TEJIENDO COMPLICIDAD ENTRE LAS FINANZAS ÉTICAS, LA AGRICULTURA ECOLÓGICA Y EL MUNDO RURAL

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David Fernández

A qué negarlo, la actual crisis financiera ha tenido en la denegación del acceso al crédito uno de sus mayores exponentes. Puertas cerradas, condiciones imposibles y abusiva revisión de cláusulas que han impedido acceder a liquidez y recursos no sólo al tejido productivo en general sino, y sobretodo, a la economía cooperativa, social y solidaria en particular. En ese ámbito, uno de los sectores más castigados ha sido, una vez más, el mundo rural. La negativa reiterada a conceder créditos y líneas de financiación a agricultores y agricultoras ha devenido una perversa constante que añadía nuevas dificultades a la ya de por si maltrecho maltrato que recibe el campo.

En éstas coordenadas, cabe preguntarse qué instrumentos de financiación alternativa existen para los proyectos agrarios comprometidos con los principios de la soberanía alimentaria y cabe responderse, afortunadamente, que existen aunque de forma aún limitada. Aunque creciente. Porque en el Estado español, en la última década, se han consolidado algunas experiencias de finanzas éticas y alternativas que precisamente han incorporado la defensa y vitalización del mundo rural como uno de sus ejes fundamentales de trabajo. Una de estas experiencias es la cooperativa de servicios financieros éticos y solidarios Coop57 que, desde 1995, trabaja por dotar al ahorro y al dinero de un uso social radicalmente diferente y profundamente comprometido con la transformación social. La fórmula es sencilla: retomar la autogestión democrática de nuestros ahorros para saber qué se hace con nuestro dinero y a qué intereses sirve. Captar ahorro social e invertirlo en proyectos de alto contenido social y ambiental.

Bajo esa premisa y esta propuesta de autogestión financiera, Coop57 dispone hoy de unos activos de 8 millones de euros, gracias a la participación directa y activa de más de 300 cooperativas y 1.500 personas. Ahorro social que en los últimos 5 años ha financiado más de 700 proyectos sociales por valor de más de 20 millones de euros. Inicialmente concebido como un instrumento financiero del cooperativismo, Coop57 fue ampliando su base social y, con ella, los ámbitos de trabajo: a las empresas de lucha contra la exclusión, a los movimientos sociales, a las iniciativas para un consumo responsable. Es por ello que muchos de esos proyectos están directamente vinculados con financiación de las redes de promoción de la agricultura ecológica, del comercio justo, del desarrollo rural y local, de la defensa del medio ambiente y la sostenibilidad o de los movimientos y organizaciones ecologistas.

Redes, tejiendo redes donde el acceso al crédito está garantizado gracias al compromiso social de cooperativas, asociaciones y ciudadanas y ciudadanos. Fuera de la lógica bancaria dominante, en la convicción que no hay otro mundo posible sin otra economía alternativa, Coop57 abona retomar el control sobre el uso final de nuestro dinero. Claro. En consonancia con los principios básicos de la banca ética, los actores de Coop57 –socios y socias colaboradores- prefieren saber que están financiando una cooperativa de agricultura ecológica que no el siniestro negocio armamentístico, donde la banca convencional está implicada hasta los tuétanos.

Experiencias financiadas

Fruto de ese trabajo cooperativo, de base, de raíz, en la última década Coop57 ha ido desarrollando una gama alternativa de productos financieros para poder responder a las necesidades concretas de la economía social y solidaria. También a las necesidades del campo: créditos a largo plazo, a corto plazo, anticipo de facturas… ¿Requisitos? Los imprescindibles: acreditar el compromiso social y ambiental. El resto son detalles –técnicos, económicos y financieros– que se resuelven desde el análisis conjunto.

A través de esta experiencia financiera nacida del cooperativismo catalán –pero presente hoy, gracias al crecimiento y la autonomía en red, en Andalucía, Aragón, Galícia y Madrid– diversos proyectos han accedido, sin dificultad, al derecho al crédito. Cooperativas de plantas medicinales como Millhulloa en Galicia, cooperativas agrarias como El Terruño en Morón de la Frontera dando trabajo a jornaleros/as en paro, sociedades agrarias de transformación como La Kresta en Canyamàs (Barcelona) especializas en pollos ecológicos. O, en los últimos tiempos, la destacable experiencia cooperativa de Productes i Serveis de la Vall de Camprodon SCCL. Una experiencia que aúna desarrollo rural local, gestión ecológica de bosques, restauración y producción agroalimentaria en una comarca deprimida como el Ripollès pirenaico y que está garantizando el futuro de la comarca.

Y todavía más. En el ámbito de la distribución de producción ecológica, Coop57 viene financiando proyectos de distribución de productos ecológicos como El Brot de Reus, Món Verd o la Xarxa de Consum Solidari. Y cuenta entre sus socios –las 300 cooperativas propietarias de Coop57– a la Federació de Cooperatives de Consum i Usuàries de Catalunya y cooperativas de consumo como Cydonia, asi como federaciones como Ecologistas en Acción, el Sindicato de Obreros del Campo andaluz ola Universidad PauloFreireimpulsada desde Amayuelas (Palencia). Redes, nuevamente, que financian sus redes y riegan las semillas de una nueva economía solidaria.

Emisión de títulos participativos

Como útil financiero específico, se trata de emisiones participadas donde la labor de Coop57 es conectar directamente a productor y ahorrador para proyectos o cuantías que superan los márgenes ordinarios. La emisión la realiza la propia cooperativa y la base social de Coop57 adquiere títulos a un precio consensuado que se devuelven en un plazo determinado.

Así, la cooperativa vinícola L’Olivera de Vallbona de les Monges (Lleida) fue capaz de cubrir, en apenas 15 días, una emisión de 400 títulos de 1.000 euros (400.000 euros en total) para financiar las obras de reforma de sus bodegas. A 2 años y retribuidos los títulos con un interés anual del 2,75%. El proyecto de L’Olivera es singular: nacido a finales de la década de los 70, su apuesta por un cooperativismo de inserción social rescató al municipio de la desaparición a la que le condenaba el éxodo campo-ciudad. 30 años, pues, de genuino desarrollo rural, local y solidario. Operaciones similares se han realizado con la cooperativa agroecológica Gneis de Madrid por valor de 60.000 euros para financiar la adquisición de tierras y maquinaria, o con El Brot para financiar la reforma de su sede social en Reus (Tarragona).

Esa es la complicidad financiera, solidaria y en red, que las entidades y personas que hacen posible Coop57 han tejido con los proyectos e iniciativas más implicados en la defensa del mundo rural y la defensa de la soberanía alimentaria. Soberanía alimentaria dela que Coop57 se siente parte, como parte activa de los movimientos sociales que hunden sus raíces en la construcción de un mundo más habitable, más sostenible, más ético, más solidario. Más terrenal y menos virtual. Esa es la pequeña buena noticia: que el propio movimiento ha sabido generar instrumentos de financiación alternativa para los proyectos comprometidos con la transformación social. Sin necesidad de rendir cuentas ni pleitesía a ningún poder financiero o banca usurera. Y eso, como diría Marthin Luther King, es donde radica todo. No en lo que hace una minoría poderosa. Sino en lo que somos capaces de hacer la mayoría para desobedecer todo lo que nos quieren imponer.

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