¿QUE COMEREMOS EN EL FUTURO? PREGUNTA A TUS VECINOS

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Tamara Quiñones.

En los últimos dos años se está extendiendo un nuevo hábito alimenticio que pasa por saber cuantos kilómetros ha recorrido la carne, el pescado o la fruta que te estás llevando a la boca. ¿Eres vegetariano o carnívoro? Soy Localtariano.

El localtarianismo o locavorismo se centra en el consumo de productos locales con el objetivo de disminuir el gasto de energía y la consiguiente emisión de CO2 a la atmósfera derivada del transporte.

En España, esta nueva forma de alimentación todavía no está muy extendida pero en Estados Unidos o el Reino Unido gana cada día más adeptos; de hecho en el Reino Unido existen los programas “local foods” que subvencionan con becas y donaciones los proyectos destinados a facilitar el acceso a los productos locales.

Mango, papaya, arroz basmati… Nuestra cesta de la compra cada día es más rica en productos exóticos y fuera de temporada gracias a la mundialización del mercado alimentario, un hecho que los locavoristas ven como un reflejo del consumo de recursos energéticos que requiere trasladar un producto miles de kilómetros desde su origen hasta nuestra casa.

Los seguidores del “localtarianismo” señalan el impacto medioambiental del tráfico internacional de productos alimenticios, y resaltan las ventajas para la naturaleza, la salud y la economía de consumir alimentos locales y de temporada.

Comer local para un cambio global: ventajas

- Evita el transporte internacional de productos, y con ello su impacto medioambiental.

- Defiende la biodiversidad doméstica al procurar la supervivencia de las especies autóctonas.

- Sortea los problemas de transmisión de enfermedades del tráfico internacional y está más vigilada, al tener más limitado y controlado su origen y destino.

- Permite unos productos más frescos, sabrosos y duraderos, sin necesidad de conservantes y con un menor o nulo uso de pesticidas.

- Tiene un efecto positivo en la economía local, puesto que favorece el desarrollo sostenible de los productores locales y el aprovechamiento de tierras para producir alimentos.


¿Todos los “locavores” son iguales?

El “localtariano” decide dónde ponerse los límites, establecen un radio determinado. Algunos se circunscriben a un área geográfica, ya sea una comarca, una provincia o un país.

Otros delimitan una distancia concreta, de este modo hay quienes sólo consumen productos elaborados en un radio de 160 km. y otros que lo amplían hasta los 400 km.

Por otra parte, algunos sólo consideran local lo producido en su comunidad de vecinos, mientras que los más puristas consumen sólo los alimentos producidos por ellos mismos.

Dentro de los “localtarianos” hay omnívoros, vegetarianos y personas que consumen un producto fuera de su ámbito local siempre que sea elaborado de forma ecológica y solidaria.

En el Iphone

Buster McLeod es el padre de Locavore, una aplicación para el Iphone que permite a los usuarios encontrar las frutas y hortalizas más frescas y más cercanas en Estados Unidos.

La aplicación aprovecha el GPS del móvil para ubicar rápidamente tiendas de alimentos y zonas de producción agrícola y, además, orienta al usuario con respecto a los alimentos que están en temporada.

Polémica: ¿realmente se reduce el impacto ambiental?

Si hablamos del mismo producto y de las mismas condiciones de producción el que viaja menos produce menos huella ecológica. El problema radica en que casi nunca se dan las mismas condiciones de producción.

Una investigación financiada por el departamento para el medio ambiente del Reino Unido Department for Environment, Food and Rural Affairs sostiene que la filosofía locavore puede no ser tan beneficiosa para el medio ambiente.

Bajo el nombre de Comparative Life Cycle Assessment of Food Commodities, señalan que el potencial de calentamiento global que se genera de la producción de tomates y fresas en España, del pollo en Brasil y del cordero en Nueva Zelanda es menor que el que se genera durante la producción de estos mismos alimentos en el Reino Unido, incluso si se le suma la emisión de gases invernadero que se genera durante el transporte.

La clave está en la cantidad de energía que se usa para producir un alimento: si hacerlo al lado de casa consume mucha energía, y a miles de kilómetros muy poca, la contaminación causada por el transporte puede ser compensada.

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