DE CÓMO LOS GOBIERNOS ENGULLEN ACTIVOS TÓXICOS: EL CASO IRLANDÉS

|

Mick O’Brion, colectivo Unlock NAMA

Luis de Guindos, ministro de economía, prepara una reforma del sistema financiero o, para decirlo claramente, una manera de ayudar a los bancos con el problema de los activos tóxicos que provienen de sus “inversiones” en el sector inmobiliario. Parece que el gobierno descarta la creación de un banco malo por ser una opción demasiado descarada. Pero sin duda habrá algún tipo de maniobra con dinero público, por eso hemos pedido a un amigo de Irlanda, un país con un boom inmobiliario parecido al que se vivió en España, que nos cuente el caso de la National Assets Management Agency, una entidad creada por el gobierno para engullir los desmanes de la especulación.


Irlanda fue sin duda uno de los países que experimentó el boom inmobiliario más fuerte: entre 1997 y 2007 los precios subieron un 500% y la vivienda fue, desde 2003, el motor de la economía. La crisis del sector bancario entre 2008 y 2009 fue proporcional a este crecimiento enloquecido. Frente al crash de los bancos, el gobierno irlandés de entonces puso en marcha varias intervenciones, desde la llamada ‘recapitalización’ o transferencia de riqueza pública a los bancos, hasta la garantía estatal a todos sus depósitos. Sin embargo, a lo largo de 2008 el gobierno se dio cuenta de que los bancos seguían teniendo muchos créditos hipotecarios y no iban a poder funcionar como bancos. Y lanzó la idea de unbanco malo. La Ley NAMA fue aprobada en finales de 2009, como último acto de un gobierno sin legitimidad ninguna. En 2010 el banco malo, llamado el National Assets Management Agency (Agencia Nacional de Gestión de Activos), o NAMA, empezó a funcionar. El objetivo consistía en estabilizar el sector financiero inyectando liquidez para que los bancos pudieran volver a dar créditos. Así, NAMA se creó para aportar más dinero público a los bancos a la vez que almacenaba la deuda tóxica vinculada a la “inversión” inmobiliaria. Desde entonces los precios han seguido en caída libre y es obvio que NAMA pagó muy por encima del precio “real”, regalando miles de millones de euros a los bancos.

Hay 788 deudores en NAMA, casi todos los grandes especuladores, entre los cuales se encuentran casi todos los bancos irlandeses. Aunque el valor real de las inversiones inmobiliarias había caído entre 2009 y 2010, NAMA valoró esos créditos basándose en el mercado inmobiliario de finales de 2009 (aunque nunca han publicado información sobre el mecanismo de valorización). Además, dieron a los bancos un 15% extra por el “valor económico a largo plazo”. De los 32.000 millones de euros en propiedades que tiene NAMA, solo 5.000 millones son casas o pisos, el resto son edificios comerciales (despachos, parkings, hoteles, centros comerciales, tiendas) o suelo. Cabe mencionar también que Nama tiene bastantes activos fuera de Irlanda, alrededor de 27% de su activos están ubicados en el Reino Unido y incluso tiene algunos activos en España.

Los 32.000 millones representan, evidentemente, un enorme gasto público, el cual está limitado por varios tratados de la UE. Para superar este problema, el gobierno creó NAMA como una agencia semi-privada. Aunque el dinero es público se ajusta al derecho público, NAMA pretende escapar del ámbito de lo público. El truco consiste en que aunque NAMA está montada como una agencia financiera en la que el Estado posee el 49% de los activos y los dos bancos más grandes (Allied Irish Bank y Bank of Ireland) tienen el 51%. Pero, debido a los rescates, el 99% de los activos de AIB y el 15% de los activos de BoI pertenecen al estado irlandés. Con todo, la UE ha dado el visto bueno al banco malo y no contabiliza este dinero como gasto público. Sin embargo, las agencias de rating, como Standards and Poor, han considerado desde el primer momento que cualquier tipo de bono garantizado por el Estado debe ser considerado como deuda pública. Por lo tanto, NAMA es un factor fundamental en la bajada de la calificación de Irlanda, que a su vez provocó el “rescate” por parte de la troika. Así, la transferencia de los activos tóxicos de los bancos al Estado irlandés, y por lo tanto a la ciudadanía, genera inevitablemente una socialización de la crisis bancaria, convirtiéndola en una crisis de deuda soberana.

La transferencia de dinero público a los bancos operado por la agencia se basa en los bonos NAMA, garantizados por el gobierno irlandés. Estos bonos están aceptados como colaterales por el Banco Central Europeo, lo que permite que los mismos bancos que estarían en quiebra sin la intervención del gobierno por gestiones especuladoras y descontroladas, puedan acceder a financiación del BCE para después prestar al Estado irlandés y obtener beneficios. Hasta 2020, año en que NAMA debe dejar de existir, la agencia de activos tóxicos pagará los bonos ya emitidos. De momento ha pagado ya alrededor de mil millones. Pero no se han conseguido los supuestos objetivos de reanimar la circulación del crédito y estabilizar los propios bancos. Desde 2009 los bancos han gozado de varias recapitalizaciones y nacionalizaciones y en vez de usar el dinero público adquirido para dar crédito a pequeños negocios, han preferido especular con la deuda del Estado irlandés.

NAMA está intentando recuperar los créditos de los que se ha hecho cargo. Pero hay un pequeño problema: los créditos están vinculados a un sector inmobiliario en caída. Cuando el gobierno irlandés propuso la Ley NAMA, declaró que el banco malo podría generar 5.500 millones de euros en beneficios. Más tarde, la cifra se rebajó a 1.000 millones. En el informe sobre sus actividades de 2010 reveló que en sólo un año de actividad, NAMA había perdido 1.100 millones de euros. El gobierno también aseguró en 2009 y 2010 que NAMA no serviría para rescatar a los especuladores inmobiliarios. Esta frase se ha repetido mil veces. Sin embargo, en octubre de 2011 se reveló que en muchísimos casos NAMA sólo intenta recuperar el valor de los créditos tal y como fueron valorados a finales de 2009 y no según su valor original. Es decir, un especulador con un crédito de 100 millones de euros sólo tendrá que devolver el 40% o el 50%. NAMA legitima este rescate diciendo que los especuladores “no tienen el dinero”. En realidad, se sabe muy bien que sencillamente han dejado de ser titulares de su riqueza mediante el traspaso a familiares o utilizando otros mecanismos. Por otro lado, los hipotecados cuando entregan las llaves de sus casas al banco porque no pueden pagar las hipotecas, pierden sus casas pero se quedan con la deuda.

Una vez que el crédito de un especulador está transferido a NAMA, dicho especulador tiene un mes para entregar un business plan en el que debe clarificar cómo pretende pagar su deuda, o por lo menos el interés vinculado con su deuda. En el caso de que NAMA acepte su plan, el especulador sigue gestionando sus activos inmobiliarios. En otros muchos casos la agencia decide tomar posesión de activos vinculados a créditos porque considera que no hay ninguna posibilidad de recuperarlos, así que ya acumula una cantidad enorme de propiedades: hoy en día cualquiera puede tomarse una pinta en un pub de NAMA, dormir en uno de sus hoteles, estar viviendo en una de sus casas o trabajar en uno de sus despachos. La mayoría del tiempo, ni te enteras. NAMA pretende deshacerse de estos activos a través de su venta, muchas veces a precios muy reducidos. En repetidas ocasiones, empresas londinenses dedicadas a la especulación inmobiliaria compran grandes lotes. Pero en muchos otros casos, no consigue vender los activos, que están siendo alquilados o simplemente quedan vacíos. Todo esto pasa sin transparencia ninguna, y por lo tanto es muy difícil saber cuáles son las propiedades que pertenecen a NAMA, cuáles están vendiendo y a qué precios. También es preocupante que la agencia haya empezado a prestar dinero a sus propios clientes, desarrollando nuevas formas de hipoteca.

Lo que sí sabemos es que NAMA sigue una lógica de especulación inmobiliaria que contempla las ciudades como casinos. El ejemplo más claro es el del Complex, un teatro de la zona Smithfield de Dublín. Tras un gran lifting urbano que consiguió echar a los pobres de un barrio histórico para inflar los precios, Smithfield se ha quedado casi vacío, con muchísimo pisos libres. En 2008, un propietario cedió parte de un edifico sin alquilar a un colectivo de teatro. Cuando todos los activos de este propietario fueron absorbidos por NAMA, el teatro pasó a sus manos. En vez de fomentar un espacio cultural en una parte de la ciudad casi abandonada, su primera acción fue el desalojo del espacio dedicado a actividades artísticas.

En resumen, NAMA forma parte de la maquinaria estatal que permite la socialización de las pérdidas de los bancos y busca la reactivación de la especulación inmobiliaria, ahondando en la misma lógica que dio lugar a la crisis. La clase política irlandesa está dispuesta a apoyar a los bancos por encima de todo porque no está preparada para pensar en un futuro que no dependa del sector financiero y es incapaz de imaginar una recuperación económica que no pase por el mercado inmobiliario. ¿De qué manera los ciudadanos y movimientos sociales pueden responder ante esta situación?

Como punto de partida, es fundamental rechazar la socialización de las deudas y pérdidas bancarias, y cualquier relación entre el Estado y la especulación inmobiliaria. Podemos exigir la socialización de recursos y otra manera de valorar el patrimonio inmobiliario en manos de NAMA, que al fin y al cabo, son nuestras casas, nuestra ciudad y nuestro campo. En este sentido existen ya varios intentos de dar un uso social a varios “activos” de NAMA. Por ejemplo, un edificio en la ciudad de Cork ha sido ocupado por un grupo afín al movimiento occupy. El grupo pretende montar un centro social en el edificio que, por cierto, nunca ha sido usado.

A la vez, en las próximas semanas se dará a conocer un nuevo colectivo denominado Unlock NAMA que se dedicará a realizar investigaciones sobre los activos que posee NAMA con la idea de publicar esta información para facilitar el acceso público a los edificios. También tiene entre sus objetivos la ocupación de edificios y luchar contra la lógica de la deuda y la especulación. Por otro lado, es importante insistir en el impago de la deuda soberana porque sigue siendo una posibilidad, ya que los bonos NAMA son una “promesa” de dar dinero a los bancos una vez vendidos los activos tóxicos, aunque si no lo consigue la responsabilidad de pagar pasará al Estado. Nosotros, desde Unlock NAMA, pensamos que la cuestión del impago es un reto que hay que enfrentar a nivel europeo. Es fundamental crear estrategias comunes entre los movimientos sociales de toda Europa para luchar contra la deuda.

0 comentarios:

Publicar un comentario

 

©2009 ECONOMÍA PARA LAS PERSONAS | Template Blue by TNB