Marco Antonio Moreno , en el 'Blog Salmón'
Es muy ilustrativo que Albert Einstein dijera que el interés compuesto es la mayor fuerza en el universo. Lo que no dijo es que se trata de una fuerza destructiva. Como veremos en este y otros post, la “magia” del interés compuesto es lo que tiene hoy a la economía mundial al borde del precipicio. En la primera gráfica presento la curva de la deuda pública de Estados Unidos desde 1940 hasta 2020 (sólo la deuda pública, la deuda privada es cinco veces mayor). En la segunda gráfica, hago el ejercicio de presentar una curva con el rendimiento del 10% anual para una unidad, durante 80 años (los mismos años que van desde 1940 a 2020 de la gráfica 1), ¿no os sorprenden las similitudes?.
Esta coincidencia perfecta entre las curvas de la deuda de Estados Unidos y la curva de un crecimiento al 10% anual nos permiten elaborar un par de planteamientos. El primer elemento a tener en cuenta es que la deuda, en su fase inicial. actúa como un motor de la economía contribuyendo al rápido crecimiento económico y el aumento del nivel de vida. Es lo que ocurrió con el proceso de financiarización gatillado en la era Reagan, que bajo la idea de que “los déficit no importan” hicieron del endeudamiento el principal motor del crecimiento económico.
La gran paradoja, es que la receta que facilitó el crecimiento económico a toda velocidad fue el avance de la deuda. Se crecía y daba empleo en el sector de los servicios financieros a costa del endeudamiento, pensando que el endeudamiento sería permitido por siempre. Pero las características propias del interés compuesto y su función exponencial, han llevado a ese temido choque con la muralla donde la velocidad de los intereses crece mucho más rápido de lo que la economía puede producir. Esta es la etapa que estamos viviendo ahora.
La borrachera de las últimas décadas de consumo y endeudamiento está llegando a su fin. Y el problema es que está llegando a su fin de golpe, sin un “aterrizaje suave” que permita una adaptación a las nuevas circunstancias. Esto genera una situación muy compleja dado que mientras por un lado se cortan los caminos de la deuda a los cuales se mantuvo conectada la economía occidental en las últimas cuatro décadas, se imponen, por otro lado, draconianos planes de austeridad que sólo potencian el letargo al cual ingresa la economía mundial. Francia y Holanda se encuentran oficialmente en recesión y muy luego se agregarán Italia, el Reino Unido y Alemania.
La maldición de la deuda y de la curva exponencial del interés compuesto, es que a medida que los niveles generales de endeudamiento se duplican cada pocos años, cada vez es más difícil poder revertir esa curva con crecimiento y desarrollo económico. Esta situación es la que estrangula la economía dado que el pago de intereses pasa a convertirse en una de las principales partidas de gasto. La fuerza más poderosa del universo, como reconoció Einstein, se convierte así en la fuerza más destructiva de la economía y el desarrollo.
Esta coincidencia perfecta entre las curvas de la deuda de Estados Unidos y la curva de un crecimiento al 10% anual nos permiten elaborar un par de planteamientos. El primer elemento a tener en cuenta es que la deuda, en su fase inicial. actúa como un motor de la economía contribuyendo al rápido crecimiento económico y el aumento del nivel de vida. Es lo que ocurrió con el proceso de financiarización gatillado en la era Reagan, que bajo la idea de que “los déficit no importan” hicieron del endeudamiento el principal motor del crecimiento económico.
La gran paradoja, es que la receta que facilitó el crecimiento económico a toda velocidad fue el avance de la deuda. Se crecía y daba empleo en el sector de los servicios financieros a costa del endeudamiento, pensando que el endeudamiento sería permitido por siempre. Pero las características propias del interés compuesto y su función exponencial, han llevado a ese temido choque con la muralla donde la velocidad de los intereses crece mucho más rápido de lo que la economía puede producir. Esta es la etapa que estamos viviendo ahora.
La borrachera de las últimas décadas de consumo y endeudamiento está llegando a su fin. Y el problema es que está llegando a su fin de golpe, sin un “aterrizaje suave” que permita una adaptación a las nuevas circunstancias. Esto genera una situación muy compleja dado que mientras por un lado se cortan los caminos de la deuda a los cuales se mantuvo conectada la economía occidental en las últimas cuatro décadas, se imponen, por otro lado, draconianos planes de austeridad que sólo potencian el letargo al cual ingresa la economía mundial. Francia y Holanda se encuentran oficialmente en recesión y muy luego se agregarán Italia, el Reino Unido y Alemania.
La maldición de la deuda y de la curva exponencial del interés compuesto, es que a medida que los niveles generales de endeudamiento se duplican cada pocos años, cada vez es más difícil poder revertir esa curva con crecimiento y desarrollo económico. Esta situación es la que estrangula la economía dado que el pago de intereses pasa a convertirse en una de las principales partidas de gasto. La fuerza más poderosa del universo, como reconoció Einstein, se convierte así en la fuerza más destructiva de la economía y el desarrollo.
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