JÓVENES

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José Carlos García Fajardo


“Cuando los padres se acostumbran a dejar hacer a sus hijos; cuando los hijos ya no toman en cuenta lo que aquéllos dicen; cuando los maestros tiemblan ante sus alumnos y prefieren adularlos; cuando, finalmente, los jóvenes desprecian las leyes, porque ya no admiten por encima de ellos la autoridad de nada ni de nadie, es el principio de la tiranía y el fin de la pedagogía”. Un texto de la máxima actualidad pero que fue escrito por Platón hace más de dos mil años.

Lo recordaba el profesor Javier Elzo al tratar de “Los jóvenes, quiénes son y cómo implicarlos en la acción social”, y comienza por denunciar dos errores: Adular a los adolescentes y jóvenes y mimarlos, o identificarlos con la violencia, la droga, el alcoholismo, la juerga y, en general, con todo lo negativo.

En esos escollos debe abordarse la concepción de la educación, no sólo como un medio para transmitir saberes sino como la capacidad de enfrentarse a los desafíos de la vida sacando lo mejor de cada persona. No imponer paradigmas ni métodos rígidos sino que, al igual que el cantero de Lesbos con su regla de plomo, adaptarnos a las características de cada persona.

Para estudiar a los jóvenes tenemos tres caminos de aproximación: La tesis de la contextualización, donde sólo las experiencias compartidas dan lugar a generaciones; las tesis de la complejidad: no hay juventud, hay jóvenes, o la más moderna tesis de la socialización, es decir de la inserción y felicidad de los jóvenes dentro de la sociedad. La felicidad personal en un ambiente social es la capacidad de ser uno mismo, de poder querer lo que hace para así poder hacer lo que quiere.

Asistimos a una mutación histórica: Revolución tecnológica, globalización y nuevo papel de la mujer. Auge de la conciencia ecológica y movimientos alternativos como respuesta de futuro.

No estamos ante un cambio de época o de edad, sino de Era. Quizás nos hallemos en la gran revolución de las comunicaciones más importante que la energía atómica y las grandes conquistas de la ciencia y de la técnica, pues afecta a la propia esencia de la persona. Si no fuera por los demás y por el medio qué sabríamos de nosotros mismos.

Constatamos que, en los jóvenes, el referente religioso es minoritario, el referente político está muy desprestigiado; el social, cuestionado; mientras que el bienestar social se ha erigido en el primer valor de la mayoría. La primacía corresponde a la lógica del bienestar con los riesgos que entraña si lo disociamos del valor del esfuerzo, la entrega y la capacidad de renuncia ante similares derechos de los demás.

Los jóvenes son testigos de la lógica económico- financiera imperante que se autonomiza de la dimensión ética. La maximización de beneficios, en las empresas y en los individuos y la coexistencia entre discurso ético y práctica consumista.

En cuanto al individualismo, buen legado de la ilustración, tiene la dimensión positiva de ser autónomos y libres, pero ¿hasta qué punto responsables y solidarios? La dimensión negativa es el mal legado de la post modernidad: cada uno para sí, el imperio del deseo, la ausencia de proyectos colectivos y el todo vale y cuánto más, mejor.

Los elementos que conforman a los adolescentes de hoy es que la mayoría son hijos únicos que viven en casa, arropados. La adolescencia empieza antes y termina más tarde. Algunos no llegan a ser jóvenes.

Muchos tienen miedo en la escuela. Algunos maestros, también. Se da el abandono de la escuela en zonas turísticas y entre los inmigrantes. En las escuelas conviven etnias y culturas diferentes. La des estructuración de las familias, cada vez más frágiles. En resumen: La madre deja el hogar y el padre no ha entrado. Nidos vacíos y abuelas esclavas.

También hay que añadir la banalización del cannabis, extensión de la cocaína y del consumo de alcohol, la diversión nocturna y ruidosa: alcohol y droga igual a fiesta. Aceptación por la sociedad adulta de esta situación y ausencia de referentes holísticos. Mientras que valoran la lealtad, la transparencia, la ausencia de doblez, la fidelidad. Rechazan la mentira, el enchufismo, las prebendas y tienen gran capacidad de adaptación.

De ahí, que el profesor Elzo señale los valores que es preciso promover en las nuevas generaciones: La competencia personal, la racionalidad, el dinero como valor y el valor del dinero, la tolerancia y solidaridad en un mundo pluralista, la espiritualidad, los valores finalistas y valores instrumentales, la responsable gestión de la sexualidad y la utopía por un mundo mejor: un proyecto de vida, clave de la felicidad juvenil.

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