TRABAJO ACORTADO Y EL PARO

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Kurzarbeit

John Müller

Ayer fue un día para las muestras de cordura. ¿A ver lo que duran? Desde el «querido Gerardo» que el ministro José Blanco le dedicó a Díaz Ferrán, hasta la suave rectificación de la vicepresidenta económica Elena Salgado (que de Ecofin en Ecofin va dando muestras de que es una alumna bien dispuesta) sobre el sistema alemán de reducción de jornada llamado Kurzarbeit (trabajo acortado) y que le ha permitido al Gobierno alemán frenar la destrucción de empleo de una manera notable pese a que su riqueza ha mermado tanto o más que la nuestra.

En la penúltima reunión de ministros de Economía europeos, celebrada en Gotemburgo, Salgado dijo que el sistema alemán era pan para hoy y hambre para mañana, que era demasiado costoso y que su efecto se disiparía cuando Berlín suprimiera las ayudas estatales. Ayer, en Bruselas, Salgado admitió que el Gobierno está dispuesto a considerar el ejemplo teutón, si los sindicatos también lo están. Afortunadamente para todos, el líder ugetista Cándido Méndez dijo que está dispuesto a hablar del asunto, aunque tiene una idea bastante somera de la cuestión porque la comparó con las subvenciones a los ERE de carácter temporal.


El Kurzarbeit consiste en permitir a las empresas con dificultades reducir la jornada de un empleado y, por lo tanto, su salario. El Estado compensa al trabajador el salario perdido con cargo a su prestación de desempleo de manera proporcional y abona una parte de sus cotizaciones sociales. Según cifras oficiales, 1,5 millones de trabajadores se han acogido a este sistema y eso ha evitado la desaparición de 450.000 empleos. Este año, unos dos millones de trabajadores podrían reducir su jornada.

El sistema no defiende solamente el puesto de trabajo, como ocurre en España, o al trabajador, como sucede en Dinamarca. Es una mezcla de ambos, una solución muy típica del capitalismo renano. La medida es, efectivamente, muy cara. Pero es mucho más barata que lo que nos cuesta la actual destrucción de empleo y mantiene en niveles aceptables dos elementos: la demanda interna y la confianza en la economía.

La bonificación de las cotizaciones sociales en los ERE temporales que existe en España y que citó ayer Méndez tiene un lejano parentesco. La diferencia es que un ERE de este tipo suspende totalmente el empleo hasta un máximo de seis meses cuando la empresa ya está en graves dificultades. Así, sólo evita que las listas del paro crezcan, mientras que el Kurzarbeit preserva el empleo y ayuda a las empresas a capear la crisis al bajarle las cotizaciones.

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