¿DÓNDE ESTÁN LOS JÓVENES QUE NO MURIERON EN EL MADRID ARENA?

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Juan Carlos Monedero, en Publico.es

Ya vamos sabiendo que hubo, como siempre, muchos delincuentes cruzados en la rapiña que desembocó en el asesinato de cinco jóvenes en el Madrid Arena. Cinco personas empezando a la vida que perdieron el futuro por la suma de egoísmos de empresarios canallas, de políticos descerebrados y sinvergüenzas, de funcionarios apoltronados, de empleados sin criterio y de particulares inconscientes. De gentes que no tuvieron el más mínimo interés en pensar en las consecuencias de sus actos. O que lo pensaron pero les dio lo mismo. Aunque pagaran por ello con su vida o con la vida de otros.

Sabemos que hubo empresarios de la noche sin escrúpulos; médicos de la noche sin escrúpulos; guardas de seguridad de la noche sin escrúpulos; trabajadores obedientes sin escrúpulos (cómo no volver a pensar en los periodistas de Canal Nou arrepintiéndose tan tarde), de políticos igualmente nocturnos e igualmente indolentes, más preocupados por ir a darse barros terapéuticos en un spa en Portugal que dedicar su tiempo a desembarrar a los madrileños pese a que ya los párpados apenas quieren abrirse. Todo con resultado de muerte.

¿Va a solventarse el problema con otra ley más? ¿Va a dilatarse el juicio hasta que la memoria se desvanezca? ¿No tienen acaso dinero de sobra los empresarios para adentrar en la noche de los tiempos –esa noche tan suya- las causas judiciales? ¿Acaso no vemos que siguen reproduciéndose idénticos comportamientos? Seguimos viendo, cada noche, a jóvenes abarrotando abarrotadas discotecas que multiplican el aforo para hacer más caja. ¿Una juventud suicida? Una pregunta sigue golpeando a la puerta de nuestro sentido común: ¿y los demás jóvenes que participaron en ese asesinato? ¿Y esos jóvenes tratados como carne de cañón? ¿Y esos jóvenes obilgados a convertirse en verdugos? ¿Acaso hay que presuponerles la incapacidad total de no ver los riesgos de las ratoneras en donde les están poniendo los gatos del capital? ¿Dónde está la rabia de esas muchachas y muchachos a los que intereses particulares les mete en laberintos sin salida? ¿Por qué no están pidiendo cuentas a sus victimarios? ¿Duermen bien por las noches sabiendo que formaban parte de ese tapón mortal? Quizá les compense la rabia seguir viendo películas de zombies o de vampiros.

Un conocido ron lleva años dirigiendo sus campañas publicitarias hacia la pulsión de muerte de los jóvenes. Jugarse la vida, arriesgar la desaparición, atreverse a cruzar la frontera de la existencia. Beber, encerrarse en trampas, romper los límites de la velocidad, saltar por acantilados, meterse en el fuego, desaparecer. Jóvenes que no piden cuentas a los que les matan, a los que les expulsan de su país, a los que les cierran la universidad, a los que les cierran las puertas a la vida pero les abren las cancelas a las cuevas donde mueren de una manera o de otra. Ser indomable no es pelear por otra sociedad. Ser indomable es beber hasta caerse por las escaleras de la muerte.

El Partido Popular endurece las penas ante las protestas. Los partidos parlamentarios pactan un Consejo General del Poder Judicial al que tratan como a un lupanar donde cada cliente escoge su concubina. Las tasas judiciales hacen una justicia para ricos y otra para pobres. Viene la Navidad y el gobierno nos dice que juguemos a la lotería a ver si alguien, de entre todos, se salva con el dinero del resto. La Constitución cada vez más se convierte en papel mojado. Antes en España la justicia era un cachondeo. Antes, también ser mileurista era un insulto. Hace cinco años Obama, Merkel, Sarkozy dijeron que había que refundar al capitalismo. Pensaban que la gente iba a salir a la calle a colgarlos de las farolas. Menos mal que no pasó nada. Por eso algunos dicen que el miedo tiene que cambiar de bando.

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