Pero es lo que tiene la vida en el primer mundo, que naces con el “pressing social” de tener que elevar tu nivel de vida, puede que poco a poco pero sin cesar.
Un ejemplo claro lo tenemos en los coches. En toda mi vida he tenido 3 coches (los cuales por cierto me han salido muy buenos) que evidentemente cada vez han sido mejores, más seguros, más modernos, más potentes… Los primeros meses de tenerlos siempre pensaba que serían el coche de mi vida porque no necesitaba más y porque me daban un servicio magnifico, sin embargo no pasaban más de dos años hasta que me lo volvía a cambiar ¿porque?. Por mucho que tratara de evadirme, vivo en un mundo en el que impera el consumismo y los coches son posiblemente el exponente más claro del consumismo más salvaje.
Lo curioso del tema es que cuanto más “mejoraba” de coche, más efímera era la sensación de felicidad, digamos que el placer de la compra es cada vez más corto y más caro, sobretodo esto segundo… y eso que iba cada vez en coches mejores!
Además, el sinvivir por el dichoso coche es cada vez mayor… revisiones más caras, seguro más caro, reparaciones y repuestos más caros. Cualquiera diría que mejoraba mi calidad de vida!
¿A donde quiero ir a parar?, primero de todo que evidentemente el dinero no da la felicidad, y si hacemos una mirada pesimista hasta nos la quita. Pero es que además, a lo bueno uno se acostumbra fácilmente, pero rebajar tu nivel de vida… no debe ser algo agradable.
Personalmente prefiero llevar un nivel de vida moderado y acorde con mis posibilidades, más vale prevenir que lamentar después de vivir unos pocos años a todo trapo. Esta sencilla (y lógica) premisa es algo que a mucha gente en España se le ha olvidado en los últimos años, y ahora cada cual debería aguantar su vela y pagar las consecuencias de sus actos.
De todas maneras, olvidad todo lo que he dicho y consumid todo lo que podais (y todo lo que no hago yo)… nuestro sistema depende ello, o eso dicen
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