Las izquierdas francesa y alemana decidieron pasar al ataque esta semana ante tantas declaraciones de Nicolas Sarkozy y Angela Merkel sobre una supuesta convergencia entre sus países como base para un proyecto de Europa austera. Frente a un presidente francés que ha llegado a afirmar que "todo mi trabajo consiste en llevar a Francia hacia un sistema que funciona, el de Alemania", el Frente de Izquierdas francés ha puesto a trabajar a sus economistas para analizar el mito alemán, demostrando que genera desigualdad, paro, empobrecimiento y poco crecimiento.
Hace diez días, el candidato presidencial del Frente de Izquierdas francés, Jean-Luc Mélenchon, desmontó en el diario Les Echos el mito de una Alemania próspera. Entretanto, el Frente en Francia y Die Linke en Alemania presentaron conjuntamente un proyecto de ley contra la austeridad ante la Asamblea Nacional francesa y el Bundestag alemán. El proyecto llegará esta semana a la cámara checa y varias fuerzas de la izquierda griega estudian su tramitación.
¿Están fascinados los franceses por un supuesto milagro alemán? En realidad, según un sondeo del Instituto Ifop, ni siquiera los alemanes lo están: un 53% juzga insuficiente su sistema de protección social, un 64% piensa que la educación y la sanidad no funcionan bien y un 67% estima que no es seguro que lleguen a cobrar las pensiones de jubilación que se les deben.
La tribuna de Mélenchon vino a resumir un enfoque diferente sobre el supuesto milagro alemán: Alemania atrae mucha menos inversión extranjera directa que Francia (más de mil millones de dólares frente a 674), tiene más deuda (83,2% del PIB frente a 81,7%), en el conjunto de la década pasada creció menos, durante la fase aguda de la crisis entró en una depresión mucho más profunda y tiene niveles de pobreza, especialmente entre los jóvenes, que serían insoportables para la estructura social francesa. "¿Podemos importar el modelo alemán? No. La demografía alemana es demasiado diferente a la de Francia. La tasa de fecundidad alemana es la mitad de la francesa. Desde hace 30 años, hay más fallecimientos que nacimientos del otro lado del Rin y el país, por lo tanto, se ve movido a privilegiar una economía de renta. Francia tiene una necesidad vital de actividad. De aquí a 2060, la población alemana pasará de 82 a 65 millones de habitantes. La de Francia pasará de 65 a 73 millones", escribe.
Además, el Frente de Izquierdas añade otra objeción al mito alemán. "Además de que es imposible transponer el modelo alemán, ¿realmente es deseable hacerlo?", escribe Mélenchon. "Un 20% de los asalariados son trabajadores pobres", dice.
Por otra parte, y es el penúltimo secreto del milagro Merkel, el supuesto 6% de paro oficial en Alemania encubre una realidad mucho menos gloriosa. A causa de las leyes de restricción de derechos sociales, 1,5 millones de parados han desa-parecido de las estadísticas. En septiembre pasado, otros 200.000 fueron borrados y el Ministerio de Trabajo alemán ha tenido que reconocer que el 57% de los desempleados de más de 55 años no son contabilizados.
La economía alemana sí es una maquinaria exportadora, pero al precio de devaluar su propia mano de obra y de convertir a los otros países europeos (destinatarios del 65% de sus exportaciones) en receptáculos de unos productos entre los que sólo el 16% son alta tecnología (y el 26% de las exportaciones francesas).
El ataque del Frente de Izquierdas y de Die Linke empezó a surgir sus primeros efectos a finales de semana. El candidato presidencial del PS, François Hollande, que hasta ahora también elogiaba el modelo alemán, ha decidido cambiar de registro y el domingo 4 de diciembre viaja a Berlín para criticar el modelo alemán.
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