DE CÓMO EL SISTEMA CORROMPE LA ÉTICA DE LOS INDIVIDUOS

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Armak de Odelot

De como el sistema corrompe la ética de los individuos o del cuando estallará la burbuja de la indiferencia e hipocresía de nuestra clase media.

Muchas veces nos preguntamos cómo hemos llegado hasta aquí y el porqué suceden ciertas cosas. De más de la mitad de ellas sabemos las respuestas. Pero miramos para otro lado.

Sopesamos lo que se gana por lo que se pierde y lo damos por bueno. Así nos va.

Vivimos en un sistema donde se premian los resultados independientemente de cómo se consigan.

Los beneficios reinan por encima de todo.

Vemos continuamente cometerse injusticias y lo damos por bueno simplemente porque nos beneficia y creemos ingenuamente que no nos afectan.

Eso sí.

Luego nos INDIGNAMOS cuando nos afecta. Pero nadie termina de relacionar nuestra actuación en el pasado con los hechos que mas tarde o temprano nos suceden.

Si miramos con ojo crítico los resultados de cualquier consulta electoral, veremos que estamos gobernados por una clase media que vota por miedo a perder las migajas que les brinda el sistema y por seguir preservando su modus vivendi, y porque no se fian de todo lo que es diferente votan el mantener este estado de cosas sin saber que a la larga significa condenar su propia libertad y que por actuar con egoísmo sacrificamos la existencia de muchos inocentes.

Así a boleo se podrían poner muchos ejemplos y a boleo los iré enumerando.

Son tantos, que tocan todos los aspectos de la vida humana. Seguro que me dejo muchos en el tintero. seguro que los habrá mejores. Pero pienso que el interés de este artículo no es el de describirlos todos. Ni siquiera señalar los más significativos.

Si no hacer caer al lector y concienciarle de que el efecto mariposa ese que hace que tirar a la basura un trozo de pan aquí provoca sin más la muerte de un niño en la lejana Africa tiene el efecto kármico de un boomerang que tarde o temprano se nos vuelve.

Contemporizar con la injusticia que nos rodea es lo que ha hecho que estemos hoy donde nos encontramos.

Cuando se incentiva a un especulador con una subida artifical de precios que presupone la muerte de millones de personas y miramos hacia otro lado estamos cavando un poco más la tumba de nuestro futuro.

Cuando permitimos con nuestro silencio que se realicen guerras ilegítimas por intereses geoestratégicos o económicos estamos condenado a nuestros hijos a que sufran sus consecuencias.

Cuando vemos que las armas que vende nuestra industria financiada por nuestros bancos para producir más muerte y desolación y vendemos nuestra ética y dignidad por un pingüe beneficio estamos regalando miseria y desprestigio a nuestras futuras generaciones.

Cuando permitimos conductas execrables y encimas las permitimos y aplaudimos porque redundan en algún tipo de beneficio económico estamos condenando nuestro sistema a la purga del sacrificio para su futura redención.

Dejar que los pueblos de países como Cuba, Irán o Corea del Norte sufran todo tipo de calamidades porque no nos gusten sus sistemas mientras permitimos que otros peores las hagan como Colombia, Arabia Saudí, Israel, Yemen, Marruecos etc por simple conveniencia, tarde o tempramo sufriremos sus consecuencias.

Durante años vimos como tanto el FMI y el Banco Mundial ayudaba al expolio de países exprimiéndoles y ahogando sus economías con sus recetas y sus intereses. Incluso los defendimos diciendo que actuaban por el propio bien de esos pueblos. Ahora que nos toca probar de su sabia medicina los llamamos especuladores sin escrúpulos al servicio de turbios intereses.

Todos sabemos que manos se encuentran detrás de todo ésto. Pero por lo que se ve, todavía nos tocar pagar por un holocausto de cinco millones contra la barbarie de 50 millones que produjo la segunda guerra mundial

Esta claro que esto evidencia que también permitimos que unas vidas valgan mas que otras. Las miles de muertes colaterales de una guerra no valen nada al lado de las de un atentado terrorista.

Hemos ensalzado hasta la saciedad a nuestro héroes patrios que lucharon por la libertad y la independencia pero cuando son otros lo que los hacen los tachamos de terroristas o criminales que quieren acabar con el sistema.

En lenguaje vulgar y callejero tenemos un morro que nos lo pisamos.

Nos quejamos de la desvergüenza e hipocresía de nuestros políticos cuando hemos sido nosotros quienes se la hemos alimentado cuando la utilizan en esos otros temas que nos convenían o nos convienen aún a sabiendas de que nos mienten.

Ahora les pedimos ética y responsalibidad cuando sus mentiras no nos interesan.

Cuando hemos izado a gente como a un Gil y Gil en su día o a un Camps a sabiendas todo su electorado que eran unos sinverguenzas. Pero claro a la necia clase media diles que vas a perseguir inmigrantes con una porra y que vas a pagar 20 céntimos menos en la recogida de basuras que venden corriendo su decencia por cuatro perras.

Pero al final todo se vuelve contra uno y ahora estamos pagando sus consecuencias.

Se incentiva todo. La productividad es lo primero. Da igual acabar con el planeta. Pero desde nuestro primitivo y cortito punto de vista nos decimos el que venga detrás que arree.

Y luego nos indignamos.

Indignada y a la vez demonizada, lleva toda la vida la izquierda. Y ni caso. Porque cuarenta años de dictadura machacando el cuento de lo malos que son los rojos se lleva ya no solo en la sangre sino en el adn que heredan nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos.

Sabemos de las injusticias diarias pero solo nos rasgamos las vestiduras cuando nos afectan.

No hicinos nada cuando se las hacían a otros. No se hará nada cuando nos las hagan a nosotros.

En la sociedad de hoy se incentiva todo aunque raye lo ilegal o lo fraudulento e inmoral.

Vemos todos los días cómo las aseguradoras hacen todo tipo de triquiñuelas para no pagar lo desperfectos que cobren los seguros pero se airean a los cuatro pícaros que intentan estafar a las mismas. Vemos cómo se incentivan a ciujanos por número de operaciones. A polícias por número de multas. A fiscales por casos ganados. A visitadores y tantos otros por número de ventas.

No importa el método para conseguirlas ni la calidad del producto. Y luego vienen las injusticias y desmanes provocados por estos estímulos. Y luego nos quejamos, No se valora el trabajo éticamente bien hecho sino la productividad a toda costa. Y a veces el precio que paga la sociedad por ello es demasiado caro.

Los bancos nos cobran todo tipo de comisiones y llegan hasta casi a la usura en el cobro de intereses por descubiertos y retrasos, sabemos que son los culpables de la crisis,. Sabemos que sus manejos y existencia producen mas desequilibrios que aportes a la economía. Sabemos que utilizan productos financieros que van en contra de toda moralidad. Sabemos que al menos debería de existir una banca pública para salvaguardar los intereses de los ciudadanos. Pero se defiende a capa y espada el mantenimiento de los mismos en las mismas condiciones por que nos han hecho creer que son necesarios.

Por no alargarme más, concluyo. Tenemos lo que nos merecemos. Pero el no intentar cambiarlo es de delito.

1 Comentário:

LoneWolf dijo...

No comparto del todo tu visión del problema, más que nada porque no hablas de cómo el sistema corrompe la ética de sus individuos. Estás hablando de lo que el sistema hace que hagamos mal. De lo que es moralmente correcto o incorrecto y de cómo mediante el ojo po ojo tenemos lo que nos merecemos, pero realmente no recoges ninguna forma de corrupción que no sea más que corrupción a TUS ojos. Esto es, lo que tú enumeras no son más que síntomas de un problema social más grande, y ese problema social que tu apuntalas lo tenemos no por nuestra tendencia política si no por nuestra naturaleza humana. Se nos da bien mentir, se nos da bien expropiar, robar, matar, pero no se nos da nada bien empatizar o preocuparnos de algo más allá de nuestra "manada". Las bases del capitalimo están perfectamente colocadas sobre auqellas debilidades humanas que todos poseemos y precisamente con el dinero o el capital, se sustituye cualquier Dios, credo, o razón para no llevar a cabo actos éticamente execrables.

De hecho, hay una teoría que se llama patología de la normalidad que es básicamente lo que nos encierra en nuestra dinámica diaria y hace que no seamos capaces de asumir ningún tipo de responsabilidad sobre aquello que vemos en el telediario.

Si eso lo unes a la banalidad del mal, es decir, aquella cualidad que tiene el contexto social de cada uno de hacer creer a los Gil, y a los Camps, (tanto o igual que a los nazis por ejemplo) de que están en lo correcto porque así lo dictan sus normas, conseguimos un cóctel en el que lo que hacen lo hacen porque les dejamos hacerlo.

Y de hecho si nos negamos a que lo hagan, seremos nosotros los raros e indignados porque no funcionamos como el resto que, o bien les permiten hacer lo que les de la gana (rajoy), o bien les instigan a hacer el mal social (aznar).

La política sabe mucho, y nosotros, seamos de izquierdas o de derechas estamos jodidos porque lo unico que queremos hacer es ver la tele...

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