negociar unas condiciones laborales colectivas bajo la amenaza del despido al propio negociador? Sería medieval. Pese a la protección legal, existen muchos casos de persecución sindical. La acción sindical sobre todo en la PYME a veces es un ejercicio de riesgo.

UGT: Esto es una leyenda urbana. La protección de los derechos de los representantes de los trabajadores es garantía del ejercicio de su responsabilidad pública, que además recientemente se ha recortado en las sucesivas reformas.

CNT: Es una frase que valdrá para CCOO, UGT, ELA-STV o LAB, no para CNT. La CNT no está protegida. La CNT no acude a las elecciones sindicales, no forma parte de comités de empresa, no goza de horas sindicales, no recibe dinero. En la CNT nadie cobra un duro.

3. Los sindicatos 'chupan' de fondos públicos.

CC OO: El tema de la financiación sindical encierra un discurso muy populista, conceptos muy reaccionarios. En primer lugar, CC OO ha pedido un debate parlamentario sobre la financiación pública de las organizaciones sindicales, que debiera extenderse a las empresariales o políticas. Debate democrático y no cavernario. Los sindicatos ejercemos una serie de funciones reconocidas legalmente y sostenidas por la legitimidad de nuestra afiliación y la participación en las elecciones sindicales. CC OO de Euskadi ha llegado a suscribir convenios colectivos que protegían a más de 400.000 personas teniendo 54.000 afiliados. A nivel estatal, con 1.200.000 afilados se suscribían convenios para más de 12.000.000 de personas. Los pactos de pensiones que han hecho viable el modelo público afectan a 9.000.000 de pensionistas. Todo ese trabajo sindical de aplicación general se sufraga con recursos del sindicato ¿Es justo que sólo la afiliación sostenga esos recursos? Y realmente las subvenciones a los sindicatos no son demasiado cuantiosas. Cosa distinta son los recursos finalistas a los que a veces concurren los sindicatos. En algunos casos hablamos de cuotas de trabajadores o empresas (formación para el empleo) donde la capacidad de intervención sindical viene de nuestro ejercicio legal de representación que nos confiere la ley. En otros casos de gestión de programas de distinta índole. Pero este es otro debate. No son subvenciones sindicales. Tienen una finalidad y debe cumplirse, justificarse y auditarse. No son recursos propios. En CC OO de Euskadi hemos restringido bastante este tipo de recursos. Detrás del discurso de que toda organización debe financiarse exclusivamente con sus cuotas se esconde una lógica ultraliberal y muy peligrosa. ¿Si una organización sólo debe financiarse con sus cuotas, la acción de esa organización debe afectar y beneficiar sólo a sus afiliados? ¿Si las organizaciones representativas en una democracia no cuentan con ningún tipo de soporte público, que tipo de soporte económico tendrán? ¿De donantes, financiadores, empresas, bancos, mecenas? ¿Puede tener esto alguna consecuencia en la calidad de la democracia? En nuestra opinión, la autofinanciación por cuotas y recursos propios de la actividad ordinaria del sindicato es buena y garantía de la independencia. Pero demonizar determinados niveles de recursos públicos a sindicatos u otras organizaciones suele esconder un discurso contra la generalización de los derechos laborales o sociales.

UGT: Los sindicatos vivimos de nuestras cuotas y de las subvenciones públicas. Los fondos públicos que recibe nuestro sindicato son de dos tipos: por nuestra representación, que se deriva de las elecciones sindicales -en las que en el caso de Euskadi participan más de 400.000 trabajadores- y nuestra participación en los diferentes organismos sociolaborales (Consejo Económico y Social, Consejo de Relaciones Laborales, Osalan, Hobetuz...). Las otras subvenciones son fondos con carácter finalista, es decir, su objetivo no es financiar al sindicato, sino gestionar y realizar actividades para formar a los trabajadores/as activos y en desempleo, para mejorar su empleabilidad, así como programas de orientación y acompañamiento para la búsqueda activa de empleo. Conviene recordar que los sindicatos no son los únicos que reciben fondos públicos, también recibe la Iglesia, las asociaciones empresariales, centros de enseñanza, ONG, medios de comunicación, equipos deportivos... Estos fondos se justifican, como cualquier subvención que se da a cualquier ciudadano y son sometidos a controles posteriores por las administraciones que han concedido dicha subvención. La gestión de programas financiados con fondos públicos, que realizan no solo las organizaciones sindicales y empresariales, sino miles de empresas y centenares de organizaciones sociales de las más diversas vinculaciones, está justificada por las funciones que realizan, que son de clara utilidad pública y social. Pero, a todos ellos se les exige que esa gestión esté sujeta, sin excepción, al cumplimiento riguroso de la ley, a la máxima transparencia y a todos los controles públicos. Y la misma exige una alta responsabilidad.

CNT: Ya está respondido. En los demás casos es así, y es imposible ser libre e independiente si dependes económicamente de esos fondos públicos. La CNT no recibe un duro de nadie: ni subvenciones directas ni indirectas. Se financia exclusivamente con las cuotas de sus afiliados.

4. Demasiada cercanía con los patronos, cenas, charlas, reuniones... es peligrosa. El del comité acaba siendo jefe. Siempre hay topos entre los representantes sindicales.

CC OO: ¿Pero no espantábamos a las empresas? ¿No nos acusan de que en las zonas con mayor actividad sindical las empresas huyen? ¿En qué quedamos? Una vez más se acusa al sindicalismo de una cosa y de su contraria. El comité lo eligen los trabajadores en elecciones libres y secretas donde cualquiera puede presentarse de candidato. Si no lo hace bien, se le quita y punto. Es una imagen sesgada y falsa la del delegado sindical igual a chollo. Es más, completar candidaturas para las elecciones sindicales suele costar muchas horas. La negociación es parte inherente al sindicalismo. ¿Si no negocias, cómo llegas a acuerdos? ¿Qué es un convenio sino un acuerdo? ¿De dónde han salido los permisos, los salarios, las mejoras de las bajas, las licencias? Pues han salido de negociaciones y de acuerdos. A veces con movilizaciones y otras no.

UGT: El sindicalismo es negociación y presión. Esto exige confianza y reconocimiento mutuo, interlocución y estabilidad en las relaciones. Esto no es entreguismo. Lo más importante hoy es mejorar la relación de fuerzas y la capacidad de conflicto. Ser amenaza creíble, obligar a negociar y, a poder ser, acordar. La patronal quiere aprovechar la reforma laboral para convertir las relaciones basadas en el convenio colectivo en el contrato individual. Esto es una utopía destructiva de derechos laborales. El sindicalismo en el que miembros del comité acaban siendo jefes sólo lo hemos visto en los sindicatos ‘amarillos’, que son una prolongación de la empresa. Los que pertenecemos a sindicatos de clase, lejos de esta circunstancia, acaban teniendo problemas. En cuando a lo de los topos, no lo entendemos. Los miembros de los comités de empresa se eligen por los trabajadores/as, entre sus compañeros, y se revocan cuando no cumplen con sus funciones.

CNT: Ciertamente. Pero insistimos en que eso no cuadra con CNT. Porque nunca hemos formado parte de los comités. Respecto al patrono, nuestra relación es la que se deriva del principio rector de nuestro sindicato: la acción directa, o sea, que nuestra única relación es la imprescindible para defender a nuestros afiliados. Topos, seguro que los hay. Pero repetimos la CNT no está en los tales comités, que nos parecen antisindicales y motivo principal de la degeneración presente del sindicalismo.

5. Los métodos de los sindicatos están pasados de moda, como las huelgas generales. Demasiado sacrificio en tiempos difíciles.

CC OO: A los sindicatos se nos tiende a juzgar por un tópico y una imagen. Las huelgas generales son un elemento de incidencia sociopolítica indispensable para el movimiento sindical, pero ni mucho menos el eje central de nuestra actuación general, y mucho menos cotidiana. Estamos en un momento en que bajo la coartada de la crisis se está produciendo una recomposición de poder y renta enorme. Si alguien cree que este momento no exige un compromiso para organizarse, implicarse y, llegado el caso, movilizarse, no sé si se sacrificará, pero le van a sacrificar. Dicho esto, claro que hay que adaptar formas de actuación a nuevos tiempos. Una huelga puede tener poca utilidad por ejemplo si la empresa puede desviar la producción a otra planta o tiene un stock sin vender. Hay que ver en cada caso. Hay formas de presión, influencia y organización variadas y variables a las que el sindicato no hace ascos sino todo lo contrario. Pero más allá de modas, la disposición del trabajador sobre su trabajo es su principal herramienta de presión cuando la relación con el empresario se hace conflictiva. Por cierto, una vez más la crítica es por un lado por "negociar, charlar, comer con el empresario" y a renglón seguido por hacer "huelgas, pasadas de moda y que comportan sacrificio". Crítica por una cosa y la contraria.

UGT: Cuando se sobrepasan los límites, hay que responder. Antes de poner en marcha cualquier forma de conflictividad, buscamos el acuerdo con insistencia. Las contrapartes, patronales y administraciones, lo saben. Pero, si el acuerdo no es posible no podemos arrodillarnos. Hay que responder. Las huelgas son complicadas, difíciles, sacrificadas y, a veces, heroicas por su coste. Pero hasta la fecha han demostrado ser la herramienta más efectiva. No es ninguna casualidad que el poder político, es decir, el PP quiera acompañar la generalización de recortes sociales, con la ‘amputación’ del derecho de huelga. Se intenta dejar a los trabajadores/as sin capacidad de respuesta y, a su vez, se acompaña con la nueva Ley de Seguridad Ciudadana.

CNT: La huelga general es una herramienta muy importante y poderosa que tenemos los trabajadores. Los métodos deberán estar en consonancia con la actitud de los patronos. La CNT no quiere hundir empresas, quiere proteger a sus afiliados. De la actitud de la empresa, dependerá la actitud de la CNT.

Campaña de hostigamiento

Pero... ¿es real la campaña de desprestigio? ¿La desconfianza que los españoles muestran cada vez más hacia los sindicatos es el resultado del análisis personal de los individos, de su experiencia dentro o con un sindicato, o viene orquestada desde ciertos sectores? ¿Cómo viven este momento las organizaciones sindicales?


CC OO: Se vive con preocupación porque está dentro de una profunda involución social acelerada al calor de la crisis. En una crisis que debiera ser de las teorías desregulacionistas y la doctrina del libre mercado como ejemplo de eficiencia, han conseguido que lo que esté cuestionado sea el modelo social, los elementos de cohesión social, la propia democracia y los distintos agentes que empujan en esa línea. Y lógicamente ahí aparecen los sindicatos. Somos conscientes de que la distribución de la riqueza y la participación de los trabajadores en decisiones económicas tienen una herramienta fundamental que es el sindicato. Y eso se intenta laminar.

UGT: Los que trabajan activamente para que los sindicatos desaparezcamos lo que están haciendo es vaciar de contenido redistributivo al sistema democrático. En aras de la defensa de sus intereses de acumulación insaciable, achican la democracia y restringen los derechos y libertados que tanto nos ha costado conseguir... Y van de modernos mientras nos acusan de conservadores. Por supuesto que queremos conservar una sociedad decente y no retroceder al siglo XIX. De todos modos, en este momento no está en juego la supervivencia del sindicalismo, sino los derechos de los trabajadores/as que sólo él puede garantizar.

¿De dónde viene esta ola de descrédito?

CC OO: La actual ola viene de la segunda legislatura de Zapatero. Cuando estalla la crisis empieza a intuirse el brutal efecto que iba a tener en la economía española. La existencia de una inmensa burbuja inmobiliaria en la que se había anclado un sobreendeudamiento de empresas y particulares, más la debilidad del tejido económico español y la debilidad fiscal de las administraciones. Iba a haber una disputa por los recursos en un momento de pérdida acelerada de renta nacional. Con la presión exterior a través de Europa y la prima de riesgo amenazando con quebrar el país, se plantea un cambio de la fisonomía social. Y ahí, una pieza a cobrarse son los sindicatos. Básicamente para eliminar contrapesos en la gestión política (diálogo social o legislación concertada), y sobre todo elementos de rigidez (así lo llaman ellos) en la asignación de riqueza (salarios). Y una desregulación de las relaciones económicas y laborales. En una grave crisis de legitimidad de lo institucional, lo político y lo colectivo, atacar las funciones, la financiación, los recursos humanos o las propias personas representativas de los sindicatos, es más sencillo.

UGT: El sindicalismo siempre ha sido resistencia. Que se lo pregunten sino a los sindicalistas británicos, después de todos los intentos para debilitarlos, propiciados desde el Gobierno de Margaret Thatcher (y, por cierto, la última propuesta de Adegi, de individualizar las relaciones laborales, es thatcherismo del siglo XXI). Hoy, el sindicalismo británico es uno de los más fuertes de Europa con un porcentaje de afiliados muy importante. Aunque esto también tiene una explicación: Como en España no hace falta estar afiliado para que se te aplique el convenio, la gente no ve la necesidad de afiliarse. En otros países, para que se te aplique el convenio o incluso para cobrar el desempleo necesitas estar afiliado a una organización sindical, lo que tiene tres consecuencias claras: Te refuerza como organización, te da vía cuotas unos ingresos que hacen innecesaria cualquier tipo de subvención pública y nadie pone en cuestión la eficacia sindical, porque sabe lo que le supondría no estar afiliado.

¿Qué ha supuesto el caso de los ERE de Andalucía?

UGT: Los sindicatos, como otras organizaciones, estamos sometidos a la Ley, y el que la hace, la paga. Pero, desde el respeto para los derechos de las personas que están siendo implicadas, UGT-Andalucía ha puesto en marcha una comisión de investigación interna para aclarar estos hechos y depurar responsabilidades y ha dimitido el anterior secretario general. Esperamos que sea la justicia quien aclare finalmente estos lamentables hechos. No obstante, está claro que determinados medios de comunicación y grupos de interés conservadores deben desistir de su empeño de deslegitimación de las organizaciones sindicales, aprovechando casos concretos y reprobables que pretenden elevar a una categoría general que no responde, en absoluto, a la realidad.

CC OO: Tenemos en marcha una comisión de investigación interna que ya ha emitido un informe extenso cuya lectura recomiendo en la página web. De él se deduce que CC OO ni ha estado, ni está, ni estará en ninguna trama de desvío de fondos públicos vinculada a los ERE de Andalucía. Somos los principales interesados en que se aclare todo y se depuren responsabilidades. Y que se haga pronto, ya que alargar estos procesos conlleva un deterioro enorme de la imagen de cualquiera. CC OO de Euskadi ha remitido todas y cada una de sus cuentas bancarias ante el requerimiento del juzgado. Lo hemos hecho de forma inmediata, con transparencia y con absoluta tranquilidad. En todo caso tampoco vamos a permitir que se cuestione nuestro papel en la negociación colectiva o en los ERE. La práctica totalidad de los ERE no comportan ningún ingreso para el sindicato. La práctica totalidad de los ERE los presentan las empresas que son las que en su caso contratan las pólizas correspondientes. El papel del sindicato es defender de la mejor manera posible los intereses de los trabajadores para mantener el empleo, y cuando se pierde empleo tratar de que las extinciones se hagan de la mejor manera posible.

Un poco de autocrítica

¿En qué han fallado los grandes sindicatos?


CC OO: El papel de defensa del interés general de nuestra gente quizás no ha fomentado en exceso la afiliación y tejer organización. A fin de cuentas los logros eran de aplicación general. Cuando la orientación de las políticas pretende quebrar esa función representativa y la población está deslegitimando el entramado institucional, estamos pagando ese déficit organizativo que no fuimos capaces de hacer crecer más. Se nos mete en el mismo paquete que a ese modelo que parece quebrarse en la crisis. Yo creo que ahí tenemos que hacer una lectura auto-crítica. Aunque creo que la gran mayoría de las prácticas sindicales son adecuadas, cuando se produce alguna no tan adecuada, se debe actuar. Y una confederación sindical es una organización de organizaciones con un grado de autonomía muy amplío y difícil de gobernar. Por poner un ejemplo, si la estructura sindical de una empresa negocia peores condiciones para trabajadores precarios o contratas, hay que corregir eso, ya que si no, nunca serás referente para esa gente peor situada en el escalafón laboral. Insisto, la mayoría de las prácticas son adecuadas dentro de lo posible, pero cada una inadecuada hace un daño grande.

CNT: El sindicalismo actual es perverso porque en realidad no es sindicalismo. La mayor parte de las afirmaciones, siendo lógicas y naturales, no tienen sentido para la CNT porque el sindicalismo de CNT, honrado y por eso minoritario, es de otra índole. Es lógico que en la calle se denuncie el sindicalismo que se ve, que sale en la tele y que se conoce por sus ‘actuaciones’ en los centros de trabajo, porque eso no es sindicalismo. El descrédito ha caído sobre el sindicalismo porque el trabajador sólo ve componendas, privilegios, porque curiosamente ese sindicalismo indigno encuentra su máximo apoyo en las grandes empresas y el funcionariado, porque en vez de ayudar al desasistido, defiende a los privilegiados. Es un sindicalismo antisindical. ¿Hay que adaptarse a los nuevos tiempos? Lo que hay que hacer es recuperar su dignidad, volver a los viejos tiempos en los que el sindicalismo se dedicaba a lo suyo: a defender a los trabajadores. Es difícil porque llevamos casi 40 años de antisindicalismo. Pero no imposible: la CNT, siendo aún minoritaria, ha triplicado su afiliación en los tres últimos años. Su sindicalismo de acción y calle, frente al de despacho y abogado, comienza a ser entendido cada vez más por los afectados.

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