¿QUÉ HACER EN ANDALUCÍA?

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Alberto Garzón Espinosa, en 'Pijus Economicus'
Las elecciones en Andalucía han dejado un panorama político interesante, con un PSOE que ha perdido la mayoría absoluta y con un PP que si bien ha ganado en votos no ha logrado tampoco obtener la mayoría absoluta que prácticamente todas las encuestas le aseguraban. Esa situación deja a Izquierda Unida, la formación que más sube en votos y en escaños, con la llamada “llave de gobierno”. El debate político ha quedado entonces centrado en torno a la decisión que pueda tomar IU en los próximos días. Sirvan estas líneas para reflexionar sobre esa cuestión y otras anexas que considero importantes, si bien conste anticipadamente que la decisión final corresponderá a lo que libremente los militantes de IU consideren más adecuado.

En lo que se refiere al juego parlamentario IU tiene tres opciones generales. La primera, abstenerse en la sesión de investidura y dejar así que gobierne la lista más votada (el PP). La segunda, pactar una coalición de gobierno con el PSOE. La tercera, apoyar la investidura del PSOE y pasar a la oposición, dejando de ese modo un gobierno en minoría. Cada una de esas opciones generales está llena de matices y dependen de muchas variables que habría que introducir en el análisis. No obstante, yo impugno que el debate tenga que centrarse en la toma de esta decisión concreta.

La estrategia de superar el capitalismo



Una formación como IU no debería aceptar que le domine la lógica cortoplacista ni el pensamiento simplista, le presione quien le presione. Más al contrario, la política de IU debería estar marcada por una clara estrategia política que tenga como fin la superación del sistema económico capitalista (al que se responsabiliza de la mayor parte de la frustración social y de la propia crisis que padecemos actualmente). De hecho, en la IX Asamblea Federal de IU de 2008 se declaró que nuestra formación se define como “movimiento político y social que pretende contribuir a la transformación del actual sistema capitalista en un sistema socialista democrático”. Pero en el marco de una estrategia de convergencia, destinada a recuperar la base social y a recomponer las relaciones con los movimientos sociales, el mundo sindical y otros partidos de izquierda, caben diferentes tácticas. Todas las cuales deben mantener una absoluta coherencia ideológica.

Estamos sufriendo una crisis del sistema económico que no es ni azarosa ni temporal. Es una crisis sistémica que se traduce en un incremento de la pobreza, desigualdad, desempleo y en una extensión de la miseria y la frustración social. Se da esta crisis tras décadas de dominio cultural del neoliberalismo, lo que supone el reconocimiento también de la necesidad de recuperar la hegemonía cultural. El escenario futuro previsible es de un incremento de la rabia popular y de la necesidad de encontrar referentes ideológicos, teóricos y políticos que puedan ofrecer soluciones y alternativas a una situación dramática que alcanza el ámbito social pero también el ecológico.

En ese marco, yo he insistido en que el propósito de IU tiene que ser dominar el espacio ideológico y construir esa base social que permita superar el sistema económico. Una base social que es fundamental para ser firmes en un proceso de transición económica. No hay gobierno de izquierda transformadora que sea posible sin la base social suficiente.

Por lo tanto, la estrategia de IU se desenvolvería más en la acción en la calle y en el tejido social que en las instituciones. Las instituciones tienen aquí un papel de altavoz y de resistencia, pero la construcción se mantiene en la calle.

La táctica en Andalucía

Un hecho comprobado es que el PSOE ha tenido el poder en Andalucía por decenas de años y ha institucionalizado relaciones de clientelismo, enchufismo y corrupción que no pueden ser toleradas por la izquierda. El PSOE también ha renunciado a modificar el modelo productivo y se ha limitado a gestionar los réditos económicos de un modelo de crecimiento insostenible en el medio plazo pero que proporcionaba importantes beneficios en el corto plazo. El PSOE ha hecho algunos avances en materia de profundización democrática, pero se ha quedado muy lejos de lo que su propia base social le exigía. Además, ha traicionado de forma sistemática su ideario socialdemócrata, trasladándose hacia la esfera socioliberal que ha llevado a que durante sus gobiernos incluso se reformara la constitución en un sentido claramente regresivo. El PSOE es, no por su base social ni por sus discursos sino por su política practicada, corresponsable de la presente crisis económica y democrática.

Ahora bien, sería una inexactitud decir que PP y PSOE son exactamente lo mismo. En este punto no valen las simplificaciones que todo lo reducen a un titular o a una lucha de siglas. El PSOE es un partido contradictorio porque ha llevado a la práctica políticas de derechas en el ámbito económico y sin embargo tiene una base social fundamentalmente de izquierdas. IU se caracteriza por tener una base social más nítidamente de izquierdas. Y si bien las políticas de PSOE e IU son incompatibles en el ámbito práctico, su base social es complementaria -razón por la cual existen vasos comunicantes y se producen trasvases de votos.

La decisión táctica pasa entonces por evaluar los beneficios y costes de las posibles decisiones. El objetivo revolucionario no puede ser óbice para lograr desarrollar políticas de izquierdas en el ámbito diario y en el marco actual. Por eso la aspiración de IU tiene que ser en todo momento gobernar o ejercer presión sobre los que gobiernan. Hay que crear un escudo social de protección a los más desfavorecidos y avanzar en derechos civiles y sociales mientras mantenemos la construcción de la base social. Y eso sólo se puede hacer asumiendo responsabilidades políticas, haciendo política institucional.

No es un debate nuevo. A comienzos del siglo pasado Lenin temía que las reformas del decadente imperio zarista pudieran frenar el avance de la revolución -que fue primero “popular” y se transformó en “soviética” cuando los revolucionarios organizaron el caos generado por la frustración-, de la misma forma que Marx veía con precaución las reformas progresistas dentro del capitalismo. Pero ninguno de ellos censuraron nunca a esas reformas, pues nadie de izquierdas puede rechazar avances sociales en la vida de las personas -vengan de dónde vengan y se inscriban donde se inscriban-.

Por esa razón es inconcebible que exista gente de izquierdas que prefiera que el PP administre la Junta de Andalucía. Porque eso se traduciría en una mayor regresión social y en una toma de poder por parte de un partido que representa mejor que ningún otro la derecha más conservadora (de mantenimiento del status quo) y reaccionaria (de vuelta a un orden anterior). IU está en las antípodas del PP.

Pero la responsabilidad política de IU no puede tolerar tampoco cheques en blanco a una fuerza política con las características del PSOE. IU debería poner toda su fuerza en profundizar la democracia, la transparencia y extirpar la corrupción de la administración pública andaluza, de forma paralela a todas las políticas económicas y sociales que pueda lograr en los márgenes económicos existentes. No olvidemos el contexto económico, que debe analizarse con el rigor adecuado, tanto nacional como internacional. Estamos en una fase de resistencia, con recortes impuestos desde la derecha nacional e internacional, y que se caracterizará por mitigar los efectos perjudiciales mientras se sigue construyendo alternativa. Dicho de otra forma, seamos realistas y no reclamemos el paraíso socialista para mañana. Necesitamos más estrategia y pensamiento inteligente y menos tópicos fáciles.

Estoy convencido de que IU tiene que tomar una decisión táctica muy importante -que marcará el futuro de la formación- y que la misma debe estar muy reflexionada y claramente argumentada así como debe contar con el apoyo de la mayoría de sus militantes. IU está iniciando un proceso de reflexión colectiva en el que deben participar todos los movimientos sociales y la gente de izquierda, y que tenga como referencia no el debate sobre el ¿qué hacer en el parlamento? sino sobre el ¿qué hacer en Andalucía?

Por todas estas razones, y por otras que son periféricas a las ya comentadas, mi posición personal y política es la de un pacto de apoyo a la investidura del PSOE -y su gobierno en minoría- que tenga como condiciones un fuerte programa de izquierdas que pudiera ser suscrito por la base social de IU y PSOE -es decir, la gente de izquierdas de Andalucía. Todo ello inscrito en una estrategia mucho más amplia y más importante que se desarrolle en el exterior del ámbito institucional. Resistencia en las instituciones y construcción en la calle.

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