El Nobel de Economía Joseph Stiglitz arremetió contra el TLC, criticó el modelo de crecimiento que no genera empleo y advirtió que Colombia podía padecer de la “enfermedad holandesa”.
En su paso por Colombia, el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz estuvo este viernes el Gimnasio Moderno, en Bogotá, y en su conferencia "Seguridad integral y desarrollo social: el reto para alcanzar la Paz en Colombia", criticó los tratados de libre comercio con Estados Unidos, la fijación con políticas que sólo miran el crecimiento y la productividad como signos de éxito, sin tener en cuenta la generación de empleos con calidad, base del desarrollo social.
Dijo que los países cuyas economías dependen del comportamiento de la economía estadounidense y cuyo desempleo es alto, como México y Colombia enfrentan más riesgos ante una crisis.
Después de hacer una descripción de la situación de la economía mundial, en la que destacó el potencial de las economías emergentes, pasó al análisis de la economía colombiana.
Recordó que Colombia tiene la tasa más alta de desempleo en América Latina con el 12.8 por ciento. “Lo que es increíble e interesante es que el desempleo ha persistido a pesar de que recientemente la economía colombiana ha tenido períodos de crecimiento enorme”.
Indicó que entre 2002 y 2008 el PIB de Colombia ha crecido 36 por ciento, pero el desempleo solo ha crecido el 5,5 por ciento. “La buena noticia es que las condiciones de seguridad han mejorado”, dijo. “La violencia es mala para la economía”, agregó.
Pero advirtió que varios estudios demuestran que el aumento del desempleo genera aumento de violencia. Así que dijo, la recuperación de la seguridad también pasa por la generación de empleo.
Retos de la economía
Stiglitz explicó que tras la quiebra del banco Lehman Brothers, en septiembre de 2008 (que fue el detonante de la crisis económica mundial), el capital se hizo escaso en el mundo y para contrarrestar varios gobiernos salieron a avalar a sus bancos para que el crédito siguiera fluyendo y la crisis no se hiciera peor.
Entonces los flujos de capital no dependieron tanto de donde fuera más atractivo prestar, sino de la confianza que tuvieran en los gobiernos que avalaban los créditos. Y por la gran confianza en Estados Unidos éste “no fue castigado sino recompensado”, y capitales de todas partes siguieron llegando a ese país.
Ahora, que el mercado ha logrado una suerte de equilibrio, los inversionistas están buscando dónde poner su dinero. En su criterio, esta estabilidad tiene como consecuencia que los capitales se están yendo para economías emergentes que son más atractivas para la inversión. En Estados Unidos a pesar de que la Reserva Federal ha mantenido por el suelo las tasas de interés, los préstamos no han crecido.
Señaló también que aquellos países que viven de economías extractivas como el petróleo o la minería, tienen un ingrediente adicional de inestabilidad en estos tiempos, llamado la “la enfermedad holandesa”. Consiste en que el crecimiento económico derivado de las riquezas naturales, no genera empleo y sí muchos problemas en el manejo monetario. Stiglitz explicó que estos países les ha ido peor a la hora de enfrentar la crisis, y que al mirar las cifras de crecimiento y de desempleo de Colombia, se advierte que está en riesgo de sufrir de este mal económico.
El Nobel de Economía indicó que un país cuya economía depende de estos recursos y no reinvierte el dinero de la bonanza corre el riesgo de quedar pobre.
Para responder a la crisis económica dijo que era fundamental la intervención de los gobiernos, que aunque no son el centro de la economía sí son actores importantes. Stiglitz advirtió que una economía que crece basada en la deuda no se puede sostener en el tiempo y que esa es la razón de la crisis.
Dio tres claves para levantar una economía y hacerla sostenible a largo plazo: inversiones que generen altas rentabilidades de largo plazo, en educación, infraestructura y tecnología.
El gasto público, dijo, es importante para generar empleo. La política monetaria también es importante para mantener una tasa de cambio estable.
Sobre el PIB y el TLC
De la conferencia de Stiglitz, tal vez lo más polémico fueron sus críticas a aquellos que sólo miden el éxito de su economía mirando el crecimiento del PIB y también a quiénes están viendo en la firma de TLCs como la panacea para sus economías.
Mirar sólo qué tanto ha crecido el producto bruto interno, PIB (la suma de todo lo que produce una economía), dijo, es engañoso, porque no mide realmente el bienestar de los ciudadanos. Esta medida esconde, por ejemplo, la desigualdad porque el PIB per cápita indica el promedio de crecimiento económico por persona, y este puede subir, aún cuando la mayoría puede no haber crecido económicamente o estar por debajo de ese crecimiento. “Esta no es una economía exitosa”, dijo.
También dijo que mirar sólo el PIB no tiene en cuenta el agotamiento de las riquezas ni el daño al medio ambiente. Si un país minero, por ejemplo, crece muy rápido hoy, pero no cuida cómo usa esos recursos ni tampoco limita el impacto sobre el medioambiente, está sembrando pobreza para el futuro.
Esto es muy diciente para el modelo que se está aplicando hoy en Colombia, según el cual para atraer inversión extranjera a cualquier costo, se han flexibilizado al extremo todas las regulaciones.
El Nóbel de Economía arremetió contra los acuerdos de libre comercio o TLC. Dijo que los políticos son muy buenos para “llamar las leyes contrario a lo que son”. Explicó que si los TLC fueran realmente de libre comercio apenas tendrían tres páginas para decir que los dos países levantan todos los subsidios sobre su producción y eliminan todos los aranceles. Pero es todo lo contrario. Son enormes mamotretos llenos de limitaciones al libre comercio, que se escriben así para ocultar el hecho de que buscan beneficiar a las grandes empresas de los países ricos. Por eso Estados unidos, por ejemplo, no elimina sus subsidios agropecuarios, ni a los bancos, ni a los carros, y busca imponer una regulación de propiedad intelectual que le permita pagar los altos costos de su desarrollo tenológico.
Se preguntó que con semejantes subsidios “¿Cómo puede haber compañías compitiendo contra Washington?”.
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